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Oprah Winfrey durante su graduación honorífica en HarvardGTRES

La tiranía moderna de la corrección política en las universidades americanas

De cunas de la libertad de pensamiento las instituciones de educación superior más importantes de Estados Unidos han mutado en templos de puritanismo

Hace unos meses un grupo de intelectuales y académicos estadounidenses y británicos anunciaron la creación de una universidad contra «la tiranía de lo políticamente correcto». Habían llegado a la conclusión de que el actual sistema académico estadounidense era un fracaso.

La futura Universidad de Austin, en Texas (UATX), tiene previsto comenzar su camino el año que viene con un programa de verano llamado «cursos prohibidos» donde se debatirán «cuestiones provocativas que a menudo conducen a la censura o a la autocensura». El objetivo final es establecer un programa de licenciatura de cuatro años para el otoño de 2024.

Niall Ferguson, historiador y catedrático de Harvard, uno de los fundadores, ha asegurado que el clima actual en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos se ha vuelto inaceptable, donde se fomenta un clima en el que no se acepta la discrepancia y donde la propia libertad académica corre peligro.

Algo está podrido en el mundo académicoNiall Ferguson, catedrático de Harvard

En un artículo publicado en Bloomberg, el economista escocés sostuvo que «algo está podrido en el mundo académico» y que la combinación de una «erosión de la libertad académica» y de ideologías antiliberales (como el «wokeismo») había llevado a un «clima generalizado de ansiedad y autocensura».

Para Ferguson, la introducción en el mundo académico de términos como «antirracismo», «espacios seguros», «microagresiones» y similares forman «parte de una campaña sostenida para imponer la conformidad ideológica en nombre de la diversidad» en unos campus, los americanos, donde parece haber menos libertad de expresión y de pensamiento que en otras instituciones.

Ferguson es esposo de Ayaan Hirsi Ali; conocida activista contra el Islam de origen somalí; famosa a principios de siglo por convertirse en diputada del parlamento holandés; una de las 100 personas más influyentes del mundo para la revista Time en 2005 (es clarificador de cómo han cambiado los tiempos), que emigró a Estados Unidos y pasó a formar parte de la Facultad de Ciencias Políticas de Harvard, como su marido, luego de obtener la nacionalidad estadounidense.

La activista Ayaan Hirsi Ali en 2016Wikipedia Commons

Otro de los fundadores de la nueva universidad es el economista Tyler Cowen, de ideología ultraliberal; el dramaturgo y director de cine David Mamet; el expresidente del think tank American Enterprise Institute, Arthur Brooks, instituto que publicó una encuesta que afirmaba que más del 60 % del profesorado de las universidades americanas era de tendencia izquierdista, frente a solo un 10 % que admitía ser de tendencia conservadora.

En el grupo también figuran la periodista Bari Weiss, que dimitió de The New York Times después de que lo hiciera el editor James Bennett tras la carta firmada por mil empleados del periódico en protesta por la publicación de un artículo de opinión de un senador que se posicionaba en contra de las manifestaciones de Black Lives Matter; el antiguo rector de la Universidad de St. Johns en Annapolis, Pano Kanelos, que dimitió para ser el futuro rector de la nueva universidad o Larry Summers, ex secretario del tesoro de Bill Clinton, ex asesor económico de Obama y ex rector de Harvard, puesto del que tuvo que dimitir tras ser acusado de utilizar un lenguaje ofensivo para las mujeres.

Harvard aparece de nuevo en la figura de Steven Pinker, otro de los fundadores. Hace un siglo y medio, en 1876, se fundó una revista satírica, precisamente en Harvard, The Harvard Lampoon (La Sátira de Harvard), que desde muy pronto se convirtió en la revista de humor más importante del país. En 1885, el entonces futuro magnate de la prensa y los medios, William Randolph Hearst, el Ciudadano Kane de Orson Welles, destacado miembro de la revista, fue expulsado por sus incesantes gamberradas, entre las que se cuenta la de meter un burro en el despacho de uno de los profesores con un cartel que decía: «Ahora ya sois dos».

Portada de la revista 'The Harvard Lampoon'Wikipedia Commons

John Updike escribió en The Harvard Lampoon, igual que George Plimpton. Los guionistas de series como Los Simpson, Friends o El príncipe de Bel Air publicaron sus primeros chistes en la revista, una divertida y brillante mancha en la pulcritud de la más que centenaria institución. Un siglo después, en los setenta, la famosa revista amplió sus horizontes convirtiéndose en The National Lampoon. Doug Kenney y Henry Beard, dos estudiantes, lograron que, en su mejor momento, durante la creciente década de 1970 a 1980, la revista tuviera una tirada de un millón de ejemplares.

The National Lampoon fue la cumbre y la esencia de la incorrección política harvardiana y universitaria estadounidense, a partir de la cual todo empezó poco a poco a bajar a un estado más alto de puritanismo (donde nos encontramos) que en 1876. En The National Lampoon, el tótem de la contracultura estadounidense de la época (la contracultura de nuestra época es el woke, el nuevo puritano), se publicaban chistes, viñetas y artículos irreverentes como El libro de fotos del bebé vietnamita, tema candente en la época, un tebeo protagonizado por una niña llamada Eloise que vivía en un prostíbulo.

