Los Presupuestos Generales de Estado: ¿libro amarillo o libro morado?

Apropósito del lenguaje y su acaparamiento por parte de las nuevas tendencias morales, sociales, culturales y económicas, asistimos a casos sorprendentes hasta en los lugares más insospechados. Hemos ido a introducirnos en el apasionante libro amarillo del proyecto de Presupuestos Generales del Estado (más de cuatrocientas páginas de emocionantes argumentos y asignaciones numéricas) y hemos hallado en su terminología datos no solamente reveladores de la realidad, sino también lo que muchos podrían considerar como simplemente alucinantes.

Por ejemplo, la palabra «género», una palabra de uso cotidiano en nuestros días pese a la obviedad (que ya no es tal), aparece 69 veces en todo el texto, frente a las 62 que aparece la palabra «deuda». No estamos hablando, por ejemplo, del Manual de autodefensa feminista para mujeres del Ayuntamiento de Vitoria, sino del proyecto de Presupuestos Generales del Estado.

Más impactante aún es que la palabra «igualdad» aparezca 21 veces más que «déficit». Que eso sucediese en el sin par Manual de Educación Popular Feminista de los Amigos de la Tierra puede entenderse (incluso podría no entenderse que la palabra «déficit» apareciese siquiera), pero que lo haga en el monumental libro amarillo de los presupuestos llama, cuando menos, la atención.

No acaba aquí el asunto, por supuesto. «Verde» (que te quiero verde) aparece 31 veces frente a las 8 que aparece «jubilación». Esto es casi una goleada histórica. Con este dato uno se pregunta si no cabría llamar al texto Presupuestos Generales de la Derrota del Patriarcado o, también, Manual del ecologista coñazo, con perdón de Ussía, puestos a imaginar cosas admirables que resultó que no hacía falta imaginar.

Sigamos adentrándonos en el maravilloso mundo de la terminología sui generis del libro amarillo. «Feminista» aparece casi las mismas veces (5) que «gasto público» (6), lo cual no deja de ser fascinante. Un término tan común en la memoria económica de un país democrático como puede ser «empresa» aparece tan sólo 20 veces (en 434 páginas) y además le gana por uno «inclusivo».

«Inclusivo» gana a «empresa»

Que «inclusivo» gane a «empresa» en un presupuesto, aunque sea en un presupuesto para reformar el cuarto de baño (o quizá con más razón en este caso) a cualquiera puede hacerle sospechar que no se aborda la cuestión directamente, sino que se da un rodeo que encarece en buena medida la estimación.

La palabra «hombre» no aparece ni una sola vez frente a la palabra «mujer» que lo hace en nueve ocasiones. Con los plurales la diferencia aumenta: 32 a 17.

En 33 oportunidades, casi un récord, sale el concepto «violencia de género», en claro contraste con otro más propio de la materia como «fomento del empleo», que sólo lo hace en 20. Si nos vamos a «cambio climático» se alcanza la bonita cifra de 18 repeticiones, un empate casi de tongo pugilístico frente a las 18 de «desarrollo rural», tan insuficientes, en comparación, como las 9 veces que aparece «límite de gasto» frente a las 11 que aparece «transversal». Claro que no hay límite de gasto donde todo es transversal. La «diversidad» le gana 10 a 8 a la «paternidad» igual que la «identidad» le gana por 6 a 3 al «producto» o la «demanda» a la «oferta» por 39 a 23.

Nos congratularíamos con las 16 veces que aparece «acceso a la vivienda» si no fuera porque «perspectiva de género» (de verdad que son los Presupuestos Generales del Estado y no un manual para la promoción de la igualdad de género) aparece una vez más que «brecha salarial».

Lo llaman libro amarillo, pero no sería extraño (quizá sería hasta apropiado) que algún grupo hiciese una propuesta para cambiarle el nombre a libro morado. Y una última curiosidad, ya sin comparaciones porque no hacen falta, es la solitaria, la única vez, una, que aparece una idea tan insustancial como «empleo juvenil» en un documento (de 434 páginas) en el que se recoge la previsión anual de ingresos y gastos de todas las entidades que forman parte del Sector Público de un Estado.