La «hallyu»: así es la ola coreana que impregna toda la cultura
Andrea es una joven de 21 años que estudia ingeniería informática, pero dos tardes a la semana pasa cuatro horas aprendiendo coreano. «Descubrí el k-pop y los dramas coreanos, y quise profundizar en su cultura», explica a este periódico. En la escuela de idiomas Bunkyo han pasado de tener un profesor de coreano a contar con seis en plantilla: «El 98 por ciento de los alumnos son mujeres y tienen menos de 20 años», explica el director, Kwang, en conversación con El Debate. De los diez contenidos audiovisuales más vistos cada semana en plataformas, por lo menos uno es un drama de origen coreano. Y si hablamos de la música, no hay límite posible.
Esta es solo una pequeña muestra de lo que está sucediendo en España –realmente, en todo el mundo occidental–: un auge radical y sistemático de la cultura procedente de Corea del Sur. Y cuando hablamos de cultura coreana, en este caso sí, aludimos a todo el espectro: idioma, gastronomía (¿no han percibido un paulatino aumento de restaurantes procedentes de Asia?), estética y moda, cine y series, libros y novelas gráficas… y, por supuesto, música.
BTS y el K-Pop, la punta del iceberg
Es un auténtico fenómeno de masas. Define a la perfección el término popular que, después de todo, lleva en su nombre; el k-pop mueve millones en cuanto a público y en cuanto a audiencias. Pero es posible que si usted pertenece a una generación anterior a la Z, ni siquiera sepa de qué estamos hablando. Lo cierto es que el korean pop ha logrado ocupar los primeros puestos de las listas de éxitos, produciendo a su vez esta brecha –abismo– generacional.
El mayor exponente de este nuevo género musical es la banda BTS, un grupo surcoreano formado en Seúl en 2010 y que debutó en 2013 bajo la compañía Big Hit. Actualmente cuentan con más de 43 millones de oyentes semanales en Spotify –son el grupo más escuchado, por encima de Coldplay– y han roto todos los récords de ventas. Lograron tener cuatro álbumes número uno en Estados Unidos en menos de dos años, un suceso que ninguna banda había alcanzado desde que The Beatles lo lograra entre 1995 y 1996.
Por otro lado, en 2020 fue el primer artista que lideró simultáneamente la Billboard Global 200 y la Billboard Hot 100, con su sencillo –nominado a un premio Grammy– Dynamite. Pero luego repitieron con Savage Love, Life Goes On, Butter y Permission to Dance, por lo que BTS ha acumulado cinco sencillos número uno en EE.UU. y ha llegado a ser el artista que lo hizo en el menor tiempo desde Michael Jackson. En redes sociales, las cifras se multiplican: solo en Instagram cuentan con 51 millones de seguidores.
El fenómeno audiovisual: de «El juego del calamar» a los k-dramas
En estos últimos días, la protagonista por excelencia de nuestras televisiones ha sido la serie El juego del calamar. Esta ficción coreana, del género survival drama, narra la historia de un grupo de 456 personas que son llamadas a participar en un «juego». Sin embargo, el concurso de pasatiempos que esperaban se convertirá en una lucha de vida o muerte por sobrevivir.
Convertido en el producto de ficción más consumido en la historia de Netflix, sigue la línea de la película Parásitos, de Bong Joon-ho, ganadora de cuatro premios Óscar en 2020. En ambas se establece una crítica apabullante al sistema capitalista, la endeudada situación de la clase media surcoreana y a la capacidad deshumanizante que posee la pobreza y la desesperación. Triunfan, además, porque desarrollan personajes reales con un profundo sentimiento de desilusión hacia la vida a la vez que retratan la caída del mito de la meritocracia, razón por la que el espectador empatiza con los protagonistas.
Por otro lado, ficciones como los k-dramas –también conocidos como doramas– ofrecen, con sus tragicomedias, un entretenimiento que amenaza con pisarle el terreno a las telenovelas turcas. Entre las más famosas se encuentran Romance is a Bonus Book, Something in the rain, Crash landing on you, Itaewon Class, El amor es la meta o My Holo Love.
El centro cultural coreano: un paraíso en Madrid
Los seguidores de todo este fenómeno encuentran en el Centro Cultural Coreano, situado en el Paseo de la Castellana de Madrid, un remanso de paz. Aunque realmente es más un «remanso de acción»: se realizan actividades culturales, ciclos de cine, exposiciones artísticas, talleres, mesas redondas e incluso se imparten clases de idiomas y de cocina. Su director, Oh Ji Hoon, confirma a El Debate que desde su apertura en 2011 han notado un considerable aumento de interés por la cultura coreana. «Cada vez oímos hablar más de la hallyu u ola coreana, el neologismo que hace referencia a este aumento de popularidad de nuestra cultura».