Minnie Mouse haciendo top-less en una portada. Mujeres semidesnudas, ingenios como Las emocionantes e increíbles aventuras de una roca, de Michael O'Donoghue, parodias de los festivales jipis, como Woodstock, sátira a diestra y siniestra, al Islam, al catolicismo, al judaísmo. A los Kennedy y a Nixon. A los nazis. El germen del Saturday Night Live y de películas como Desmadre a la Americana. John Landis, John Hughes, John Belushi, Bill Murray o Harold Ramis formaron parte de esta políticamente incorrecta locura que tocaba salvaje y desconsideradamente («alta y baja cultura», decía Tony Hendra, otro de sus creadores) todos los estamentos y todos los temas de la sociedad pasada, presente y futura. Un tartazo al Che Guevara, la ironía de Chevy Chase, uno de los Lampoons: «El socialismo funciona. Creo que Cuba podría demostrarlo», o la portada con una pistola apuntando a un perrito con el lema: «Si no compras esta revista mataremos al perrito».

«El capitalismo es un engaño»

¿Qué dirían de esto en las universidades del siglo XXI donde se expulsa a profesores simplemente por expresarse en contra de los dogmas o se cancelan invitaciones a dar conferencias como la del científico de la universidad de Chicago, Dorian Abbott, debido a sus opiniones en contra de la discriminación positiva? Y lo hacen los mismos profesores, compañeros, que se pasean por los campus como el de la universidad de Santa Bárbara, profesores de economía, según cuentan los alumnos, con camisetas que rezan: «El capitalismo es un engaño».

Universidades donde se enseña, por ejemplo, que «la libertad de mercado es un sistema de perpetuación de las desigualdades sociales». Cuenta un ex residente de Palo Alto que en las universidades californianas no se concibe que no seas demócrata, donde se ve a los ricos con sus carísimos automóviles Tesla haciendo propaganda de Bernie Sanders, el senador y candidato a la presidencia de los Estados Unidos que admira a Fidel Castro, «el hombre más sabio del mundo», según Oliver Stone. Los ricos actores hollywoodienses como Sean Penn, quien dijo de Hugo Chávez que era «una de las fuerzas más importantes que hemos tenido en este planeta».

Conchito

Sanders y Hollywood aparte, se hablaba por los campus del Black Lives Matter como del maná surgido del cielo en contra de Donald Trump, cuando se entonaba el góspel, y tras cuya elección los profesores no fueron a clase en señal de protesta o lloraban en las mismas aulas delante de los alumnos. Eso sucede hoy en las universidades de Estados Unidos. También en Harvard, cuna del Lampoon, de la sátira más mordaz.

Julio Valdeón, escritor español residente en Estados Unidos, escribió en La Razón: «los principales focos de infección de la pandemia asolan las facultades de humanidades. Donde ya no extraña a nadie que Richard Dawkins, etólogo, biólogo evolutivo, profesor emérito jubilado del New College, Oxford, uno de los divulgadores científicos más laureados del mundo, sea recibido con los honores debidos a un miembro del KKK. Todo porque osó defender a los dibujantes de Charlie Hebdo y a escritores como Salman Rushdie de los ataques y atentados de los fundamentalistas religiosos...».

Venir aquí ha sido como ser invitado a cenar por los BorgiaJohn Wayne

Ayan Hirshi Ali, la esposa de Niall Ferguson, ambos fundadores de la nasciturus Universidad de Austin, una de las mujeres de moda en los primeros dos mil. Una de las cien personas más influyentes del mundo en 2005 según Time, quince años después, vio cómo la Universidad de Brandeis, según contó también Valdeón, «le arrebataba los honores que previamente le había concedido. ¿Su pecado? Molestar a los estudiantes que ven con malos ojos que una víctima de ablación, prófuga de su país para evitar una boda forzosa, y amenazada de muerte, haya defendido la renovación del Islam para que acepte la modernidad».

En Harvard Lampoon disfrutaban mofándose, por ejemplo, de John Wayne, representante del Hollywood conservador. Una de las tradiciones de la revista era invitar a los personajes que satirizaban a debatir en la universidad. Casi ninguno aceptaba el desafío, pero Wayne sí lo hizo y en 1974 se presentó en el campus graciosa y poderosamente triunfal subido a un carro de combate y seguido por un jeep y una limusina. Los miembros del Lampoon iban con smokings y rifles del plástico.

«Venir aquí ha sido como ser invitado a cenar por los Borgia», dijo. «Y que conste que acepté acudir rechazando la invitación para pasar un fin de semana de campaña con Jane Fonda», añadió con imprevista y celebrada ironía en referencia a la actriz y su activismo contra la guerra de Vietnam.

El embrión

El público aplaudía las agudas y descaradas preguntas y respuestas sin tregua de los contendientes: «¿Es cierto que desde que perdió peso la hernia de su caballo ha mejorado?». «Bueno, es verdad que mi peso era demasiado para el pobre animal. De hecho, acabamos enlatándolo en conserva y creo que es lo que habéis estado comiendo en The Harvard Club».

«¿Es cierto que su peluquín es de pelo de pony?», contraatacaban. «¡No, es pelo de verdad! No es mío, pero es de verdad”, respondió Wayne ante el alborozo de la audiencia, de los medios y de los rivales.

Sí. Esto fue una vez verdad. Érase una vez en Harvard y en las universidades estadounidenses que existía la libertad. Lo recuerda Elvira Roca Barea, que fue profesora, justo después del 11S, en la quizá más famosa universidad del mundo: «Entonces todo estaba en embrión. La gente todavía se reía (como los lampoons) de aquellas cosas que parecían una especie de puritanismo redentorista. Lo gordo vino luego». Es decir, ahora.