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Pío Baroja, en su casa de Madrid en 1931

150 años de su nacimiento

¿Pío Baroja era de izquierdas o de derechas?

El próximo 28 de diciembre se cumple el siglo y medio del nacimiento del «incómodo» escritor español

Dice Gabriel Albiac que «derecha» e «izquierda» son «categorías muertas». Algo similar a lo que pensaba Pío Baroja hace casi cien años: «Todo eso de izquierda, derecha y centro yo lo veo muy claro en los descansillos de las escaleras, pero en la vida no lo noto absolutamente en nada». El Ayuntamiento de San Sebastián votó hace unos meses en contra de la propuesta de concederle la Medalla de Oro de la ciudad a título póstumo. Se negaron el PNV y el PSOE. También Bildu. El motivo fue que no lo merecía por sus opiniones sobre el lugar y sobre los donostiarras. El autor guipuzcoano dejó perlas como: «He nacido en San Sebastián, el 28 de diciembre de 1872. Soy guipuzcoano y donostiarra: lo primero me gusta; lo segundo, poca cosa».

Independencia absoluta

Casi el comienzo de una novela al que siguieron otros párrafos: «San Sebastián está formado por advenedizos y por rastacueros que han venido de Pamplona, de Zaragoza, de Valladolid, de Chile y de Chuquisaca, y que tienen el ansia de brillar… Los señoritos de San Sebastián son de lo más ramploncillo que hay en España. Yo siempre los he tenido por infra-gente». Opiniones tan subjetivas y propias como: «...el pueblo no es bonito, pudiendo haberlo sido; tiene unas calles rectas, que son todas iguales, y dos o tres monumentos, que son horribles. La construcción es mísera, raquítica...». La razón verdadera para apartarle de cualquier honor político es su independencia de criterio, su no alineación con bando alguno, incómodo para todos ellos.

Pío Baroja en 1952GTRES

«El nacionalismo vasco quiere basarse sobre la idea de la raza, así es de endeble y de raquítico. Es una teoría de chapelchiquis (esas gentes que «llevan barretina, que es como un calcetín puesto en la cabeza, o esos vascongados de Bilbao, que gastan una boina tan pequeña que parece un solideo, no pueden discurrir como nosotros: son chapelchiquis». Imagínese el efecto de estas palabras en nacionalistas y abertzales, del mismo modo que el efecto de otras cargas de profundidad sin complejos y proverbial mal genio, por ejemplo contra el comunismo:

«No hay hombre de espíritu relativista y comprensivo capaz de ordenar las matanzas que ordenaron los Lenin, los Trotsky y los Zinovief en Rusia, ayudados por unos judíos descendientes, sin duda, del mal ladrón, a juzgar por sus intenciones. Tampoco manda una persona de buen sentido las estúpidas matanzas que se hicieron en España en Casas Viejas. Para eso hay que ser un fanático y un pedante, fruta que abunda entre los políticos rusos y entre los españoles».

Hijo Adoptivo de Madrid

Para todos tuvo Baroja (sobre todo para los políticos) munición, quizá por eso se sentó un Hemingway modoso, por si aún le quedaban balas, a su lecho de muerte. «Esto han descubierto comunistas y fascistas, el que hay que tratar a la gente como a una manada: a los hombres como a reclutas, gañanes, mozos de café o mancebos de peluquería; a las mujeres, como a cupletistas, criadas y vendedoras de periódicos….En general, el escritor de cierta personalidad siempre tiende al liberalismo; cuando no tiene personalidad ni dignidad, es cuando adula a la masa o al que manda».

Schopenhauer cascarrabias con boina y bufanda (se fue hasta del llamado Grupo de los Tres: los otros dos, Ramiro de Maeztu y Azorín, giraron a la derecha), su individualismo traspasó cualquier corrección: antijudío, anticomunista, antinacionalista... antitodo. Si en San Sebastián los políticos le rechazaron hace poco, en Madrid (a cuyos oriundos también «mató») sucedió lo contrario, donde fue noticia la unanimidad de todos los grupos municipales para nombrarle Hijo Adoptivo de la ciudad desde la que disparó a todas partes sin que las balas hayan penetrado, extraordinariamente, en ningún «espíritu sectario».