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Ramon Loureiro, periodista y escritor

Ramón Loureiro, periodista y escritorGala Santalla

25 años en el mundo de la literatura

Ramón Loureiro: «Me gustan los libros que nos ayudan a mirar más lejos»

Premio Julio Camba de Periodismo y uno de los narradores más singulares del actual panorama literario español, el escritor gallego Ramón Loureiro (Fene, A Coruña, 1965) lleva un cuarto de siglo publicando, sin prisa pero sin pausa, libros aclamados por la crítica –el recordado Miguel García Posada llegó a situar Las galeras de Normandía entre las obras maestras de la literatura hispánica– y lúcidamente ajenos a cualquier moda

De Ramón Loureiro puede decirse que es un autor de culto, dueño de un mundo propio y de una voz inconfundible. Su último libro, Las máscaras del fin del mundo, Ed. Medulia, a medio camino entre el dietario y la novela, es, ante todo –como él mismo remarca–, una «reivindicación de la libertad».

–En una época tan llena de incertidumbres como la actual, ¿hemos dejado de darle a la libertad la importancia que tiene?

–En mi opinión, la libertad es el mayor tesoro del ser humano. A la libertad no se puede renunciar jamás. Hay que defenderla siempre. Particularmente, pienso que vivir sin libertad no merecería la pena.

¿Para qué sirve la literatura?

–Para ver más allá de la evidencia y, como más de una vez he dicho, para adentrarnos en el inmenso misterio que nos rodea.

Usted ha creado un territorio literario propio, en la estela de autores como Faulkner, Benet o García Márquez.

–La Tierra de Escandoi es el reflejo del lugar en el que yo nací, Sillobre, en el municipio coruñés de Fene, y de todo cuanto desde allí se ve. Y la Última de Todas las Bretañas Posibles es el envés, el reverso, de la Galicia do Norte: del área septentrional de las provincias de A Coruña y Lugo, cuyo territorio se corresponde con el de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol.

La literatura sirve para adentrarnos en el inmenso misterio que nos rodea

¿Cómo surgió ese mundo?

–Surgió a través de los ojos de un niño; del niño que todos fuimos en otro tiempo. En mi infancia, desde el desván de la casa en la que nací, la casa de mis abuelos maternos, una casa conocida como la Casa del Horno de Pedre, yo veía, a lo lejos, más allá de la gran grúa pórtico de Astano, la ría de Ferrol. Y, todavía más allá, el mar abierto.

–Nace en un territorio de frontera.

–Sí, a medio camino entre la Galicia más rural y la Galicia industrial; y eso me fue impulsando a tratar de indagar siempre más allá de las sombras, sin por eso pretender iluminarlas necesariamente. A partir de entonces, los Reyes Magos fueron para mí la puerta abierta al mundo de los mitos, de la misma manera que la figura del gran Mariano Haro encarnaba lo legendario, el territorio de las leyendas. Aquel desván me regaló un territorio absolutamente mágico. Casi todo comenzó allí. Y, ya se sabe, además, que para los niños el paraíso siempre está en casa de su abuela.

Ramón Loureiro, durante un momento de la entrevista para El Debate

Ramón Loureiro, durante un momento de la entrevista para El DebateGala Santalla

La seriedad del humor

Usted le da mucha importancia al humor.

–El humor es fundamental. Hace que los días sean mejores. Las personas con sentido del humor suelen hacer que nuestras vidas sean mejores; y, por cierto, suelen ser bastante más inteligentes que quienes no saben reírse de sí mismos.

¿Cómo se lleva eso de ser un autor de culto?

–¿Autor de culto? Yo solo soy un buen aficionado a la literatura. Nada más.

¿Autor de culto? Yo solo soy un buen aficionado a la literatura. Nada más

–Suele afirmarse que usted, como escritor, con una voz tan personal rema un tanto contracorriente. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

–Bueno, nunca he tratado de hacer precisamente eso, pero estos tiempos que vivimos son los que son. Yo intento mantenerme fiel a mis principios; a mi visión del mundo. En cualquier caso, lo que sí puedo decirle es que en el barco de los que reman contra la corriente siempre he ido muy bien acompañado.

Galicia, donde usted reside, ha sido escenario durante los últimos meses de varios homenajes a su literatura. ¿Se siente un autor querido?

–Sí. Creo que tengo algunos amigos muy leales. Entre ellos, quienes leen mis libros.

¿Cómo definiría usted un libro como Las máscaras del fin de mundo?

–¡No sabría muy bien qué decirle! Pero creo que es esencialmente poesía. Aunque esté escrito en prosa, es poesía.

loureiro

Loureiro toma notas durante la entrevistaGala Santalla

La memoria de los muertos

¿Qué balance hace de sus primeros 25 años de literatura?

–Creo que, con mis libros, he conseguido lo que quería: devolverles la vida a mis muertos.

¿Se confunde la creación cultural con el entretenimiento?

–No estoy seguro de que esa confusión exista. Lo que a mí me parece es que a menudo se hace pasar una cosa por otra. Por supuesto, no tengo nada en contra de lo que se hace solo para entretener, pero a mí me gustan los libros que nos ayudan a mirar más lejos.

Siempre pensamos que escribimos libros, pero yo creo que lo cierto es son los libros quienes nos escriben a nosotros, y no al revés

Usted dedicó un libro al viaje de los Reyes Magos, Al Rey de los Ángeles.

–Sí, así es. Como ya antes le decía, siempre fui muy amigo de los Reyes Magos, y siempre estaré en deuda con ellos. Escribir un libro en el que relatase su verdadero viaje fue una manera de mostrarles mi afecto.

–¿Es usted una persona creyente?

–Soy creyente, sí. Gracias a Dios. Soy, esencialmente, cristiano. Con todos mis defectos. Un mal cristiano, evidentemente, pero cristiano al fin y al cabo.

Ramón Loureiro ojeando un libro

Ramón Loureiro, ojeando su cuadernoGala Santalla

Nuevas lecturas y proyectos

¿Qué está leyendo estos días?

Prosas y Mitos, de Pierre Michon. Y además he vuelto a las páginas de A través del Quijote, un maravilloso libro de José María Merino, y a las del formidable Madrid de Andrés Trapiello.

–¿Trabaja ahora en algún libro nuevo?

–Tomo notas casi a diario, como siempre he hecho, en mis cuadernos. Pero no sé si de eso saldrá otro libro. No es fácil saberlo. Siempre pensamos que escribimos libros, pero yo creo que lo cierto es son los libros quienes nos escriben a nosotros, y no al revés.

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