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El escritor José María Guelbenzu, en el Jardín Botánico de Madrid, donde transcurre su última novelaJesús G. Rodrigo | RJB-CSIC

J. M. Guelbenzu: «Muchos escritores se apuntan al género negro como una salida fácil»

El escritor J.M. Guelbenzu dice adiós a Mariana de Marco, la jueza que ha protagonizado una saga de diez novelas policíacas, con Asesinato en el Jardín Botánico. Una despedida que ahora confirma: «No me apetece seguir»

Ya anunció su despedida en 2001, con la publicación de No acosen al asesino. Era la crónica de una muerte anunciada, pero aun así su fiel público se resiste a decirle adiós. Y es que el escritor J.M. Guelbenzu ha decidido despedirse de Mariana de Marco, la jueza que ha protagonizado una saga de diez novelas policíacas, 21 años después de que le diera vida por primera vez.

Pero se despide por todo lo alto. José María Guelbenzu (Madrid, 1944) ha presentado en el Jardín Botánico de Madrid la última novela de esta larga y exitosa saga, Asesinato en el Jardín Botánico (Destino). Lo ha hecho con sombrero, bastón y «muy cansado», por la edad y por el calor, pero también por llevar dos decenios defendiendo a su jueza: no olvidemos que cuando empezó, las novelas negras protagonizadas por investigadoras no eran muy comunes.

También tiene palabras el escritor para todos sus colegas que llegaron al noir como plan b, o incluso como estrategia de venta en un momento en el que el género de la novela negra vivía un gran boom en España: «Muchos escritores se han apuntado al negro como una salida fácil, pero nunca han batallado por la literatura».

Un asesinato narrado a dos voces

En esta novela final, que transcurre casi enteramente en Madrid y se inicia en el Jardín Botánico con la aparición de un cadáver relacionado con el Club de Amigos de los Jardines, hay un asesinato narrado a dos voces. Por un lado, la vía judicial, encabezada por la protagonista, Mariana de Marco; por otro, la investigación periodística a cargo de su pareja, Javier Goitia, quien, en paro por la fuerte crisis que azota a la prensa en papel, investiga de forma voluntaria el caso y, a través de una crónica, lo va desentrañando. Estas dos voces, la judicial y la periodística, constituyen uno de los atractivos más potentes de esta novela. A la investigación, a través de dos formas de acercarse a la realidad y a lo sucedido, se le añade la creación del mítico personaje de la protagonista.

Sin embargo, pese a ser un maestro de la edición (fue director de Taurus y Alfaguara), Guelbenzu no condena las nuevas formas de literatura, ni cree que haya realmente una competición entre escritores. «No me sorprende nada que haya youtubers que se metan a escritores. Me parece lógico, una evolución del mercado completamente lógica. Tienen una popularidad muy inmediata, pero no afectan a la literatura. Cada cosa va por su lado».

Respecto a la necesidad de escribir una saga de diez novelas, es sincero al admitir que fue una «pura cabezonería», y como Lorenzo Silva y Noemí Trujillo, a quienes admira «por su sólido proyecto literario», lo hace también en homenaje a la serie de diez del matrimonio sueco de escritores de novela negra Maj Sjöwall y Per Wahlöö, que en su opinión, creó el mejor detective de la ficción: Martin Beck. «Menos mal que no dije cien», bromea Guelbenzu, que ha compaginado durante estos más de 20 años este género con otras novelas.

J. M. Guelbenzu firmando un ejemplar de su última novela, Asesinato en el Jardín Botánicoesús G. Rodrigo | RJB-CSIC

Una saga creada «por accidente»

El inicio de saga comenzó en un momento en el que el escritor se encontraba «atascado» en una de sus otras grandes novelas; tenía que encontrar soluciones literarias que no conseguía y sin saber cómo seguir, decidió «hacer pluma» y escribir otra cosa para distraerse. Por ello, confiesa que esta saga nació casi «por accidente»: quiso entrenar la mano y tiró de la novela policiaca clásica, uno de sus géneros preferidos, lo que tuvo como resultado la primera novela, No acosen al asesino, que se lanzó en 2001.

