La novela póstuma de Almudena Grandes que terminó de escribir Luis García Montero y que convierte España en «una dictadura ultracapitalista»
'Todo va a mejorar' (Tusquets) se publica un año tras de la muerte de la autora. Fue su marido, el poeta Luis García Montero, quien escribió el último capítulo
«Le faltaron fuerzas para emprender el último capítulo planeado, 'La Transición'. Durante sus tres últimas semanas de vida, cuando la muerte se convirtió en una realidad, me explicó cómo quería acabar la novela, leímos juntos las anotaciones de los cuadernos, hablamos de las posibilidades y me pidió que escribiese yo lo que iba a quedar sin concluir. Quería que sus lectores conociesen el final de la historia que ella había imaginado».
Así explica Luis García Montero el porqué es suyo el cierre de la novela póstuma de su mujer, Almudena Grandes, fallecida hace ahora un año. El nuevo libro, editado por Tusquets y titulado Todo va a mejorar, se ha presentado hoy en la Biblioteca Nacional: un García Montero compungido y una emocionada Aitana Sánchez Gijón, encargada de ponerle voz al audiolibro, han sido los responsables de que voz de la escritora resonara una vez más en Madrid.
La novela póstuma no se aleja de la temática política: Almudena Grandes se embarca en una distopía en la que imagina España en un futuro próximo. «Novela coral de anticipación política que tiene lo mejor de Los besos en el pan y la intriga de los resistentes de los Episodios de una Guerra Interminable», relata la nota de prensa. Los personajes dibujados por Grandes deben adaptarse a «un país que ha sufrido fuertes sacudidas y en el que no quieren resignarse».
Una posición política clara
La posición política que Almudena Grandes toma en su novela es clara, explícita y no sorprende a nadie, como lo ha sido siempre en su literatura. El argumento gira en torno al surgimiento de un nuevo partido político dirigido por un empresario de éxito «que acabará convirtiendo la nación en una dictadura sin prensa libre ni Internet». En esta metáfora de la pandemia, un grupo de ciudadanos decide echarse a las calles para ir contra el poder establecido.
Almudena Grandes empezó a escribir Todo va a mejorar en verano de 2020 –"El 7 de mayo de 2020 la empecé a escribir. Me di ese regalo en el día de mi 60 cumpleaños»–, en plena pandemia de coronavirus y una vez que ya le había sido diagnosticado el cáncer que acabaría terminando con su vida. «Se dedicó a la novela porque era una manera de agarrarse a la vida», explica Luis García Montero. En esos últimos días de vida la madrileña seguía manteniendo su visión de buenos y malos, de progres contra conservadores, de visiones antagonistas, enfrentadas y muchas veces parecería que irreconciliables.
La misma escritora definió la novela que estaba escribiendo antes de fallecer: "España se convierte en una dictadura ultracapitalista. El país entero se transforma en una empresa privada que tiene dueños, los propietarios de las grandes compañías españolas. Naturalmente, también hay unos buenos resistentes, porque en mis novelas siempre hay resistencia».
«Sólo un grupo de mujeres y hombres corrientes se atreverán a desmontar las mentiras del nuevo régimen en el que todo aparenta mejorar, cuando en realidad se vive bajo los abusos de poderosos sin escrúpulos», reza el resumen, con ciertos ecos de ideas revolucionarias de izquierda.
Críticas a la gestión de la pandemia
Sin embargo, cabe destacar que Almudena Grandes es crítica ante todo con un sistema dictatorial que elimina las libertades de sus ciudadanos, y ella misma traza un paralelismo con lo que sucedió en España durante la pandemia. El simple hecho de que ella no pudiera ver a sus hijos durante el coronavirus la llevó a reflexionar sobre quién era el Presidente del Gobierno para establecer cuándo y a qué hora podía hacerlo. "Ella estaba visionando un posible país si esto seguía como seguía con la crisis del confinamiento, los temores a nuevas variantes del virus... Decía que imaginar eso y a sus personajes la tenía absorbida», afirma Juan Cerezo, director editorial de Tusquets.
Así lo describe en un fragmento de la obra Todo va a mejorar: «El coronavirus nos ha enseñado que es muy fácil confinar a la población de un país entero. Conseguir que sus ciudadanos renuncien voluntariamente a los derechos y las libertades que sus antepasados conquistaron con sangre en una lucha que duró siglos. Inundarlos de propaganda y noticias falsas en el grado óptimo para restringir su acceso a una información veraz. Desarmarlos, neutralizarlos, inmovilizarlos sin que duden ni por un instante de que su sacrificio es imprescindible para conseguir un bien superior».