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El académico de la RAE Darío VillanuevaRAE

Darío Villanueva, sobre el lenguaje inclusivo en la RAE: «La lengua debe ser cuidada, y se le está faltando al respeto»

El Debate habla con varios académicos para entender el viraje de la Real Academia Española hacia un posible aperturismo al lenguaje inclusivo

El pasado 12 de noviembre, Santiago Muñoz Machado reiteraba que el español ya es, de por sí, un lenguaje inclusivo, y que el masculino genérico es perfecto para designar pluralidades.

«Utilizar el masculino genérico para designar los dos géneros es un hallazgo en la evolución del español muy importante, que tiene origen en el sánscrito, en las lenguas preclásicas», decía entonces. Además, añadía que «cuesta mucho prescindir de esa herramienta y buscar una alternativa, porque es una herramienta muy económica».

El escritor José María Merino y el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, en la conferencia «En torno a Cervantes» en Casa Botines Gaudí de León

Sin embargo, esta semana declaraba en León lo que parecía un viraje, o más bien una apertura, a una posible aceptación del lenguaje inclusivo. Decía Muñoz Machado que este es «respetable» cuando sirve para hacer «visible» a una mujer en situación de «discriminación o falta de igualdad».

La «orientación masculinista» de la RAE

También el 13 de noviembre ahondaba Muñoz Machado, desde Perú, en la deriva del lenguaje inclusivo. Reunido en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), afirmó: «El lenguaje inclusivo tiene una alta significación política, con la que nosotros estamos muy conformes. Se trata de que muchos grupos de personas, al principio eran feministas, pero en general muchas personas cultas han notado que el lenguaje y algunas herramientas básicas lingüísticas como el diccionario tenían una orientación excesivamente masculinista», explicaba el director de la Real Academia Española.

A modo de ejemplo, citaba que la RAE «utilizaba para definir muchas profesiones» empezando siempre la definición «hombre que», mientras que cuando se ponía en femenino era «jueza: mujer del juez».

«Todo esto es evitable y se pueden usar formas alternativas (...) También tiene una gran significación política el lenguaje inclusivo cuando es un aldabonazo, una llamada de atención, para señalar que las mujeres están discriminadas en nuestras sociedades y, si se usa como llamada de atención, también está bien», subraya.

Pero no se quedó ahí. Al adentrarse «en el barro de la alteración de las formas del lenguaje tradicionales para hacerlas más inclusivas», consideró que «se producen muchos errores innecesarios». «Por ejemplo, casi siempre cargamos al lenguaje inclusivo el desdoblamiento masculino-femenino», aseveraba al otro lado del Atlántico. En este sentido, Muñoz Machado explicaba que «la Academia lo único que señala es que así no se habla».

«La Academia es notaria del modo en que hablan los ciudadanos en cualquier país, lo anotamos, tenemos equipos en todos los países de habla hispana que van anotando cómo escriben los periódicos, cómo hablan las televisiones, cómo se habla en cada lugar y hacemos fichas con esas comprobaciones. Notamos que así no se habla», comenta. «Desde luego, la Academia no quiere ni condenar a nadie ni mucho menos dar instrucciones. Si hay gente que prefiere entenderse de esa manera, adelante. Y si ganan la batalla, los felicitaremos», concluía.

Los académicos, divididos

Luis Alberto de Cuenca, poeta, escritor, ex secretario de Estado de Cultura y miembro de la Real Academia de la Historia, está en sintonía con Muñoz Machado, aunque con matices: «A mí me parece bien el lenguaje inclusivo en la medida en que si todo el mundo empieza a usarlo, tiene sentido: yo soy partidario del uso en las cuestiones lingüísticas. Pero si solo lo usa una minoría que quiere forzar a los demás a usarlo, entonces no me interesa».

El académico afirma que «lo que debe imperar en las cuestiones lingüísticas es el criterio de uso: si se usa y al final hablamos todos lenguaje inclusivo, entonces bendito sea Dios, pero si es una maniobra de unos determinados grupos sociales para imponer a los demás un determinado lenguaje, entonces está destinado al fracaso, y nunca será uso corriente». No duda tampoco en salir en defensa de Santiago Muñoz Machado en sus declaraciones a El Debate: «La RAE no ha sucumbido a la ideología de la izquierda, en absoluto. Conozco a Santiago muy bien, es una persona muy razonable, y lo que habrá dicho es lo mismo que digo yo: que si se convierte en uso común, en el uso corriente, el uso del lenguaje inclusivo, habrá que adaptarse al lenguaje inclusivo, porque la mayoría de la gente lo utilizará y se entenderá hablando ese lenguaje. Pero solo si llega a ocurrir esa evolución, que yo creo que no va a ocurrir».