Pero una vez terminada, decidió tirar del hilo de uno de los personajes secundarios, la jueza de la villa que es el escenario principal de los sucesos, Mariana de Marco. «Me dio pena desperdiciar este personaje con gran potencial», confiesa el madrileño, que ha sabido darle voz y hacerla crecer a la par que lo hacía su escritura: «La creación de un personaje es lo propio de los verdaderos creadores literarios y, por lo tanto, me preocupaba menos la trama. La novela policial clásica tiene una serie de reglas que hay que cumplir, es como un juego».

El escritor ahonda también en cómo ha evolucionado la propia novela negra, que antaño era un género menor que avergonzaba escribir, por lo que muchos autores firmaban con pseudónimo. «Hasta que los argumentos policíacos, ceñidos a entornos cerrados, salieron a la calle y el género se extendió», explica. «La gran coartada fue sostener que la novela negra es denuncia social, lo que provocó que todo el mundo, y gente con poca imaginación, se metiera a escribirla, creando un barullo que no me gusta nada».

Asegura que en el género se ha entrado «en lo sangriento, en la perversión absurda y en el psicópata», que cree que es lo contrario a un personaje de novela negra, donde siempre hay que justificar la causa del crimen. «Parece que ahora, al recurrir a un psicópata en la literatura, con decir que de pequeño se hacía pis en la cama y su abuela lo metía en la caseta del perro y que por eso mataba a abuelas es suficiente», critica ha criticado.

La investigación comienza cuando el cadáver de Concepción Rivera, una mujer de mediana edad, aparece escondido detrás de una palma en el Jardín Botánico de Madrid. En esta última novela, la jueza Mariana de Marco, cercana a los 50 años, lleva un año instalada en su nuevo destino de jueza de Primera Instancia e Instrucción en Madrid, la ciudad donde había nacido y que abandonó para instalarse en un pueblo costero de Cantabria.

Su creador asegura que, de no poner fin a la saga, tendría que seguirla en su carrera judicial. «Es algo que me da mucha pereza, no me apetece seguir». Se debe, según señala, «a cierto problema de cansancio» y a que está trabajando en dos novelas que había comenzado anteriormente «de clara ambición literaria». Así que aunque nos despidamos para siempre de la férrea jueza Mariana de Marco, parece que tendremos oportunidad de seguir leyendo a José María Guelbenzu muchos años más.

Guelbenzu, un escritor prolífico

J. M. Guelbenzu (Madrid, 1944) estudió en el colegio Areneros de Madrid y luego cursó Derecho en la Complutense. Entre 1964 y 1969 trabajó en la recién fundada Cuadernos para el Diálogo y en la actualidad colabora regularmente en el diario El País como crítico literario. En 1967 quedó finalista del Premio Biblioteca Breve con El mercurio, su primera novela. Fue director de Taurus y Alfaguara.
Entre los libros que ha publicado hasta la fecha están La noche en casa (1977), El río de la luna (1981) –que recibió el Premio de la Crítica–, El esperado (1984), La mirada (1987), La Tierra Prometida (1991) –ganadora del Premio Plaza & Janés–, El sentimiento (1995), Un peso en el mundo (1999), Esta pared de hielo (2005) y El amor verdadero (2010).
Bajo la firma J. M. Guelbenzu, es autor de varias novelas policíacas: No acosen al asesino (2001), La muerte viene de lejos (2004), El cadáver arrepentido (2007), Un asesinato piadoso (2008), El hermano pequeño (2011) –ganadora del Premio Torrente Ballester–, Muerte en primera clase (2012), Nunca ayudes a una extraña (2014), El asesino desconsolado (2017), O calle para siempre (2019) y Asesinato en el Jardín Botánico (2022), todas ellas protagonizadas por la juez Mariana de Marco.