Las moléculas de una carta escrita por Drácula que proporcionarán datos físicos e íntimos sobre su figura
Gleb y Svetlana Zilberstein son los dos científicos que han analizado las «huellas bioquímicas» de otras figuras históricas, además de las del conocido como Vlad el Empalador
El matrimonio de científicos israelíes, Gleb y Svetlana Zilberstein, desarrollaron hace más de veinte años una forma de análisis bioquímico utilizado para extraer moléculas de artículos que han sido tocados o usados por personas muertas hace mucho tiempo. El manuscrito original de El Maestro y Margarita, de Mikhail Bulgákov, fue el primer documento examinado. En él encontraron indicios de una enfermedad renal y de la morfina que utilizaba para calmar los dolores que aquella le producía.
Chéjov y Orwell
Por la camiseta que llevaba Chéjov cuando murió y por otra carta, los investigadores comprobaron su padecimiento de tuberculosis y la utilización de analgésicos. La misma tuberculosis de la que enfermó George Orwell y que también descubrieron por los restos biológicos de una carta.
Otra misiva de 1475 escrita de puño y letra por el príncipe de Valaquia, conocido como Vlad Drácula o Vlad el Empalador es la que va a permitir «pintar» el retrato de los hábitos y el estado físico del personaje inspirador de la gran novela de Bram Stoker. Una imagen «realizada» a través de las proteínas y metabolitos hallados en los objetos que permiten obtener la composición molecular del protagonista.
Detalles desconocidos, más allá de la leyenda de la figura histórica convertida también en cuento por la literatura y el cine en sus diferentes representaciones, como conocer lo que comía o sus costumbres más íntimas. Interesantes curiosidades traídas por la ciencia que van a contribuir a desmitificar a uno de los personajes más míticos, casi nunca mejor dicho: por naturaleza.