Caridad y gratuidad, con estrellas Michelin

Yael y Rebeca se preparan, como cada año, para afrontar uno de los periodos más duros de la temporada. Es también uno de los más felices: la Navidad significa que tienen algo que celebrar, aunque sea el estar juntos y el tenerse el uno al otro y a sus cuatro hijos. La otra cara de la moneda está precisamente en la cuenta corriente: apenas unos euros para hacer frente a lo que queda de mes, para pagar luz y agua (la calefacción es un lujo al alcance de pocos) y para hacer una compra frugal, repleta de bienes de primera necesidad.

Aunque sus nombres son ficticios, su historia no lo es. Es la de tantas y tantas familias que afrontan el frío, la soledad, la pobreza, la incertidumbre, el desarraigo, el abandono y el olvido. Una herida que se abre y supura especialmente en Navidad: un momento de celebración atravesado por circunstancias adversas.

Yael y Rebeca vinieron cruzando el Atlántico, y tienen la suerte de tener a sus hijos consigo. No es el caso de otros tantos, que dejaron a sus familias atrás. Tampoco es la historia de Nadim y Yusuf, dos jóvenes marroquíes que cruzaron el Estrecho arriesgando la vida para tener una oportunidad. O de Dounia y Radia, dos musulmanas que encuentran consuelo ayudándose a criar a sus respectivos hijos solas. O la de Juan y Julio, dos internos de la cárcel de Soto del Real atravesados por el peso de su mal.

Ocho iniciativas, miles de beneficiados

Pero después de todo, no están solos. Ocho asociaciones pertenecientes a la Compañía de las Obras, que nació para promover y tutelar la dignidad de las personas en el contexto social y especialmente en el trabajo y aglutina a ocho organizaciones sociales de la Iglesia, les acompañan durante el año. En la ONG Cesal se centran en las personas desfavorecidas en todo el mundo, ya sean migrantes, refugiadas o en riesgo de exclusión. La Casa de San Antonio se dedica a la asistencia social, acogiendo a personas sin hogar para intentar proyectar de nuevo su vida hacia situaciones de normalidad social. El Banco de Solidaridad asiste a familias en situación de necesidad y en Bocatas acuden a acompañar a los toxicómanos de la Cañada Real.

La Asociación 'Proyecto Miriam' acoge y acompaña a mujeres embarazadas o con bebés de hasta dos años de edad en situación de exclusión social; la Fundación Acogida atiende a niños, jóvenes y familias en situación de especial vulnerabilidad y cuenta con la Casa Maternal para proveer de alojamiento a las familias, y Estela de Cometa proporciona un hogar a los niños que, tras vivir en residencias de la Comunidad de Madrid, cumplen 18 años y salen al mundo.

A todos los acompañan miles de voluntarios, cada uno en su modalidad, que ejercen obras caritativas con el único objetivo de alimentar (y construir) la esperanza. Y por ello, cuando llega la Navidad les invitan a cenar en un auténtico banquete, un festín de Babette en el que el menú está confeccionado por más de cien chefs, algunos de ellos con Estrella Michelin.

De Paco Roncero a Pepe Rodríguez

Y eso es Te Invito a Cenar, una cena solidaria para personas sin recursos que se celebra cada año en Madrid y que este 2022 ha celebrado su décimo aniversario con un banquete navideño en el complejo El Mirador de Cuatro Vientos, donde más de un centenar de chefs españoles, algunos de ellos con estrellas Michelin, como Paco Roncero o Pepe Rodríguez, han diseñado el menú.

Entre los cocineros, que son «un voluntario más», se encuentran también nombres reconocidos como Chema de Isidro, Pepa Muñoz, Samantha Vallejo-Nágera, Sacha Hormaechea, Diego Guerrero, Victoria Maseda, César Ruiz o Juan Pozuelo.

«Aquí no hay competencia ninguna porque nos une una misma premisa: dar lo mejor que podamos dar. Ya que estas personas en riesgo de exclusión no pueden ir a un restaurante Michelin, nosotros nos movemos con nuestros fogones», explica Sergio Fernández, uno de los rostros más visibles de Canal Cocina, que se sumó desde sus comienzos a esta aventura, mientras prepara su receta de merluza frita con pimiento de piquillo.

«Esta noche lleva siendo diez años una ilusión, un regalo para todos los que participamos en ella pudiendo disfrutar con las familias, con los jóvenes, los niños… Somos cientos de personas con el propósito de que no le falte una Navidad en familia a nadie», explica Raúl Jiménez, uno de los organizadores.

Villancicos, magia y regalos

A las 20:00 de la tarde del domingo 18 de diciembre se abrían las puertas del recinto, ubicado en el barrio de La Fortuna de Madrid. Los voluntarios (un total de 550), en cambio, llevaban desde primera hora de la mañana preparándose: limpiando, cocinando, poniendo las mesas, decorando, organizando los turnos... «Es un milagro lo que sucede aquí. Cada año, salgo con el corazón lleno. Hay algo sanador en servir a otros», comenta Ana, que lleva participando como voluntaria seis años, y que en esta ocasión está encargada de fregar. «A veces, el trabajo menos vistoso es el más necesario, y por ello, el que se hace con más entrega y con más alegría».

Mientras los invitados comienzan a distribuirse por el salón, en una especie de cóctel previo a la cena, los Magos de la Chistera, de la Escuela de Magia Ana Tamariz, realizan su magia. Hacen desaparecer monedas, sacan pañuelos de bolsillos ajenos y, por supuesto, hacen juegos de cartas. Los pequeños (y no tan pequeños) observan maravillados gracias a lo único necesario en Navidad: la ilusión.

Mientras se van acabando las tapas, Javi Nieves y Fernando Martín, periodistas de Cadena 100, suben al escenario para amenizar la velada. Con el primer plato será el cantante Álvaro Montes quien anime la cena, y durante el segundo, ya en claro ambiente festivo, suenan villancicos gracias a Antonio de la Torre. Con la tarta, especial por este décimo aniversario, se proyecta un vídeo que conmemora el camino realizado desde que en 2012 estos valientes convocaran a 350 comensales en el Palacio del Negralejo. De repente, se apagan las luces, y en un guiño sorpresa aparecen los Stormtroopers de Star Wars para entregar a cada niño un regalo. Y eso que el regalo es, en realidad, lo de menos.

La gratuidad, en el centro

«Ponemos delante lo que somos y lo que hacemos. Habrá gente que lo haga por generosidad, por puro altruismo y porque se siente bien entregándose. Yo lo veo como el fruto de un trabajo de todo el año, no como un hecho aislado», explica Pablo Llano, uno de los promotores de la iniciativa y director también de la ONG Cesal, que lleva desde el inicio. Para él en concreto, el sentido de la gratuidad católica está en el centro de esta entrega: el hecho de haber tenido un encuentro y querer llevarlo al mundo le pone en movimiento.

«Alucinante. Pagan por venir a echar una mano. Todavía queda gente buena», dice maravillado Miguel Ángel Carnero, el propietario del Mirador de Cuatro Vientos, que lo cedió desinteresadamente, cuando aprende que cada uno de los voluntarios ha hecho una aportación de 20 euros para trabajar. Dos camareras universitarias le escuchan, se miran, se abrazan y gritan: «¡Nosotros lo hemos recibido todo!». Es el ciento por uno, en acción. El verdadero milagro de la Navidad.