El 'Homo sapiens' no fue el primer «pintor» de la historia, sino el neandertal
Nuevos métodos de datación han permitido saber que algunas marcas tienen más de 40.000 años de antigüedad y que son obra de este grupo extinto de homínidos
Los cazadores Homo sapiens no fueron los primeros «artistas» que pintaron las cuevas paleolíticas, pues lo hicieron miles de años antes exploradores neandertales que marcaron con sus manos y dedos esas cavidades, creando un código gráfico que hoy los investigadores tratan de descifrar.
En cuevas de Málaga, Cantabria, Extremadura o el levante se han hallado en las últimas décadas numerosas marcas de pintura rupestre a las que la comunidad científica había prestado hasta ahora poca atención, al ser manchas de poco valor imposibles de fechar al no estar hechas a punta de carboncillo.
En la cueva de la Victoria
Sin embargo, los nuevos métodos de datación han permitido saber que esas marcas tienen más de 40.000 años de antigüedad y que son obra de los neandertales, que de forma sistemática pintaron en las cuevas un conjunto de señales con el fin de «que fueran de utilidad para otras generaciones y perduraran en el tiempo».
Así lo ha explicado Pedro Cantalejo, uno de los expertos que tratan de desentrañar la huella dejada por nuestros antepasados en la Cueva de la Victoria, en Málaga, situada a escasos 350 metros del mar, sobre el acantilado del Cantal, en el término municipal del Rincón de la Victoria.
Los neandertales marcaron el interior de las cavidades con sus dedos, sus manos y soplando o escupiendo color rojo sobre las paredes
Junto a él trabajan investigadores de la Cueva de Ardales, de la Cueva de Nerja, de la cátedra de Prehistoria de la Universidad de Cádiz y del proyecto internacional First Art, coordinados por la Delegación Territorial de Cultura de Málaga.
Los expertos están convencidos de que antes de que los grupos humanos de cazadores paleolíticos realizasen, hace 25.000 años, obras de arte figurativo, describiendo la fauna de su entorno, y fuesen capaces de representarse a sí mismos mediante pinturas, grabados y esculturas, los neandertales marcaron el interior de las cavidades con sus dedos, sus manos y soplando o escupiendo color rojo sobre las paredes y formaciones cristalinas de las propias cuevas, como estalactitas, estalagmitas y columnas.
Como recuerda Cantalejo, el uso de pigmentos minerales rojos (óxido de hierro) está relacionado con los grupos neandertales, mientras que el arte figurativo es un fenómeno de representación de la naturaleza que se atribuye, en exclusividad, a los grupos Homo sapiens sapiens.
«Marcas preartísticas»
En las cuevas estudiadas, además de las pinturas que representan la fauna del entorno, los investigadores han identificado esas otras marcas realizadas hace más de 40.000 años: puntuaciones y trazos paralelos realizados con los dedos, pero también manos y manchas realizadas mediante el soplado de pigmento rojo con huesos o cañas, a modo de aerosol.
Pedro Cantalejo define estas pinturas como «marcas pre-artísticas», un «código gráfico perfecto» que utilizaron los neandertales en distintas cuevas españolas y de forma sistemática «para que fuera visto por quienes vinieran después».
«Ello nos permite afirmar que antes de que las cuevas sirvieran como lienzo para los artistas Homo sapiens sapiens, sirvieron también para los exploradores neandertales», que con sus sencillas pinturas no aportaron arte como tal, pero sí valiosa información.
¿Por qué se hicieron, con qué finalidad?
«No se trataba solo de sobrevivir en una cueva como refugio, los neandertales tenían interés en conocer el interior de estas cavidades», adentrándose muchos metros en la oscuridad, relata Cantalejo, que define a estos humanos como «los primeros espeleólogos».
Gracias a las nuevas tecnologías, los investigadores han logrado descifrar en los últimos años cuándo y cómo se hicieron estas pinturas, pero les queda por resolver una cuestión de suma importancia: ¿Por qué se hicieron, con qué finalidad?
Pedro Cantalejo presentará los primeros resultados de estas investigaciones en una jornada que se celebra este sábado en Alcaucín (Málaga), en una de cuyas cavidades, la conocida como Cueva del Boquete de Zafarraya, se descubrió una mandíbula neandertal hace cuarenta años.