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La escritora y periodista Carla Pina, autora del libro «Fake News»Carlos Pina

Libro «Fake News»

«Las 'fake news' no son noticia, son pura desinformación y siempre tienen una agenda detrás»

Las periodistas Carla Pina y Cristina Martín Frutos realizan una necesaria guía práctica para entender cómo se generan y difunden los bulos y qué podemos hacer para frenar su viralización

Todo había empezado con Donald Trump acusando a los medios de comunicación que él consideraba contrarios a su presidencia de realizar fake news; es decir, de difundir noticias falsas sobre él y su Gobierno. Pero en la pandemia vimos arreciar una nueva oleada de bulos que se propagaban, alimentados por el miedo y el enfado –y también el aburrimiento y el encierro–, por medios como WhatsApp o las redes sociales. ¿A quién no le llegó un novedoso método para combatir el coronavirus o quién no escuchó (y reenvió) el audio del «médico» del Hospital Gregorio Marañón alertando sobre la horrible situación médica? 

La viralidad de esos bulos nos hizo reflexionar, algo que también hicieron Carla Pina y Cristina Martín Frutos. Las dos periodistas decidieron ponerse a escribir Fake News. Guía para sobrevivir a los bulos, una guía divertida, práctica y amena que enseña al lector, paso a paso, cómo se generan las noticias falsas, con qué finalidad, por qué resulta tan tentador compartirlas, cómo se difunden, qué peligros entrañan, cómo podemos desenmascararlas y qué podemos hacer para frenar su viralización. Y todo ello a través de un recorrido por los mecanismos cerebrales que alimentan nuestra necesidad de información, nuestra adicción al reenvío, cómo nació y cómo se desarrolló la «cultura fake» y diversas entrevistas al «consejo de sabios»: el periodista Víctor Sampedro; el psicólogo Ramón Nogueras; la cofundadora de Maldita, Clara Jiménez; el presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE), Nemesio Rodríguez; la directora de Internacional Fact-Checking Network, Cristina Tardáguila, y el presidente de la Asociación de Periodistas de Investigación, Antonio Rubio.

El Debate ha hablado con Carla Pina, que ha tenido una brillante trayectoria en diferentes medios de comunicación y que, tras sumergirse en el mundo del periodismo de datos primero y del periodismo social, se acabó especializando en fake news y verificación de datos

El libro «Fake News» (ConCiencia Editorial), escrito por Carla Pina y Cristina Martín FrutosMaría Serrano

–Para quien aún no lo sepa, ¿qué son las fake news?

–Es información falsa que se comparte con un interés. Siempre hay un interés detrás de una noticia falsa. Hay varios tipos de fake news: la gente no sabe que, por ejemplo, una sátira es también una noticia falsa.

–¿Es lo mismo una noticia falsa que un bulo?

–Es exactamente lo mismo. La diferencia simplemente es que ahora mismo está de moda llamar a los bulos fake news, que es un término que popularizó Donald Trump. El problema es que hoy en día las fake news se asocian a los medios de comunicación, pero evidentemente nosotros los periodistas no publicamos noticias falsas. Por eso desde el campo académico se trata de eliminar este término: porque no son noticias. La propia definición de la noticia implica que no puede ser falsa. Es más adecuado el término bulo o desinformación.

–Tras su investigación, ¿cree que siempre hay una agenda oculta o que en ocasiones se difunden informaciones falsas por puro desconocimiento?

–Muchas veces, la mayoría, se hace por ignorancia. No se trata de que seamos tontos, sino que es imposible tener toda la información. Nosotros, como periodistas, entendemos mejor cómo funcionan las noticias, ya que es nuestro campo de trabajo. Pero la mayoría de ciudadanos no tienen herramientas ni lo que llamamos alfabetización mediática, que es lo que necesitan para discernir una información falsa de una verdadera. No se nos educa en esto, y debería estar presente en las escuelas, y sobre todo en las universidades. De hecho, es una asignatura que existe en otros países, ya que la información es algo fundamental para que funcione la democracia. Y no solo porque tenga consecuencias políticas, como por ejemplo que pueda condicionar el voto, sino también para la salud, como hemos visto.

La mayoría de los ciudadanos carecen de herramientas o alfabetización mediática para reconocer una noticia falsaCarla Pina

–¿Cómo se generan, de dónde proceden estas desinformaciones?

–Llegan de muchos sitios y versan sobre muchas temáticas. Es cierto que hay algunos bulos que pueden proceder de los medios de información –por ejemplo, cuando no se contextualiza una noticia o cuando el titular no corresponde con la información–, y hay otros que vienen de organismos oficiales, de partidos políticos que buscan desestabilizar a sus oponentes… También algunos tienen una finalidad lucrativa, y generan bulos para vender algún producto milagroso que los combata. Es muy peligroso: tenemos que trabajar juntos todos los actores implicados, también la ciudadanía, siendo receptora activa de información.

