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El diestro Alejandro Talavante entra a matar durante la corrida de la Feria de san Isidro celebrada este sábadoEFE

Feria de san Isidro

Talavante consuma su fracaso en San Isidro en la corrida de Adolfo Martín

Rafaelillo cortó una meritoria oreja tras protagonizar una de las estocadas de la feria

La estocada con la que Rafaelillo culminaba su primera faena puede ser de premio ahora que la Feria de san Isidro llega a su fin. La conclusión perfecta tras una labor en la que el diestro murciano ha sabido sacar lo mejor del primer Adolfo Martín. Un toro que necesitaba la media altura, pero que embestía con nobleza, y al que ha conseguido templar y mandar tanto por la diestra como al natural, aunque entre unas y otras ha habido otras tandas mucho más grises.

El diestro Rafaelillo entra a matar durante la corrida de la Feria de san IsidroEFE

Puesto en su sitio y cargando la suerte, Rafaelillo ha convencido a una afición discrepante al inicio de la faena y después de una lidia irregular. El estoconazo ya reseñado, que tumbaba al primer albaserrada de la tarde venteña, certificaba la primera oreja.

El diestro Rafaelillo saluda al ruedoEFE

Se le puso la tarde de cara al murciano, pero su segundo toro fue todo lo contrario al primero. Un ejemplar que desarrolló mucho peligro y al que solo pudo sacarle algunos pases con esfuerzo y valentía en la distancia corta. Tiró Rafaelillo de épica, pero ni aún así pudo ser con un animal que lo buscaba en cada muletazo. Pinchazo, otra gran estocada y el reconocimiento de una plaza que ovacionó a un matador que merece un triunfo mayor después de años de lucha con las ganaderías más duras del campo bravo.

Peor salieron las cosas para Alejandro Talavante. Era el san Isidro de su retorno y después de cuatro tardes puede hablarse de fracaso total. Anunciarse con la de Adolfo Martín quiso ser un gesto y ha terminado con una bronca espantosa por parte de la afición de Madrid. Su primera faena fue anodina, pases de uno en uno sin ligazón y fuera del terreno de la verdad. La dejadez con la que se tiró a matar a este primero solo era el anticipo de lo que pasaría con el cierraplazas.

Se lesionó el sexto de la tarde, un animal menos en tipo que el resto de la corrida, y salió al ruedo un sobrero de Garcigrande. Es difícil de explicar que en una tarde marcada por el encaste Albaserrada, una tarde torista, se opte por un animal así como sustituto.

El diestro Alejandro Talavante da un pase al primero de su loteEFE

Entre protestas comenzó Talavante una labor totalmente irrelevante con la muleta y precedida por una lidia nefasta en el tercio de varas que acabó con el monosabio tirando del rabo al toro para sacarlo del peto del caballo, donde había quedado 'dormido'. Una sucesión de pases a un astado carente de fuerza y bravura. Para colmo, se atravesó con el estoque el torero y la bronca subía de tono al sucederse los pinchazos. Pitada monumental en la despedida para el torero que más expectación levantó cuando se anunciaron los carteles de este san Isidro postpandémico. El parón al extremeño no le ha ido nada bien.

Completaba el cartel Manuel Escribano. Optó por poner banderillas antes de una primera faena muy protestada por la falta de colocación y mandó a un Adolfo sosote que acabó por ganar en peligrosidad. Repitió recurso el sevillano en el quinto, e incluso se fue a portagayola. Pareó al toro con mucha estética, pero con algo menos de pureza en el momento de cuadrarse ante el animal.

El diestro Manuel Escribano coloca un par de banderillas al primero de su loteEFE

El toro ganó en sentido y brusquedad. Escribano quiso justificarse y arriesgó todo lo posible para intentar dar forma a una faena llena de peligro y en la que llegó a quedar desarmado hasta en tres ocasiones. Sin embargo, el verdadero reconocimiento llegó tras una estocada muy meritoria pues era necesario sortear la imponente cornamenta del adolfo. Con ese espadazo salvó la tarde el diestro de Gerena.

Corrida desigual de Adolfo Martín, con un primer toro notable y cuatro más reseñables solamente por su peligro, en el mejor de los casos. En cuanto a la terna, Rafaelillo sigue demostrando su mando entre ese grupo de toreros abonados a las ganaderías más duras; Escribano cierra un san Isidro con dos tardes grises en Madrid y Talavante se convierte en triste protagonista al convertir la ilusión de los aficionados por su regreso en airada decepción.

Ficha del festejo

Vigésimo octava y penúltima de feria, con lleno de «no hay billetes» en tarde espléndida.

Cinco toros de Adolfo Martín
, bien presentados, de serias y astifinas defensas, y de juego desigual. Nobilísimo y muy manejable el primero; sin raza y muy apagado el segundo; suavón y con calidad pero sin acabar de romper el tercero; agrio y a la defensiva el cuarto; y difícil y con mucha «guasa» el quinto. El sexto fue un sobrero de Garcigrande, grandón y muy venido a menos.

Rafael Rubio «Rafaelillo» (grana y oro): gran estocada (oreja); pinchazo y estocada trasera y contraria (ovación).

Manuel Escribano (verde botella y oro): dos pinchazos y estocada honda (silencio); estocada trasera y caída (ovación).

Alejandro Talavante (verde esmeralda y oro): pinchazo, media enhebrada en el «número», pinchazo hondo y descabello (silencio); seis pinchazos, media muy trasera y caída, y descabello (pitos tras aviso).

En cuadrillas, Jesús Díez «Fini» saludó tras banderillear al tercero.