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Daniel Luque recoge una ovación en el cuarto de la tardeEFE

Feria de San Isidro

Daniel Luque y José Garrido se imponen a los mansos y al viento

Un espectáculo frustrante en el que los toreros no pudieron hacer nada más

El sevillano Daniel Luque y el extremeño José Garrido, que dio una vuelta al ruedo, acertaron a imponerse por valor y oficio a la desabrida mansada de Valdefresno lidiada este martes en San Isidro, en una tarde de fuerte viento, que acrecentó sus dificultades.

La decimoséptima corrida del abono madrileño fue un espectáculo frustrante, por el mal juego del ganado, y desagradable, por el fresco viento de una tarde desapacible para los toreros y para el público asistente que casi cubrió las tres cuartas partes del aforo.

Apenas en un par momentos de mérito e interés se sacudió el festejo del tedio provocado por una moruchada de la divisa salmantina que no dejó de huir o de soltar violentos cabezazos, absolutamente negada a la embestida.

El instante más ovacionado por el aterido público fue el que protagonizó José Garrido con el tercero, otro manso con acusada querencia a tablas que, al menos, tuvo una docena de embestidas bruscas pero aprovechables. Y así lo hizo el extremeño, porque, para sacárselas, supo encontrar el terreno adecuado -el tercio y las tablas del tendido 1- y cercano a chiqueros, en donde el de Valdefresno permaneció un rato sin rajarse.

Picador derribado durante la lidia en Las VentasEFE

Aunque molestó, y mucho, el viento para el manejo de la muleta, aguantó Garrido con firmeza para sacar pases que conectaron con el tendido y, finalmente jugarse el tipo al dejar una estocada tras la que el manso le persiguió con saña hasta el tercio contrario, en un angustioso «sprint».

Los méritos de los toreros tuvieron continuidad inmediata con el cuarto, un auténtico «pavo», de aparatosos pitones cornivueltos, que ya salió huido del caballo para refugiarse en las tablas de sol, adonde Daniel Luque aceptó plantearle un pulso de voluntades.

Comenzó el toro soltando tornillazos a la muleta del sevillano, pero, al no alcanzarla, comenzó a querer salirse de las suertes, lo que tampoco le permitió su matador, que derrochó con él seguridad y firmeza.

Ya con las cartas sobre la mesa, Luque se aferró a la arena muy cerca de los pitones y, sin ceder ni un palmo de terreno, le consintió parones, dudas y amagos durante un largo espacio de tiempo, sin respiro ni para el toro, por si veía un hueco para la huida, ni para él mismo, que nunca se separó de allí siquiera para tomar aire.

José Garrido durante su primera faenaEFE

Fue una faena de enorme mérito la del diestro de Gerena, pero poco apreciada por una afición que, ni en los días más tranquilos, sin el público efusivo del fin de semana, parece ya distinguir el valor natural y sin aspavientos de los alardes efectistas. Así que Luque se tuvo que conformar con una tibia ovación de escaso reconocimiento.

Ni Luque ni Garrido pudieron sacar más de los otros toros de su lote, igual de negados y bruscos, igual que un sexto que se movió sin celo ni clase de un lado a otro durante el esfuerzo voluntarioso y lucido de Juanito, que además pasó muchos apuros para tumbarlo.

Casi dos horas y media antes, el joven portugués había confirmado su alternativa con el único Valdefresno medianamente potable de la mansada, que salió también barbeando tablas pero acabaría empleándose con cierta nobleza por el pitón derecho a lo largo del desigual y anodino trasteo del confirmante.

Ficha del festejo

Decimoséptimo festejo de la feria de San Isidro, con algo menos de tres cuartos del aforo cubierto.

Seis toros de Valdefresno, todos cinqueños, desiguales de volumen aunque con hondura y bien armados. Corrida mansa y de acusada querencia a tablas. Salvo el primero, manejable, el resto fueron negados a la embestida, bien defendiéndose a cabezazos o huyendo rajados a las querencias.

Daniel Luque, de corinto y oro: pinchazo, pinchazo hondo, estocada trasera desprendida y descabello (silencio); estocada tendida trasera (ovación tras aviso),

José Garrido, de verde hoja y azabache: estocada trasera (vuelta al ruedo tras petición de oreja); pinchazo y media estocada caída (silencio),

Juanito, que confirmaba la alternativa, de malva y oro: pinchazo, pinchazo hondo y estocada (silencio tras aviso); pinchazo, estocada tendida y nueve descabellos (silencio tras dos avisos).