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La autora de Larry Potter, N. K. StoufferTwitter.com

Pedro Sánchez, 'Larry' Potter y otros plagios de la historia de la literatura

A las grandes y pequeñas obras de la historia de la literatura, y a algunos de sus escritores, les persigue la sospecha del plagio y copia de fragmentos que se escapan por error en el revisado del texto final

Los ecos y demostraciones de plagio en el mundo de la literatura, el ensayo y la docencia no son nuevos. Las evidentes licencias, la ausencia de cita, la inspiración y la existencia de los «negros» literarios que incluyen páginas y páginas de otros autores en el cocinado de algún libro, tampoco.

El Quijote de Avellaneda

Mientras Cervantes preparaba la segunda parte del emblema canónico literario por antonomasia, alguien debió pensar que «¿por qué no?» Y «¿por qué no él?» se beneficiaba del éxito quijotesco y novelesco de Alonso Quijano.

Alonso Fernández de Avellaneda no fue nada discreto. Sus insultos a Cervantes en el texto ya hacían sospechar que algo escondía aquél misterioso autor detrás del pseudónimo y de su Quijote de segunda división. Las habladurías y las especulaciones a propósito de quién pudo ser aquél impostor, llegan a nombrar, incluso, a Lope de Vega. Aunque no creemos que el Fénix de los ingenios llegara a hacer tal cosa. La posteridad no la consiguió el tácito escribiente del quijote anticervantino más que como segundón y, además, aceleró la publicación de la Segunda parte de El ingenioso Don Quijote de la Mancha ,del real don Miguel de Cervantes Saavedra.

Cela y la cruz de san Andrés

En 1998 la maestra Carmen Formoso levantó una gran polémica tras querellarse contra Cela por plagio, tras ser este galardonado con el premio Planeta de 1994 por La cruz de san Andrés. Formoso, que había presentado Carmen, Carmela, Carmiña a la misma edición del concurso, denunció al Premio Nobel y a la editorial por apropiación indebida y delito contra la propiedad intelectual.

Además, el propio Miguel Delibes llegó a reconocer que Planeta también le había ofrecido a él la gloria de ese premio. En 2002, el periodista Tomás García Yebra publicó Desmontando a Cela. En él dijo que no hubo plagio: sólo una recreación de la obra de Carmen Formoso por parte del escritor y su «negros». El mismo premio Nobel reconoció el error, cuando ya no pudo seguir ocultando detrás su soberbia y su vozarrón todo el engaño.

El libro supuestamente plagiado por Camilo José Cela

Harry 'Larry' Potter

La propia J.K. Rowling se ha visto obligada en más de una ocasión a dar cuentas de la autoría de la saga mágica que le ha convertido en una de las mujeres más rica de la «república de las letras». Su abogados y representantes legales se han distinguido siempre por la lucha denodada de los derechos pertenecientes a la escritora inglesa, buscando en el mundo entero posibles plagios de Harry Potter.

¿Dónde los encontraron? Pues en India y China, en cuyo territorio había nacido un extraño «Larry», muy parecido a Harry, el niño mago. Sin embargo, la Rowling tampoco se ha escapado de las sospechas de la tentación copista. Nacy Stouffer, que dijo que la Rowling robó algunas ideas de su Leyenda de Rah y los muggles, y de otro relato protagonizado también por un tal «Larry Potter» diecisiete años antes, acabó pagando treinta mil dólares de multa por fraude, y durante la instrucción se descubrió que la Stouffer cambió sustancialmente la novela para quela realidad coincidiera con sus denuncias.

Ana Rosa Quintana

En el momento de máxima notoriedad para la televisiva reina de las presentadoras matutinas, una editorial decidió dar el «pelotazo» que pagara las facturas con una novela de fácil venta y promoción. En el año 2000 la novela Sabor a Hiel fue acusada de plagio de páginas y párrafos enteros de distintos libros como Mujeres de ojos grandes de Ángeles Mastretta, El pájaro canta hasta morir de Collen MacCullough, o Álbum de familia de Danielle Steel.

La autora terminó por enviar a los medios de comunicación una carta de disculpas para sus lectores. Pero quizá debería haber incluido en esas disculpas, la razón de por qué los distintos negros literarios y revisores de texto tuvieron tan mal día con Sabor a hiel y el aliño con otros textos.

El libro supuestamente escrito por Ana Rosa Quintana

Lucía Etxeberría

La ganadora de premios como el Planeta, el Nadal o el Primavera de Novela Lucía Etxebarria pudo haber plagiado al psicólogo Jorge Castelló en su libro Ya no sufro por amor (2005), según el párrafo misteriosamente exacto de un artículo del médico aunque, ya en 2001, la revista Interviú acusó a Lucía Etxebarria de tomar prestadas palabras a, nada más y nada menos, que el poeta leonés Antonio Colinas, premio Nacional de Literatura, en su libro Estación de Infierno (2001). El semanario del destape también atribuía al plagio la exitosa Amor, curiosidad, Prozac y dudas (1997), que incluía en sus páginas frases literales de Nación Prozac, de la escritora estadounidense Elizabeth Wurtzel.

Etxebarria se defendió reivindicando el derecho (de todo hombre y mujer) a la intertextualidad —ideas y frases de otros como fuente de inspiración— y se lamentó de ser víctima de un «acoso mediático» que le estaba resultando «tan traumático como una violación». La escritora demandó al semanario, pero éste fue absuelto.

El libro de Lucía Etxeberría

Jorge Bucay

El psicoterapeuta y comercial de la autoayuda Jorge Bucay reconoció tal extremo de plagio en su libro Shimriti (RBA) con párrafos sin apenas modificar de La sabiduría recobrada, de Mónica Cavallé. El despiste copista ocupaba –apenas– sesenta páginas de un total de doscientas setenta. El propio autor reconoció en su propia revista Mente sana que «un error absolutamente involuntario permitió que los textos de la profesora Mónica Cavallé fueran incluidos en Shimriti sin la correspondiente y merecida mención a su fuente».

RBA terminó retirando el libro, que había llegado a vender más de 100.000 ejemplares en España.

De Pedro Sánchez y su talento para los trabajos de doctorado, poco más se puede decir después de estos ejemplos y más allá de lo sabido a propósito de su nota cum laude, o de la ausencia de citas y apropiación de afirmaciones de otros autores en su tesis doctoral Innovaciones de la diplomacia económica española. Análisis del sector público (2000–2012) que, según el título, y a tenor de los últimos acontecimientos diplomáticos, se evidencia que no la debió escribir él.