Luis Alberto de CuencaEl Debate

«Antes la Academia se regía por un sistema de normas y de mandatos, y ahora por el sistema de uso. Ahí está todo, no hay más que decir. Si a la gente le da por usar el lenguaje inclusivo, lo usaremos, y si no, se descartará».

Por su parte, Darío Villanueva, académico y exdirector de la Real Academia Española, es tajante sobre el uso: «No me gusta hablar de futuribles y de hipótesis, que además en este caso me parecen descabelladas. La lengua es un sistema que se fundamenta en un pacto implícito entre todos los que la usamos. Y en el caso de la lengua española ese pacto comprende a 550 millones de personas hispanohablantes. Yo, francamente, veo una auténtica utopía que 550 millones de personas empecemos a decir 'elles' en lugar de 'ellos y ellas'».

«La lengua nos hace humanos»

¿Por qué dice entonces Muñoz Machado que el uso del lenguaje inclusivo es respetable y que no somos dueños de la lengua? «El director de la Academia habla con la autoridad que le corresponde, algo que conozco porque yo lo fui durante cuatro años y tuve una postura muy clara al respecto. A título personal, yo puedo comprender algo, pero no tengo por qué respetarlo. A quien yo respeto es a la lengua, y la lengua es una institución que socializa, que nos hace seres humanos en sentido pleno, y por tanto es una creación de equilibrios que tiene que ser cuidada, mimada y, sobre todo, respetada. Y lo que está ocurriendo ahora es que se le está faltando al respeto a la lengua como si fuese algo perfectamente maleable, y no lo es, en modo alguno, y menos en el caso de una lengua como la nuestra, con su extensión , su productividad cultural y demás».

Respecto a la referencia a las mujeres en situación de discriminación o falta de igualdad, Villanueva prefiere no opinar. «Creo que el respeto proviene de las conductas, de las leyes, de los comportamientos... las palabras nunca son culpables. Si alguien insulta a otro, la palabra no es culpable del insulto, sino quien utiliza la palabra para insultar. Eso es aplicable a supuestos como los que mencionamos».

En 2018, la vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, Carmen Calvo, encargó a la Real Academia Española un estudio sobre «la adecuación» de la Constitución española a un lenguaje «inclusivo, correcto y verdadero a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres». Darío Villanueva era su director por entonces: «Recuerdo perfectamente, porque era el último año de mi mandato, cuando había decidido no continuar cuatro años más, que se produjo una presión muy fuerte desde el ámbito político», confiesa el académico.

¿Una Constitución poco inclusiva?

Villanueva expresa la «gran contradicción» sobre la que trató de advertir: «Aquel año, 2018, era la conmemoración del cuadragésimo aniversario de la aprobación de la Constitución española del 78, y hay un consenso amplio en que ha sido la constitución más importarte para la democratización de nuestro país», explica a El Debate. «Me dolió especialmente que precisamente en el año de la conmemoración de la constitución y en un momento en el que hubo muchos actos –yo participé en varios– en los que se procuraba reconocer su valor, una vicepresidenta del Gobierno en sede parlamentaria hiciera 'un borrón'. Porque ella no preguntó a la Academia sobre su opinión al respecto, sino que afirmó que la Constitución estaba 'escrita en masculino', y que por tanto había que proceder a una reforma constitucional para reescribirla en no sé qué otro idioma», asegura.

La presidenta de la Comisión de Igualdad de la Cámara baja, Carmen CalvoEFE/ Fernando Villar

«Por otra parte, pedirle a la RAE opinión sobre esta constitución era extraño, porque la Academia ya se había manifestado en el año 12 con la aprobación unánime en el pleno de un informe elaborado por el ponente de la gramática Ignacio Bosque: Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Ahí estaba la opinión de la RAE, por lo que esta pregunta no tenía sentido. Por otra parte, en aquel momento no había el clima político para hacer una reforma de la Constitución, que es un proceso con unos requisitos muy amplios (...). Había una gran inestabilidad política y social, por lo que me pareció un brindis al sol», concluye Villanueva.