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Andrés Montero ha recorrido Chile a caballo, de Bucalemu a Puerto WilliamsMaría Serrano

Andrés Montero, el hombre que cruzó Chile a caballo durante tres meses para reivindicar su unidad

Tras más de 3.200 kilómetros, este jinete plasmará sus experiencias en el libro De Bucalemu a Puerto Williams. Una cabalgata por la patria: «Todo se ve diferente desde lo alto del caballo, deteniéndote en cada instante»

El pasado 28 de enero, Andrés Montero llegó a Puerto Williams, en la Isla Navarino, para concluir su travesía de 3.200 kilómetros a caballo por Chile. Esa que inició el 24 de octubre en la Región de Valparaíso y gracias a la que ha experimentado alegrías y pruebas, y tras la que ha descubierto una forma diferente de vivir: tranquila, pausada, con calma y viviendo cada instante.

«Esto lo hago porque quiero que las generaciones jóvenes conozcan y amen el campo, que se enamoren de su país, que lo pueblen y lo reivindiquen», explica el jinete, de 63 años. Hay una canción argentina que dice que la tierra sufre si la abandonamos, y Montero la cita para hablar del «sur-sur», esa zona límite, el «fin del mundo», donde se acumulan pequeñas islas en el llamado Archipiélago de Tierra del Fuego y que hoy han sido abandonadas en aras de una vida mejor en la ciudad.

Por ello, y por las tensiones políticas que asolan Chile desde que Gabriel Boric asumió la presidencia, Andrés Montero, director de la Sociedad Nacional de Agricultura, ha querido atravesar su país de punta a punta con su bandera a cuestas: la Estrella Solitaria, sus caballos y su firme intención de mantener su país unido han sido sus fieles compañeros de camino durante 92 días.

–Ha pasado tres meses cabalgando desde Valparíso. ¿Por qué decidió comenzar este viaje?

–Son varios objetivos. El primero y más importante es que en Chile hoy en día existe un interés, por parte de algunos grupos extremos, de transformarlo en un país plurinacional y que deje de ser una nación unitaria. Nosotros tenemos una bandera, un territorio, y se han realizado muchas 'marchas de caballos' para defenderlos, para reivindicar nuestras tradiciones. Por eso quise hacer un recorrido por todo el territorio, desde Santiago de Chile hasta el extremo austral.

–¿Y por qué a caballo?

–También quería rendirle un homenaje a este noble animal que nos ha acompañado desde tiempos de los conquistadores españoles, y que han estado presentes en nuestra agricultura y en el transporte y han ido perdiendo protagonismo. El viaje ha sido una reivindicación del rol del caballo en la historia, y un intento por mantenerlo como referente de chilenidad y del mundo rural.

–¿De qué manera es diferente viajar a caballo que hacerlo en otro transporte?

–Además de la relación que estableces con el caballo, después de trabajar durante más de cuarenta años atravesando el país he podido contemplar Chile a una velocidad distinta. La velocidad del caballo, a unos 6 km/hora, te permite fijarte en pequeños detalles, disfrutar de cada instante. Todo lo que he vivido lo estoy plasmando en un libro que se publicará el 20 de agosto titulado De Bucalemu a Puerto Williams. Una cabalgata por la patria.

–¿De qué manera se relaciona también con su oficio?

–Yo soy director de la Sociedad Nacional de Agricultura, una entidad equivalente a lo que es la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores en Espala, y tenía interés en conversar con pequeños agricultores en distintos lugares del país, especialmente con los estancieros de la Patagonia, que están lejos y olvidados por el gobierno central por la ciudadanía en general, que se acumula en torno a Santiago.

Andrés Montero con su caballo y la bandera de Chile

–¿Cómo ha ayudado esta travesía a la unidad de Chile, qué está sucediendo en su país?

–Tenemos un gobierno de extrema izquierda que está intentando, por todos los medios, transformar Chile en un país plurinacional. Eso significa que tendría 13 etnias con derechos y atribuciones propias. En paralelo, se está discutiendo este tema en una convención constitucional y se está preparando una nueva Constitución, que será aprobada en plebiscito en septiembre. Hasta ahora, esa comisión constituyente ha aprobado internamente una cantidad de leyes y regulaciones que han transformado ya Chile, que ha pasado de ser un país unitario a un país con 13 distintas etnias, muchas de ellas con una representatividad muy pequeña. Las etnias no superan el 4 % de la población. De hecho, personas que no pertenecían a una etnia se han convertido, por un proceso fraudulento, en «originarios». Con que una persona esté de acuerdo con «los principios y las formas de vida» de una etnia es considerada automáticamente «originaria». Por eso han pasado del 4 al 12 %. Además, se les han concedido escaños en el Congreso, por lo que se está perdiendo el concepto democrático que dice «una persona, un voto».

–También reivindica el origen común de todos los chilenos.

–Quiero unir la patria, reivindicar el rol de la bandera chilena, reconocer nuestra historia y nuestro origen común, que viene de España. No tiene sentido negar esto: los españoles se mezclaron con los «originarios», y por ello somos un país mestizo. Retrotraer la historia 400 años no corresponde: somos todos chilenos, igual de chilenos. Una única patria unida.

