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Los ponentes de Bailando con Gigantes, los filósofos Miguel Ángel Quintana Paz y Ernestro Castro, en el coloquio moderado por la responsable de Cultura de El Debate, María SerranoBailando con Gigantes

«Los antiespecistas son los anarcocapitalistas de la ética animal»

¿Los animales tienen derechos? ¿Cómo deben comportarse los humanos con los animales? Sobre estas cuestiones han departido Quintana Paz y Ernesto Castro en 'Bailando con Gigantes', las tertulias patrocinadas por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno

La iniciativa Bailando con Gigantes, nacida gracias a la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, en colaboración con la universidad pública, ha tenido una nueva edición. En este caso, ha reunido a Ernesto Castro y a Miguel Ángel Quintana Paz en la Universidad Complutense de Madrid –en concreto, en la Facultad de Geografía e Historia–, para debatir sobre hasta qué punto animales y seres humanos merecemos trato distinto. Para ser más específicos, el coloquio se ha titulado «Animalismo: ¿zooética para el siglo XXI?».

Ernesto Castro (Madrid, 1990) se define como «sonámbulo milénial» y pergeña su propio sistema filosófico, al que denomina «naturalismo genérico». Es profesor de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid, y ha publicado varios libros, como ¡El gran Pan ha muerto! Palimpsestos todológicos (La Caja Books, 2022), Jantipa o Del morir (Temas de Hoy – Planeta, 2022), o El trap: Filosofía millennial para la crisis en España (Errata Naturae, 2019).

Por su parte, Miguel Ángel Quintana Paz (Salamanca, 1973) ha sido profesor de universidad durante dos décadas: en la Universidad Pontificia de Salamanca entre 2004 y 2006, y en la Universidad Europea Miguel de Cervantes (Valladolid) entre 2006 y 2021. En la actualidad centra su labor docente en el Máster de Liderazgo y Gobierno del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) y director en su sede de Madrid.

María Serrano, responsable de Cultura en El Debate, moderó el coloquio. Y comenzó lanzando las primeras básicas: ¿qué es un animal?, ¿es el ser humano un animal como los demás?, ¿tiene una dignidad o unos derechos específicos? Castro inició su intervención comentando el propio modelo de coloquio: «No me gusta el formato de pelea de gladiadores o titanes; soy un enano intelectual, y me siento incómodo tanto en un contexto de falsa reconciliación entre conservadores y progresistas, como en otro de choque de trenes». Insistió: «Ni estoy, ni quiero estar en la batalla cultural; no pretendo representar a ningún bando». En este sentido, admitió: «No reclamo superioridad moral de la no–violencia hacia los animales». Es más: reconoce que, debido a meras cuestiones de salud, dejó de ser vegano.

Los filósofos debatieron en el entorno de la universidad pública, en la Universidad Complutense de MadridBailando con Gigantes

Según Castro, quienes más se toman en serio un carácter distintivo de lo humano son «los animalistas o antiespecistas, porque entienden que el ser humano es un ser moral que puede reflexionar sobre su conducta, que no actúa instintivamente». Así, el hombre, debido a sus «disposiciones morales hacia el mundo», tiene un comportamiento particular con respecto a los animales. En opinión de Castro, el origen del antiespecismo tiene que ver con la Declaración de Derechos del hombre, pues sostiene que esos derechos se iban ampliando del ciudadano a la plebe, del varón a la mujer, y ahora del humano al animal… Su argumento principal: «Donde no hay placer o displacer, no hay tratamiento moral».

Donde no hay placer o displacer, no hay tratamiento moralErnestro Castro

Quintana Paz tomó la palabra para defender el formato de debate: «Los gigantes son los temas que tratamos». Añadió que es mejor el término «bailar» («bailando con gigantes») que otras metáforas de tono belicoso para referirse la confrontación de argumentos. Dijo que la expresión «ética de los animales» no aborda cómo debería comportarse «un ternero hacia su madre», sino que expresa la ética de nosotros «hacia los animales». En este sentido –y, a fin de cuentas, coincidiendo con Castro– Quintana venía a localizar la capacidad ética como algo distintivo del ser humano, si bien él opta por un enfoque racional.

El filósofo reivindica «otra ética, que es la que está en cuestión por el animalismo», una ética esencial en la civilización occidental. Señala este profesor del ISSEP que los humamos tenemos deberes, y que el cumplimiento de esos deberes puede generar virtud.

