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La espada Tizona del Cid CampeadorMuseo de Burgos

De la espada del Cid a las pistolas de Blas de Lezo, ¿dónde están las armas de los héroes españoles?

España cuenta con un rico arsenal simbólico repartido por museos de todo el país

La espada de Simón Bolívar y la reverencia que puede llegar a merecer ha sido motivo de debate durante los últimos días. Las armas de este líder independentista son tratadas como reliquias por algunos políticos latinoamericanos en su afán por promover la hispanofobia. Sin llegar a esos extremos, España también guarda y luce con orgullo los aceros que empuñaron algunos de sus héroes y personajes históricos.

Burgos custodia la Tizona del Cid

Si un personaje histórico ha alcanzado la categoría de mito en España ese es Rodrigo Díaz de Vivar. El Cid Campeador se convirtió en leyenda en el momento en el que un anónimo juglar decidió cantar sus hazañas. Aquel relato hablaba de dos espadas, Tizona y Colada, nombres propios recordados hasta nuestros días.

Aunque los historiadores muestran su escepticismo respecto a su autenticidad, la Tizona del Cid puede contemplarse en el Museo de Burgos, ciudad en la que descansa el héroe. En su hoja se leen dos inscripciones en latín: el inicio del Ave María y otra que dice «Yo soy Tizona, hecha en 1040». La forma de esta espada llamará la atención de muchos al recordarles a la clásica reproducción con la que todavía se cortan algunas tartas de boda, homenaje nupcial al Campeador.

La espada de los Reyes Católicos

Los amantes de la historia militar tienen en la Real Armería del Palacio Real de Madrid un lugar imprescindible al que acudir. Allí se guardan armaduras y armas de época medieval e imperial, el acero con el que España consiguió dominar el mundo. También se encuentran en la capital ornamentos ceremoniales que lucían los reyes en ocasiones especiales y con los que quedaron retratados por los grandes artistas de la época.

Empuñadura de la espada de ceremonia de los Reyes CatólicosPatrimonio Nacional

En la Real Armería madrileña destaca una imponente espada, pensada para usarse con dos manos, que perteneció a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Su bonita empuñadora sostiene una larga hoja en la que quedó grabado el famoso lema «tanto monta», expresión que se atribuye a Alejandro Magno en el momento de cortar el legendario nudo gordiano.

La espada ceremonial de los Reyes Católicos comparte protagonismo con las armas de otros personajes fundamentales para España. Ya que hablábamos de Simón Bolívar, las espadas de Hernán Cortes y Francisco Pizarro, conquistadores de América, se encuentran en esta Real Armería. Lo mismo ocurre con el estoque del Gran Capitán, uno de los militares más destacados de la historia, clave en tiempos de Isabel y Fernando, y precursor en sus técnicas de los famosos Tercios.

El arsenal del Museo Naval

Sobre las tablas de un barco o a cañonazos frente a ellos se lograron imponentes éxitos militares en la historia de España. Entre cualquier otro nombre propio destaca el de Blas de Lezo, héroe militar y exitoso defensor de Cartagena de Indias. Cuenta Ramón Pérez-Maura, director de Opinión de El Debate, que la rendición del almirante Vernon aquella jornada incluyó el envío de un par de pistolas a su rival. Esa pareja de armas se custodia en el Museo Naval de Madrid y una réplica exacta fue donada por Pérez-Maura al de la ciudad en la que fueron ganadas.

Si en Cartagena de Indias se alcanzó la gloria, frente al cabo de Trafalgar España sufrió una dura derrota contra la Armada británica de Nelson. En aquella jornada perdieron la vida dos de los marinos más destacados de la época: Churruca y Gravina. El sable de honor del primero de ellos, pieza datada en los inicios del siglo XIX, se encuentra también en las salas del Museo Naval de Madrid.

Las armas anónimas de Toledo

En el Museo del Ejército del Alcázar de Toledo también descansan las armas de importantes personajes, como las espadas de militares liberales como Espartero, Serrano y O'Donnell. Es difícil detenerse en alguna de sus salas sin encontrar un nombre propio que también se incluye en los libros de Historia.

Sin embargo, esta última parada de nuestro recorrido puede servir para rendir homenaje a la fiel infantería, a los soldados anónimos que a lo largo de los siglos han defendido, y todavía defienden, nuestro país.