10 escritores sobre la idea de España (V)
Andrés Trapiello: «Hoy no haces carrera si estás contra el nacionalismo»
El poeta y escritor considera que «las patrias chicas que aspiran a devorar cualquier otra» son la principal molestia de España
La vida y milagros de Andrés Trapiello (León, 1953) corre paralela a la de tantos españoles: hijo de falangista, se acercó en su juventud al anarquismo, fue expulsado de un monasterio «por descreído» e ingresó en la Joven Guardia Roja para rechazar en la edad adulta la adscripción a cualquier signo político, al menos de forma pública. Eso sí, es un antinacionalista convencido, y con su excepcional literatura –acumula 14 premios con obras como Los amigos del crimen perfecto, Al morir don Quijote o su reciente Madrid– defiende la idea de España y del español como «lo que nos ha traído unidos hasta aquí».
–¿Qué es para usted España?
–El lugar donde nací y donde quiero vivir en paz procurando no darle la tabarra a nadie. Por eso sería bueno que tampoco nos la dieran a los demás con ninguna de esas patrias chicas que aspiran a devorar cualquier otra para crecer.
–¿Por qué cree que muchos intelectuales españoles hablan mal de su país
–Porque tienen de sí mismos una idea exagerada. Es parte de su complejo de inferioridad. Ahora, pierden el pasaporte en el extranjero y se les ilumina la cara en cuanto ven la bandera española del consulado, criaturas.
–¿Se está apoyando lo suficiente la lengua española?
–Desde luego que no. En el fondo creen que lo español es reaccionario y las lenguas regionales progresistas, por eso en algunas autonomías imponen las suyas con verdadero furor, tratando de eliminar la que nos ha traído unidos hasta aquí para imponer las que desde aquí nos quieren separar.
–¿Cuál es hoy la mayor fortaleza y debilidad de la creación literaria española?
–La realidad, su amor a lo real, para bien y para mal, en su vertiente cervantina o quevedesca. Para un español lo real tiene algo también de alucinación, como le sucede a don Quijote, al español le gusta decir la verdad por medio de las ficciones. Por eso le gustan tanto las hipérboles. En lo español hay siempre algo excesivo, para bien y para mal.
–¿Es la literatura española actual mejor o peor que la que se hacía, por ejemplo, hace 70 años?
–Va a depender de lo que leas. Yo leo a un puñado de escritores de hoy igual que leo a Unamuno, Machado o Juan Ramón. Me acompañan lo mismo y me enseñan lo mismo. Los considero igual que a ellos y cada día leo en el periódico media docena de articulistas que no tienen nada que envidiar a Larra, Azorín u Ortega.
–¿Qué tres escritores españoles actuales cree que sobrevivirán al paso del tiempo?
–No tengo la menor idea, y me da igual, entre otras cosas porque no va a estar uno aquí para saber si ha acertado. Pero cuando leo a Savater, Azúa o Eloy Sánchez Rosillo sé que es un privilegio, y a tenor de lo mucho que disfruto y aprendo con ellos no me gustaría que se privaran de ellos en el futuro.
–¿Qué opina de los escritores que se meten en trifulcas en las redes sociales?
–En general son una pérdida de tiempo. Además la experiencia nos dice esto: dos discuten, uno lleva razón y otro no; gana siempre el que no la lleva. La gente en eso de las polémicas tiene sobre todo muy mal gusto a la hora de ponerse de lado de uno o de otro.
–¿Han estado demasiado tímidos los intelectuales españoles a la hora defender a su país durante el pulso separatista catalán?
–¿Tímidos? Es una manera educada de decirlo. La mayoría de ellos viven de gustar, de hacer la carrera. Y hoy por hoy si estás contra el nacionalismo no haces carrera.
–¿Están hoy demasiado politizados los premios nacionales?
–Siempre lo estuvieron y siempre lo estarán. Para eso se hicieron. De vez en cuando aciertan y siempre te los dan cuando ya los tienes; y si no los tienes, no te los van a dar. Las obras no se hacen para el éxito ni para el fracaso. Se hacen para sí mismas, para todos y para ninguno. Y hay premios que te hunden y fracasos que te premian.
–¿Teme ser señalado por haberse atrevido a opinar de estos temas?
–Qué más me gustaría a mí. Y qué más les gustaría a ellos.