Continuó su desarrollo citando el Génesis, donde se apunta al hombre como el ser que domina la tierra, el humano como rey de la Creación. Para Quintana, se trata de un «señorío» o dominio, en el sentido de manejo basado en la destreza y como conocimiento; el hombre como administrador. Aludió a varios pasajes del Antiguo Testamento que versan sobre el trato a los animales como ejemplo de «cuidado animal» en los propios cimientos de la civilización judeocristiana.

Define Quintana Paz al ser humano como un «ser valioso, que se ennoblece en el trato con los demás, también con el animal». Pero ese «señorío» se pierde con la Modernidad, debido a su impronta individualista; los hombres se convierten en «átomos aislados» que pueden –o no– establecer libremente un contrato social. De esta manera, se conciben «los vínculos como algo artificial, no natural», y se impone una visión dialéctica del poder y del dinero.

Según el parecer de Quintana Paz, el animalismo obedece a una reacción emotivista o sentimental. Una reacción frente al racionalismo individualista extremo de la Modernidad, pero que adolece de una gran capacidad de manipulación. Por eso, en la actualidad «fomentamos la cultura del sufrimiento, y hoy vivimos en el apogeo: sólo puedes salir al espacio público exhibiendo lo mucho que sufres, mostrarte como víctima, como ofendido, lo mal que lo pasas». El animalismo, por tanto, sería la consecuencia del «sufrimiento para hacer ética».

El animalismo obedece a una reacción emotivista o sentimental frente al racionalismo individualista extremo de la ModernidadMiguel Ángel Quintana Paz

Al volver a coger el micrófono, Castro criticó la cita del Génesis de Quintana Paz. Según Castro, existen «otros libros sagrados» que plantearían hipótesis opuestas, como que los animales tienen alma –en este sentido, aludió también a las doctrinas que postulan la transmigración de las almas– y que servirían para sustentar «creencias veganas». De acuerdo con Castro, el antiespecismo supone un replanteamiento acerca de si los derechos son naturales o convenciones. Ahondando en materia, sostiene: «Los animales tienen su propia moral, costumbres que rigen a las poblaciones».

Sin embargo, el animalismo no aboga por tratar a los animales según «su moralidad», sino con arreglo a la moralidad humana. En otras palabras y siguiendo las opiniones de Castro: el estado salvaje es mucho peor para los animales que el doméstico, pues el hombre los salvaguarda de «depredadores, parásitos, y rigores del clima». Y, a sensu contrario, «hay una industria masiva de producción de carne que es inmoral».

Retomando el turno de palabra, Quintana censuró la «obsesión creciente por las emociones, los sentimientos». Él apuesta, frente al emotivismo, por una ética de las relaciones, de la cual se extrae que hay vínculos diferentes entre las personas por el mero hecho de ser humanos. Quintana Paz afirma que la ética «centrada sólo en pasarlo bien» difiere notablemente de los conceptos clásicos de felicidad que podía defender Aristóteles. En lugar de la «vida buena», hoy tenemos el simple «bienestar», lo cual es sinónimo de «bajar el nivel», transitar una senda reductiva de la ética.

Por tanto, según Quintana el animalismo nos lleva a una «civilización peor», una civilización que prescinde de lo específicamente humano, y que se asemeja mucho a distopías como Un mundo feliz o Matrix. Por otro lado, advierte que «un señor que no cuida a su padre y que prefiere a su gatito» no constituye ninguna novedad, pues ya en la Antigüedad se criticaban esos comportamientos.

Los filósofos Miguel Ángel Quintana Paz y Ernesto Castro, en el debate «Animalismo: ¿zooética para el siglo XXI?»Bailando con Gigantes

Castro aseguró que, si bien no conoce el texto del proyecto de nueva Ley de Bienestar Animal, está de acuerdo en que exista una ley de este tipo. Explica que existe una disputa entre ecologismo y antiespecismo. Define el ecologismo como «ética colectivista, estatismo medioambiental»; por el contrario, los antiespecistas valoran lo individual y son «los anarcocapitalistas de la ética animal». Desdeña el debate sobre el humanismo clásico –según él, vinculado a una concepción «muy lejana»– por basarse en «statu quo, relaciones asimétricas» y el dominio de uno sobre otro.

En este punto, equiparó el humanismo con el pretendido trato despótico del pater familias hacia su esposa. Para Castro, el trato desigual entre humanos y animales es casi equivalente al trato desigual entre varón y mujer. Según Castro, «igual que el socialismo consiste en tomarse en serio las promesas incumplidas de la sociedad liberal burguesa, el antiespecismo es tomarse en serio las palabras vacuas del humanismo tradicional».