Así es el cementerio de animales que Mussolini creó hace 100 años para enterrar a su gallina
El primer animal en ocupar un espacio en el camposanto romano, conocido como 'Casa Rosa', fue la compañera de juegos de los hijos de Mussolini
Ser hijo de un dictador de la Segunda Guerra Mundial no tenía que ser cosa fácil. Es probable que Benito Mussolini lo supiera, y por eso decidiera regalarles a sus hijos una gallina, aunque lo hiciera unos meses antes de subir al poder. Si bien se dice que el propio Duce llegó a encariñarse con el animal, la gallina se convirtió en compañera de juegos de sus hijos, especialmente de los más pequeños.
En total, reconocidos, Mussolini tuvo seis hijos. El primero, Benito Albino Mussolini, con su primera mujer, Ida Dalser, con quien se casó en 1914 y se divorció al año siguiente. Inmediatamente después se casó con Rachele Giudi, que había sido su amante desde 1910, y con ella tuvo cinco hijos: Edda, Vittorio, Bruno, Romano y Anna Maria. Pero nunca dejó de tener amantes; entre ellas, Margherita Sarfatti y su compañera final, junto a la que murió, Clara Petacci.
Cuando la gallina de la familia murió, en abril de 1922, el líder fascista recurrió al veterinario Antonio Molon, que cuidaba de sus perros, unos Gran Daneses de pura raza. «Mussolini le pidió a mi padre que, puesto que tenía un terreno, la enterrase para que los niños pudiesen ir a dejar flores y recordar los días que pasaron juntos», explica su hijo y actual propietario del cementerio, Luigi Molon.
«Enfermería y sepultura»
Justo cien años después, el cementerio no solo sigue en pie, sino que se ha convertido en uno de los más importantes, además del más antiguo de Italia: contiene mil tumbas de animales de todo tipo, desde perros y gatos hasta palomas, iguanas e incluso una leona llamada Greta. También hay dos monos, patos, conejos, loros, caballos, hámsteres e incluso un gorrión. «La gente me llama por teléfono y, cuando me dan la confirmación, dos horas después, si el espacio lo permite, estoy listo para el entierro», explica Molon.
Conocido como Casa Rosa, se encuentra a las afueras de Roma, en Via dell'Imbrecciato, en el barrio Portuense, pero la licencia «no es nada oficial», según reconoce el actual propietario, en cuyo despacho permanece una fotografía de su padre con los perros de Mussolini. El terreno solía ser el jardín trasero de la casa de los Molon. A sus puertas, flanqueadas por la estatua de dos perros, un cartel señala el lugar: «Enfermería y sepultura».
A las puertas hay también un monumento que conmemora a «los que no tienen dueño», mientras que en el interior hay una estela con la «Oración del perro». Las tumbas son curiosas: aparecen llenas de mensajes, adornadas con fotografías y mensajes, pero también con velas, guirnaldas, peluches y flores, y, por supuesto, con los juguetes, las correas y otros objetos pertenecientes a los animales allí enterrados.
De los Saboya a Fellini o Brigitte Bardot
Las peticiones de enterramiento llegan tanto de gente corriente como de personalidades, que visitan a sus amigos de cuatro patas casi todos los días. En la Casa Rosa viven los perros y gatos de los Saboya, Peppino De Filippo, Sandro Pertini, Giovanni Leone, Aldo Fabrizi, Brigitte Bardot, Palma Bucarelli, Federico Fellini y Anna Magnani, así como las mascotas de muchos magistrados y senadores.
Aunque este veterano italiano de 78 años comprende el amor que se llega a profesar hacia un animal, ya que él mismo tiene perros, reconoce que algunos de los clientes cruzan la línea entre la realidad y la fantasía. «Hay quienes prefieren hablar con los perros que con las personas», afirma, mientras relata el dolor con el que le llaman a cualquier hora de la noche o la intensidad de ciertos mensajes grabados en las tumbas: «Te quieren tu mamá y tu papá».