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La escritora Virginia Woolf, retratada por Henrietta GarnettNational Trust / Charles Thomas

Un nuevo libro rescata los tres viajes por España de Virginia Woolf: «Es el país más espléndido que he visto»

La editorial Itineraria reúne la experiencia de la escritora al sur de los Pirineos, donde «hacía mucho calor» y «los cielos son irremediablemente azules»

«España es, con diferencia, el país más espléndido que he visto en mi vida», aseguraba la escritora británica Virginia Woolf, que viajó por el país en tres ocasiones y plasmó sus impresiones en diarios, cartas y ensayos que ha recogido la editorial Itineraria en un libro.

Hacia el sur. Viajes por España de Virginia Woolf es el título de este libro que recoge por primera vez todo lo que esta autora, una de las escritoras más innovadoras del siglo XX y figura fundamental del feminismo, escribió sobre sus estancias en la península.

Virginia Woolf (Londres, 1882-Sussex, 1941) viajó a España en tres ocasiones. La primera fue en 1905, con solo 23 años, en compañía de su hermano Adrian, tras una grave depresión que sufrió a la muerte de su padre; en 1912 vuelve a España en su luna de miel con Leonard Woolf, en un viaje en el que también fueron a Italia; y regresaron en 1923 a las Alpujarras a visitar a su amigo Gerald Brenan.

La editorial Itineraria, especializada en la publicación de literatura de viajes, explica que Hacia el sur no se trata de un libro de viajes al uso, ya que se compone de extractos de cartas, ensayos y diarios de la escritora británica recopilados de distintas publicaciones y muchos de ellos inéditos en castellano, pero sí recoge lugares por donde pasó. Lugares como Amonhon, que parece que confundió y en el que se basa su ensayo Una posada andaluza, publicado en The Guardian el 19 de julio de 1905.

«Hacia el sur. Viajes por España de Virginia Woolf» (editorial Itineraria)

Y es que, tras una búsqueda en mapas de las redes ferroviarias de la época, todo apuntaría, se explica en el libro, a que se trata de una pedanía llamada Almorchón, perteneciente a la localidad de Cabeza del Buey, en Badajoz, ya que cuenta con una estación ferroviaria desde el siglo XIX y un castillo que coinciden con su itinerario y descripción: tan solo por unos kilómetros de diferencia Una posada andaluza sería en realidad «Una posada extremeña».

Un libro ilustrado por Carmen Bueno, que dibuja los lugares que pisó la escritora en sus viajes por Andalucía, y que cuenta con prólogos de escritoras e investigadoras especializadas en la obra de Woolf: Verónica Pachecho, Ángeles Mora y Anita Botwin.

La profesora de la Universidad Pablo de Olavide y traductora literaria Verónica Pacheco explica cómo en los textos que Virginia Woolf escribió durante su primer viaje se vislumbra una joven londinense casi disgustada por la ausencia de comodidades a la que está acostumbrada. Pero ya en el segundo, y sobre todo en el tercer viaje, casi 20 años después del primero, ve España con otros ojos, «maravillada con los paisajes de Granada, con la libertad de la naturaleza salvaje, los olores y los colores que le fascinan», indica Pacheco.

Diarios, cartas y ensayos

Impresiones que cuenta en diarios y cartas. Desde que era una niña, Virginia Woolf escribía en su diario de manera habitual. Y la escritura de cartas era una actividad cotidiana e innata en su familia, misivas que se apilaban, ataban y guardaban para preservar el pasado. En una carta tras su segundo viaje a España, fechada el 17 de septiembre de 1912, escribe: «Creo que España es, con diferencia, el país más espléndido que he visto en mi vida». «La única pega que le pondría a nuestro viaje es que hacía mucho, demasiado, calor en Madrid y en Toledo, y que estos cielos son irremediablemente azules», asegura.

En mayo de 1923 publica el ensayo Hacia España, en el que relata un extenso viaje y en el que aparecen frases como «el sombrero del hombre inglés es insignificante para Sierra Nevada».

La escritora y poeta Ángeles Mora (Premio Nacional de la Crítica 2015 y Premio Nacional de Poesía 2016) recuerda también en el prólogo al libro cómo a menudo se ha considerado que en Virginia Woolf la vida y la literatura se confunden: «Su vida es su escritura y su escritura es su propia vida».