Siri Hustvedt: «La elevación de la mujer produce misoginia, furia y rabia»
La escritora estadounidense, premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 y mujer de Paul Auster, publica Madres, padres y demás, colección de ensayos en la que cuestiona conceptos como la familia, la maternidad, la identidad o las jerarquías
Se pregunta la escritora Siri Hustvedt (Minnesota, 1955) cómo es posible que todos nazcamos de un vientre materno y vivamos de espaldas a este hecho fundamental de nuestras vidas. Especialista en neurociencia y psicoanálisis, esta autora regresa a la literatura con Madres, padres y demás. Apuntes sobre mi familia real y literaria (Seix Barral), un libro personal donde se ocupa menos de las disciplinas técnicas para profundizar en la historia de su familia. En un encuentro con periodistas españoles, en el que participó El Debate, la ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 reflexionó sobre el papel de la genética, la literatura y la filosofía en la vida.
A partir de la relación con su madre, su abuela y su hija –la cantante Sophie Auster–, así como de las vivencias durante sus años de formación y del aprendizaje que recibió de las que ella califica como sus «madres artísticas», Jane Austen, Emily Brönte y Louise Bourgeois, Hustvedt reflexiona en este compendio ensayístico sobre el papel de la mujer hoy. Su militancia feminista la lleva a analizar la evolución de las perspectivas de género desde su nacimiento, y relaciona directamente esa evolución con un creciente sentimiento «de furia y rabia» por parte de los hombres.
La fuerza de la misoginia
«Misoginia viene del griego miso, 'odio', y gyné, 'mujer'. He llegado a reconocerla en mi propia vida: las bofetadas verbales, la rabia farfulladora, el desdén furioso y las miradas de asco. La misoginia también pisotea, golpea, estrangula, viola, arroja ácido, apedrea, mutila y asesina a las mujeres. Es un odio extraño, porque todo ser humano ha nacido de una mujer». Así comienza uno de los capítulos más importantes de su ensayo, el titulado '¿Qué quiere un hombre?'.
«He leído toda la bibliografía que he encontrado sobre el tema, y me asombra la cantidad de teorías que existen sobre por qué las mujeres somos objeto de odio», explica a El Debate la calificada como «la Virginia Woolf del siglo XXI». En su estudio, Hustvedt va eliminando capas hasta quedarse con un sentimiento central: el del miedo. «El miedo es lo que esta detrás de todo eso, el miedo ante el hecho de que todos nacemos del cuerpo de otra persona, de un ser femenino, y la cultura se aterroriza de esta realidad. Dependemos de ese cuerpo y, en lugar de decir que es maravilloso, la represión y la denigración crea una furia tal y una rabia que se ejerce sobre el proceso del embarazo», ha apuntado. Ese miedo se traduce, según la novelista, en que estamos «desconectados de la madre que nos parió».
La maternidad, un regalo y, en ocasiones, un peso
Siri Hustvedt parte de su experiencia para reflexionar sobre otro de los temas centrales en su ensayo, el de la maternidad: «Puede convertirse en una camisa de fuerza cultural para la mujer», advierte con su habitual ironía. Se pregunta de nuevo cómo es posible que naciendo todos de un cuerpo de mujer, vivamos de espalas a este hecho: «En la Historia se han omitido muchas cosas, muchas narraciones y puntos de vista, pero quizá el más importante es este: se omite la gestación, el embarazo, se omite el nacimiento. Y se omiten desde Grecia», continúa, para destacar con una sonrisa que Platón estaba más interesado en el nacimiento de la Filosofía que de los seres humanos, y de hecho afirma que el nacimiento de las ideas del filósofo tiene más importancia que el nacimiento natural. «Aristóteles asegura que la forma es masculina y la materia es inerte y un principio femenino. Ahí ya tienes la jerarquía establecida, que ha durado hasta hoy. Ya es hora de mirar de cerca y analizar cómo funcionan la omisión y la supresión».
