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Una de las 26 aguatintas de 'Tauromaquia' (1959), de Picasso

¿Los toros son de izquierdas o de derechas?

Hay personas que creen que la tauromaquia es una cultura y una afición de derechas porque es tradicional

En México, ciudad taurina americana por antonomasia, tienen sin embargo cerrada su Monumental desde junio a la espera de que se celebre el juicio para su reapertura o su cierre definitivo. El caso es que la suspensión cautelar deja a sus aficionados sin toros. Hay personas que creen que la tauromaquia es una cultura y una afición de derechas porque es tradicional. Si ya se define como patriótico o religioso, el asunto no tiene vuelta de hoja, pero lo cierto es que no es así y nunca lo fue. El empuje de la izquierda antitaurina para hacer creer que los toros son de derechas es una de las más importantes armas ideológicas (y falsas) de los prohibicionistas.

Es esa mentira repetida de Goebbels para convertirla en una verdad. Nadie ha dado la espalda a la tradición, como esgrimen los antitaurinos, sino que políticamente se difunde que se ha dado la espalda a la tradición. En el México de López Obrador hay que añadirle también que es una Fiesta española, lo cual es gasolina añadida para su cruzada. Pero incluso dentro del gobierno de un antiespañol declarado los taurinos florecen como si fuera la naturaleza imparable que se abre camino, como el caso de Javier Jiménez Espriú, quien fue el primer Secretario de Comunicaciones y Transportes del Gobierno de AMLO, hasta su renuncia en 2020.

Alberti, Picasso, Lorca, Dominguín

Jiménez Espriú dice seguir siendo «amigo de Andrés Manuel» y cree que la tauromaquia no tiene ideología, pero indica que la política «quiere jalar agua a su molino independientemente de las contradicciones en las que caiga» por eso ahora «es políticamente incorrecto que le gusten a uno los toros». Una incorrección política que tiene mucho que ver con los movimientos sociales modernos, lo woke, la cancelación, tan llenos de contradicciones con las que, a pesar de todo, navegan y pretenden navegar pasando por encima.

También los referentes clásicos, incluidos los de izquierdas se van dejando atrás u omitiendo por interés. El poeta Rafael Alberti, comunista declarado y famoso, el mismo que llegó del brazo de La Pasionaria en la apertura de las Cortes democráticas, era un gran aficionado taurino. Es posible que hoy el ínclito ministro Garzón, líder «comunista» actual, hubiese propuesto, de haber podido, expulsarle del «partido» como ha hecho el PSOE con Joaquín Leguina. Una cuestión ideológica de la que los toros son ajenos, pese a la insistencia de sus contrarios.

Picasso fue de izquierdas y gran taurino, íntimo de Dominguín, que también era comunista: torero y comunista. Lorca, Miguel Hernández, quien incluso ayudó a Cossío a escribir su tratado sobre toros, el exministro socialista Ábalos, de padre banderillero, y el último conocido: Joaquín Sabina, quien además, y esto es otra cosa, dijo recientemente que ya no era tan de izquierdas porque tenía ojos. El mismo que llamaba a Serrat «Joselito» y se llamaba a sí mismo «Belmonte». El «amante de los animales al que le gustan los toros».

La existencia de la tauromaquia que es una curiosa y natural contribución a la «diversidad» que promueven precisamente los que quieren prohibir aquella.