Roca (y) Rey de los toreros
El torero de Lima volvió a hacer temblar los tendidos en Alicante con una actuación pasmosa llena de sabiduría, valor seco y poderío
El «sepia» de Morante y el «ruido» de José Tomás apenas dejan espacio en el candelero, más allá de lo taurino, para otros matadores de excepción como el maestro jedi ‘El Juli’ o el prodigio de Roca-Rey.
Todos toreros añosos ya, menos el limeño de buena familia y buena cara, y sentido y sensibilidad, y arte y valor que se derraman, como si su figura fuera una copa fresca y su esencia un grifo del que no pudiera dejar de salir, derramándose sobre el albero, un poderío descomunal.
Cornúpetas volando
Roca-Rey volvió a hacerlo el jueves en la Feria de Alicante (donde también van a estar Morante (hoy) y Tomás, este último por libre con sus cuatro toros ad hoc), recordando que hay figura imponente alrededor de la cual pasan los cornúpetas como volando, como llevados por un huracán, dando vueltas en el aire con la fuerza circular del tornado del Perú.
Una gloria ya. Un fenómeno natural impresionante que se estira con la muleta de rodillas, algo casi único, y luego se vuelve a estirar más, casi hasta el infinito, con esas piernas de flamenco, cuando se pone de pie.
A Roca Rey parece bailarle el capote en ondulaciones preciosas cuando el toro pasa
A Roca Rey parece bailarle el capote en ondulaciones preciosas cuando el toro pasa. Es como si llevara puesto un motor, como el ventilador que mueve el cabello de las estrellas de cine, en el forro. Una especie de brisa que pusiera la capa a hacer olas y a crepitar por las puntas, haciendo saltar hasta gotas cristalinas.
Conocedor del quite, maneja la tela fucsia con la variedad que no se espera y emociona y prepara para lo que viene con la muleta. Del valor, no suicida, casi no se puede ni hablar, fundamento del tornado que empieza a formarse en la arena para llevárselo todo por delante.
Párrafos serenos
No se descompone en la tensión de la postura y aguanta, aguanta siempre, rehuyendo efectismos baratos, alejándose de ellos en cuanto aparecen sin quererlo con el desplante valeroso de verdad, por ejemplo, en medio de una tanda: el paréntesis o el corchete con el que adorna enormes párrafos serenos.
Nada de humedad más allá de la sangre en la taleguilla. Valor seco en una muleta «capotil» en el vuelo que anima la embestida en el parón, un suponer, pasándose el trapo rojo por la espalda con los pitones haciendo pito, pito, gorgorito a un dedo de los muslos clavados, tirantes, que se contonean para seguir con el vaivén que produce el delirio en los tendidos.
Es el diálogo íntimo del toro y Andrés Roca-Rey, que lo entiende siempre, a su contertulio
Es el diálogo íntimo del toro y Andrés Roca-Rey, que lo entiende siempre, a su contertulio, como si hubiera desarrollado esa capacidad tan esquiva, azote de los toreros, que se pierden en el idioma ininteligible de su oponente. El de Lima tiene don de lenguas taurinas y relumbrante respuesta para casi todas.