Las jerarquías, la importancia que otorgamos a los temas según encajen en nuestro sistema de valores, son, según la autora, «aparentemente inmutables hasta hoy». Por eso apunta en su libro que la maternidad sigue anclada a «barbaridades sentimentales», como que «la mujer se identifica primero como madre» o que sigamos teniendo en mente «la idea de la maternidad como sacrificio, en tanto que tarea doméstica».
Dado que el útero es «un territorio que la cultura occidental ha reprimido o evitado», según señala en un pasaje, «la cultura se aterroriza ante la realidad de que procedemos de un cuerpo femenino», advertía la escritora en rueda de prensa, al tiempo que alentaba a «reconocer la realidad de nuestra dependencia» porque de ella nacen «la crueldad y la misoginia».
Precisamente el punto de Siri Hustvedt era este: el de relacionar la ruptura de las jerarquías, la reflexión sobre el lugar de la mujer y la desconexión con el hecho mismo del nacimiento con la aparición de la misoginia. «La elevación de la mujer produce misoginia, furia y rabia».
«A la sombra» de Paul Auster
El hecho de ser una escritora casada con un escritor de renombre como es Paul Auster la ha llevado a desarrollar su resiliencia. Una resiliencia que le ha permitido atravesar situaciones como la que nos relata a propósito de un seguidor del historiador ruso Mijaíl Bajtín. Convencido de que era el esposo de la escritora el precursor del acercamiento a Bajtín, quedó profundamente decepcionado de que fuera ella quien se lo hubiera dado a conocer a su marido. Y se marchó.
«Se supone que la mujer no ha de saber más que el hombre», lamentaba Hustvedt, antes de afirmar: «Por eso yo soy una bofetada en la jerarquía social preestablecida». Por fortuna, ahora se siente «libre para reaccionar» ante situaciones como aquella, pero confiesa que le llevó «mucho tiempo» y «me hizo mucho daño este tipo de hostilidad».
Durante años, Siri Hustvedt tuvo que soportar que en las entrevistas le preguntaran si era Paul Auster quien escribía sus novelas. «He tenido que tragarme paternalismos y condescendencias. Sobre todo si el entrevistador es un hombre. Enseguida se dan cuenta de que no soy tonta y de que sé mucho, y como eso les enfada, entonces sacan a relucir el hecho de que mi marido es escritor, para golpearme».
Crisis global y aumento de la ultraderecha
Esa furia y esa rabia a la que alude en numerosas ocasiones la autora se está canalizando, según ella, «a través de movimientos políticos». «El fascismo, la ultraderecha, todo es una reacción violenta por parte de estas facciones y tiene que ver con esa misoginia que se autoalimenta. Las autocracias y gobiernos autoritarios, y los temas de la masculinidad como jerarquía, son una respuesta ante el ascenso de la mujer en todo el mundo», lamentaba la escritora estadounidense.
"Por eso, la ultraderecha está furiosa, porque este auge de la mujer, y de las personas de color, se percibe como una humillación para ellos. En realidad, no es que haya pasado nada a los hombres blancos. De hecho, les va igual que siempre, pero esa elevación del prójimo, de la prójima en este caso, les llena de furia y rabia que canalizan a través de estos movimientos políticos».
«El futuro es la tierra de nuestras expectativas, esperanzas, fantasías y proyecciones, o, dicho en otras palabras, el futuro es una ficción», escribe en Madres, padres y demás. Por eso mismo no se atreve a hacer ninguna proyección, tampoco en lo que concierne a la literatura. «Estamos viviendo un momento de crisis global, y no se limita al hecho de que todo el planeta esté en manos de un virus, también tenemos Ucrania, que es el ejemplo más claro de lo que es una agresión, es horripilante». En su opinión, «todo esto ejemplifica el deterioro de la democracia. Estamos aferrándonos de un hilo a un futuro que o bien abrazará los valores plurales y demócratas o se tendrá que retirar».