Este incremento se percibe a nivel nacional, ya que el centro exporta eventos y actividades a toda España: «El último ha sido en San Sebastián, y este verano Corea fue país invitado de Veranos de la Villa celebrando el décimo aniversario del centro, en su primera edición con país invitado. Muchas personas se interesan por el k-pop, k-cine, k-dramas o k-beauty», añade Ji Hoon, para quien el idioma coreano es un gran aliado ahora de sumergirnos en su cultura, razón por la que no solo imparten clases (a través del instituto Rey Sejong), sino que también convocan concursos como el de oratoria. «Es curioso que hace muy poco más de 20 nuevas palabras coreanas se han incorporado al Oxford English Dictionary en su última edición».
A pesar del crecimiento de los fans de Corea del Sur, todavía existen algunos prejuicios que, según Oh Ji Hoon, se deben al profundo desconocimiento mutuo de dos países tan distanciados geográficamente como son Corea y España. «El coreano es mucho más abierto de lo que se pueda pensar y es una de las razones por las que congeniamos tan bien con los españoles, que no esperan eso de nosotros. Es importante que nos conozcamos más para poder entendernos aún mejor». En ese sentido, el director del centro destaca también la importancia de las tradiciones del país, algunas inscritas como patrimonio cultural, como «los cantos épicos de Pansori, instrumentos tradicionales como el gayageum; la Cheoyongmu, danza de la corte con máscaras; las gagok, canciones líricas acompañadas de orquesta, y muchos elementos culturales autóctonos de Corea». El 27 de octubre arrancará en su sede una exposición virtual que explora el concepto de «la nueva coreanidad» o nueva identidad coreana: OGAMDO: Cinco escenas del arte coreano.
Corea del Sur en el contexto socioeconómico
«Hegel decía que el espíritu del mundo lo encarnan las distintas naciones por turno. Creo que ahora es el turno de Corea. Su cultura siempre ha combinado un fuerte colectivismo y un fuerte individualismo de una manera que ha fascinado a los sociólogos. Esa combinación es la que ahora hace que atraiga a personas de culturas muy diferentes en todo el mundo», asegura Brian Myers, profesor experto en Corea del Sur de la Universidad de Dongseo.
Desde la división de las dos Coreas en 1948, el país se ha convertido en uno de los más prósperos de Asia. Mientras su vecino del norte ha caído en la pobreza y el totalitarismo, Corea del Sur —con apenas 30 años de democracia— es un modelo para muchos vecinos del continente. El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Corea del Sur, en 2020, fue de 27.745 euros, por lo que se encuentra en el puesto 30 de los 196 países del ranking de PIB per cápita.
«Es una cultura con la que, hoy en día, pueden identificarse en gran parte del mundo. El iraní, por ejemplo, puede ver las series y apreciar el respeto a la familia y la tradición. El occidental puede verlas e identificarse con los jóvenes que se rebelan contra el sistema», añade Myers, que ha sido docente también en la Korea University.
En ese sentido, el devenir demográfico de los coreanos también cobra especial importancia en un país que ha sido tradicionalmente homogéneo. «El número de trabajadores y estudiantes extranjeros ha aumentado rápidamente desde finales del siglo XX, así como el número de familias multiculturales, que ha aumentado hasta alcanzar las 319.000, ya que hay un alto índice de matrimonios entre coreanos y extranjeros», añade el director del Centro Cultural Corano. El Gobierno creó una oficina dedicada a apoyar las actividades sociales de los ciudadanos extranjeros dentro del país y promulgó la Ley de Apoyo a las Familias Multiculturales, para que «las distintas culturas convivan en armonía y se promueva el reconocimiento de las culturas extranjeras que conviven en el país».
Si los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 tuvieron un papel fundamental como instancia para mostrar por primera vez la cultura local, que tomó fuerza a lo largo de la década de 1990 y se exhibió con dominio en la Copa Mundial de Fútbol de 2002, evolucionando la marca país, desde que emergió el k-pop junto a las producciones televisivas, al añadirse exportaciones tecnológicas de marcas locales, el fenómeno se ha consolidado. Tanto el auge del turismo como la expansión de los contenidos culturales al convertido al país que quedó devastado tras la guerra de Corea de 1950 en una importante potencia cultural en todo el mundo.