–¿Qué consecuencias puede tener la propagación de una desinformación?

–Puede llegar a derrocar un Gobierno, puede generar una crisis, puede hundir la reputación de una persona. Repito: son muy peligrosas. Lo vimos recientemente con el asalto al Capitolio, un allanamiento que Trump alentó [Trump tiene un capítulo exclusivo en el libro Fake News]. Los bulos se emplean para desestabilizar democracias, sobre todo en algunas potencias del Este, donde existen granjas de bots: es una nueva Guerra Fría, pero realizada esta vez a través de la desinformación. Es un arma muy poderosa.

–En el libro se incluye un glosario, llamado la Feikpedia. ¿Qué es, por ejemplo, un bot?

–Un bot es un robot, como Alexa o Siri, a los que conocemos tan bien. Son inteligencias artificiales que simulan acciones humanas. Se utilizan para la difusión y el reenvío de información, independientemente de que sea buena o mala. Es decir: son los grandes propagadores de bulos.

El primer paso de la verificación: leer

–¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

–Constanza, la editora, mi compañera Cristina y yo estábamos muy preocupadas por la desinformación que se produjo durante la pandemia. Todos sufrimos esos chats de familiares y amigos, esos grupos donde se compartían desinformaciones sin ningún tipo de fuente o verificación. Nos dimos cuenta de que en general, la gente carece de herramientas, y si las tiene, son insuficientes cuando predomina el miedo o las decisiones son más sentimentales que racionales. Estábamos enfadados con los políticos y reenviábamos lo que nos llegaba sin pensar y sin reflexionar las consecuencias que tiene para el Estado de Derecho. Entonces se nos ocurrió publicar un libro en formato de guía, con trucos y herramientas para identificar esos bulos.

Cristina Martín Frutos es coautora del libro «Fake News»

–¿Cuál es el primer paso para saber si una información es o no verdadera?

–Es muy sencillo: leer mucho. No quedarnos nunca en el titular, algo de lo que todos pecamos alguna vez, sino leer la noticia completa. Otro truco es consultar siempre Google, ante la mínima sospecha. Si hay muy pocos resultados, probablemente es una desinformación. Y de las más importantes, además de básica y fácil, es acudir a las fuentes oficiales y a los organismos que emiten sus propias comunicaciones: la policía, los ministerios, las instituciones… Por supuesto se puede acudir a los medios de comunicación; algunos incluso cuentan ya con un servicio de verificación mediante WhatsApp en el que te dan contexto y te explican por qué esa información es verdadera, falsa o simplemente está fuera de contexto.

–En el libro hay capítulos curiosos, como los que explican nuestros mecanismos cerebrales. ¿Por qué necesitamos mentir, por qué sentimos esa compulsividad a la hora de reenviar noticias?

–Mentir forma parte de nuestra integración en la sociedad. La mayoría de las veces utilizamos la mentira para no herir a las personas que tenemos cerca; es un recurso. Todos mentimos muchas veces cada día, y tendemos a exagerar, que es otra forma de mentir. La necesidad de compartirlo todo se explica por nuestro deseo de ser los primeros: nos encanta tener la exclusiva, saber que hemos sido nosotros quienes les hemos descubierto la información a los otros. También nos encanta tener razón, por eso tendemos a compartir aquella información que cuadra con nuestra ideología o con nuestra forma de pensar. Por último, aunque hay muchos matices y muchas razones, informar nos hace sentirnos integrados dentro de un grupo, nos hace sentirnos bien porque es una forma de ayudar.

–¿Cree que en España todavía hay mucha de esa «cultura fake» a la que alude en el libro?

–Según el Digital News Report de 2021, en los últimos años existe una gran desconfianza de los españoles en los medios de comunicación. Eso repercute tanto en la forma de consumir información como en lo que tendemos a considerar verdadero o falso. Pero el fenómeno no es ni mucho menos nacional; se da en todos los países. Suelo citar a Trump porque ha sido el máximo exponente de estas desinformaciones, pero por ejemplo Bolsonaro le va a la zaga. El problema con los medios es que los ciudadanos sienten más desconfianza con aquellos que les proporcionan la información.

–Como periodista, ¿hay algo de autocrítica en el su reflexión?

–Según los principios del periodismo, es cierto que lo primero es verificar la información. En los últimos años, por la propia crisis del periodismo, por la publicidad que ha perdido fuelle, hemos evolucionado hacia un modelo periodístico que busca dinero a través de los clics. Esto se traduce en un detrimento de la calidad y un aumento de la cantidad. Los medios de comunicación deberíamos hacer autocrítica, porque lo primero es contrastar y verificar una información, aunque es cierto que cuando un periodista está muy precarizado, es muy complejo. Pero no imposible.

Una de las ilustraciones del libro «Fake News»María Serrano