Quiero unir la patria, reivindicar el rol de la bandera chilena, reconocer nuestra historia y nuestro origen común, que viene de España

–¿Cuántos kilómetros ha recorrido en total?

–Han sido tres meses de travesía y un total de 3.200 kilómetros. He recorrido los Andes, donde el clima es duro, y he atravesado ciudades, los territorios del «sur-sur» (desde Tierra del Fuego hasta Puerto Williams en el Canal Beagle no hay huella, no hay nada). He cruzado bosques y turbales (lugares muy pantanosos, en los que los caballos se entierran). Ha sido una experiencia muy límite y muy dura, porque además tengo 63 años, así que la fortaleza física y mental ha sido muy importante. ¡Y lo he logrado!

–¿Y cómo se ha preparado para realizar una proeza así?

–Soy el décimo hijo de doce y me crie en el campo: anduve a caballo desde pequeño. He sido maratonista y ciclista de ruta. El ciclismo de ruta ayuda mucho para montar a caballo. De hecho, soy admirador de la vuelta a España y de Induráin. El ciclismo es un deporte muy completo y me sirvió como preparación física. También tenía la fortaleza mental, porque quería cumplir un objetivo muy exigente, pero nunca tuve dudas, nunca pensé en detenerme. En distintos tramos me acompañaron algunas personas, que también fueron una ayuda, además de la compañía del caballo.

El caballo de Andrés Montero, engalanado, y algunos de sus compañeros de travesía

–¿Qué es lo que más le ha sorprendido de su recorrido?

–Me quedo con la Patagonia, con Tierra del Fuego, con esos estancieros duros que tienen establecimientos ganaderos en lugares muy aislados, con un clima muy frío, y que hacen patria. También con los colonos del río Baker, que es el más caudaloso de Chile. Toda esa gente vive haciendo soberanía en lugares aislados.

–¿Y el momento más límite, en el que llegó a temer por la consecución de su objetivo?

–En la cordillera de Darwin, en el extremo sur de Chile, llegué a un lugar en el que no podía seguir con los caballos y tuve que liberarlos y continuar a pie. Llevaba una mochila y dejé parte del equipaje y mi silla de montar en un lugar con una marca georreferencial con la idea de volver a por ello. Llevaba comida y bebida en la carga de los caballos... Vi cómo se unían a los caballos baguales, que son los caballos salvajes que viven libres en Chile. Es decir, que los caballos están bien. El problema éramos nosotros, mi compañero y yo, que tuvimos que hacer la última etapa a pie, aunque finalmente en Isla Navarino nos dejaron monturas los gauchos, por lo que pudimos concluir la travesía.

–¿Dónde dormían, al raso?

–La mayoría de las veces, en casas de campo de distintos agricultores con los que nos habíamos coordinado antes. También en algunos regimientos del Ejército de Chile y de la Armada de Chile, en escuelas agrícolas de la Sociedad Nacional de Agricultura y unos diez días en tienda de campaña. Realizamos algunos cruces en barco con los caballos, porque no hay carreteras completas en el territorio sur.

–¿Qué reflexiones se lleva de este viaje físico y espiritual?

–Las lecciones vitales son varias, pero sobre todo una: que no hay nada imposible. Cuando dije que iba a hacer este viaje, mis amigos y mi familia me dijeron que estaba loco y que no era posible. Pero lo he logrado. También he aprendido que Chile es un país maravilloso y que hay que cuidarlo y mantenerlo unido: si lo desmembramos vamos a destruirlo.

Chile es un país maravilloso y que hay que cuidarlo y mantenerlo unido: si lo desmembramos vamos a destruirlo

–¿Qué se siente después de pasar tres meses con un caballo?

–El caballo es un animal muy noble con el que estableces una relación. Yo anduve con siete caballos distintos, pero con dos de ellos anduve 2.100 kilómetros: El Cachorro y El Arriero. Esos dos caballos son unos monstruos, fabulosos. En general, si los cuidas, responden, y se van adecuando a los paisajes y las geografías. Es uno de los regalos más grandes que, en mi opinión, nos dejaron los españoles.

–¿Qué visión hay en Chile de la leyenda negra española?

–Algunos estamos orgullosos de la Hispanidad, y otros quieren culpar a España de todos los males de América Latina. El peor es el presidente de México. El nuevo gobierno de Chile quiere mantener buenas relaciones con España, pero renegando de la historia y de los vínculos de la religión, el idioma y las costumbres. Nosotros tenemos que cuidar la historia y escribirla bien, adecuándola a los contextos de la época. Es muy peligroso el revisionismo histórico.

Andrés Montero, en otro de los espectaculares paisajes chilenos que ha contemplado en su travesía

–¿Qué cree que queda por hacer?

–Hay una tarea pendiente muy urgente: ayudar a generar incentivos para que haya mayor población en Tierra del Fuego y en la Patagonia chilena. Mucha gente abandona el campo y se va a las ciudades: prefiere vivir en una pequeña casa chica en el pueblo que en una casa grande en el campo. Pero ahora mismo las redes de comunicaciones son muy buenas, hay caminos, escuelas y centros de salud que te permiten vivir en el campo sin mayor dificultad. En Tierra del Fuego viven 7.000 chilenos y en Argentina viven 150.000, así que hay que venirse al sur, hay que recorrer y poblar este país