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Los Beatles

Por qué a los abortistas no les gustan Los Beatles

De la cultura beat a los de Liverpool, el «latido» no ha dejado de escucharse contra todos los obstáculos que incluso hoy existen

En la década de los 50 surgió la generación beat. Escritores como Jack Kerouac, Allen Ginsberg o William Burroughs, sobre todo, con sus obras En el Camino, Aullido y El Almuerzo Desnudo, principal y respectivamente, iniciaron un nuevo viaje para la cultura estadounidense. Las drogas y el sexo libre eran dos de sus características esenciales, mezcladas con tradiciones lejanas. El budismo y el hinduismo, entendidos como corrientes, fueron protagonistas en sus ideas y creaciones.

Una meta o utopía a la que aspirar. La religión y las teorías con las que encontraron finos lazos que poco a poco se fueron engrosando. El jipismo fue la culminación, el paso siguiente. El grupo más famoso de la historia se llamó como esa cultura, Los Beatles, con el mismo sonido a beetle (escarabajo). Dicen que fue un homenaje a Kerouac y los suyos y a Los Crickets (grillos) de Buddy Holly.

«Beat» es «latido»

Beat es «vencido», «abatido», «cansado» en una de sus acepciones, y así empezó todo en el sentido del hastío de lo existente, la nueva rebeldía. En sus inspiraciones y alucinaciones los beat, o los beatniks (mezcla de beat y Sputnik, el satélite soviético: una provocación más), encontraron otro significado a su movimiento relacionado con sus aspiraciones espirituales: beat como «santidad», «beatitud», «completitud». Los beat buscaban su ser, pero este ya estaba en el diccionario.

Era el ritmo del bebop, del jazz que les movía: era el ritmo, el latido. Los beat querían latir por encima de todo. Y Los Beatles latían, latieron y laten desde el mismo nombre. Todo lo beat, el latido, fue un canto a la libertad, a la liberación. A todos ellos les trató mal la sociedad dominante en aquellos cincuenta y sesenta. No fueron aceptados. Muchos fueron encarcelados e internados para que no se escuchara su latido. Una buena parte de esa sociedad no quería escuchar el latido, igual que una parte de la sociedad española actual, empezando por su Gobierno.

Jack Kerouac y Allen Ginsberg

Aquel latido lo convirtió Ginsberg en un Aullido poético, para que se oyera más, y los Beatles se oyeron (y se oyen) tanto que no se podían oír ni ellos mismos. Pero sí podían sentir su latido, el beat que hoy algunos no quieren escuchar, el simple latido, la misma vida que más de medio siglo después quieren silenciar porque no les gustan los beat, ni Los Beatles. Y no saben que no les gustan (puede que incluso no les conozcan), aunque digan que sí.