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Antonio Barnés en la presentación de su nuevo libro en la librearía Troa-Neblí

Antonio Barnés: «La verdad es algo que se busca, no que se construye»

El profesor y escritor expone las ideas de su nuevo libro, Nuevo humanismo para la era digital, en el que otorga un papel activo y decisivo a las humanidades como críticas del cambio, en especial el de la revolución digital

El filólogo Antonio Barnés Vázquez (Sevilla, 1967) ha sido profesor en varias universidades, autor de diversos estudios de literatura comparada y ganador del III Premio Internacional Miguel de Cervantes por su tesis sobre la tradición clásica en el Quijote. En su nuevo libro, Nuevo humanismo para la era digital. Una propuesta desde Cervantes y otros clásicos, expone la respuesta que deberían buscar las humanidades frente a la revolución digital.

–Su obra gira en torno al humanismo. ¿Podría describir en qué consiste?

–El humanismo lo único que pretende es ver al hombre y a la mujer tal y como son. Hoy en día, frente a la primacía de la colectividad, del monismo y del rechazo a la tradición, el humanismo destaca el personalismo, el valor de la persona como protagonista, nosotros somos el epicentro de la creación. El ser humano es un microcosmos. Es un ser único, racional y libre al que le ha sido dada inteligencia y voluntad. El humanismo defiende que las pasiones deben subordinarse a la inteligencia y no, como sucede actualmente, al revés, pues si nos basamos en lo instintivo hay una caída en la concepción del ser humano. Por último, el humanismo insiste en la virtud: el obrar es lo que importa.

–¿Por qué decidió escribir este libro?

–Nos encontramos a comienzos de la gran revolución digital que, naturalmente, causa un deslumbramiento. Las humanidades tienen la tarea de pensar y criticar esta revolución. Las ciencias calculan, miden, pero la tarea de pensar deben hacerla las humanidades, y las humanidades están pensando poco esta revolución, solo se aprovechan de ella utilitariamente, mientras que deberían implicarse. Los cambios se critican, porque no todo cambio es positivo. Por ejemplo, cuando una persona va a la universidad, no solo va a aprender, sino también a socializar; sin embargo, se está dando una proliferación del aprendizaje online, lo que lleva a un aumento de la soledad. Respecto a la ciencia, su condición actual es que no se plantea ni lo que debe hacer ni lo que hace. Con esto, el hombre renuncia a ser un homo sapiens para pasar a ser un homo habilis. Al mismo tiempo se da una confianza sobrecargada en las matemáticas y la experimentación. Esto sirve para la ciencia, pero no para el espíritu.

–¿Podría hacer un resumen sobre lo que ha ocurrido desde el Renacimiento hasta ahora?

–El humanismo se identifica fundamentalmente con el periodo del Renacimiento. Asimismo, surge una figura, Lutero, que sostiene que el hombre es malo, y más tarde Rousseau afirma que el hombre es bueno. El humanismo comprende que el hombre es malo y bueno, y que sus acciones libres de cada día determinarán si es bueno o malo. Toda persona, cada día, debe hacer una elección libre hacia el bien o hacia el mal. En cambio con ellos (Lutero y Rousseau), la libertad ha muerto. Así se niega la explicación judeocristiana de la vida y el pecado original, por lo tanto, como el mal no se encuentra embebido en el hombre, se buscan las causas de su miseria fuera de él. Aunque busquen el mal en causas del mundo, en el Estado, en las clases sociales... esto no salvará al hombre.

Toda persona, cada día, debe hacer una elección libre hacia el bien o hacia el mal

–¿Y qué sucede a partir de la Ilustración?

–Se contrapone masivamente tradición y progreso; es decir, desprecian el pasado. Además, durante la Ilustración se dio una proliferación de los periódicos que culminaron en el siglo XX y que, como decía Hegel, a día de hoy se han convertido en «la oración de la mañana del hombre moderno». Esto ha llevado a que, cada vez más, la información sea selectiva y que se absorba el conocimiento de manera parcial, mientras que los sabios aúnan una erudición completa. Sucede que actualmente se observa el pasado como si estuviera aplastado cuando, a lo largo de la historia, los sabios han mirado hacia atrás para solucionar problemas de su presente. Así negando la tradición, niegan la evidencia. Desde las vanguardias hay una ruptura total con la tradición. Se pasa a la tradición de la ruptura.

El nuevo libro de Antonio Barnés, Nuevo humanismo para la era digitalLibrería-Editorial Dykinson

–Y con esta perspectiva, ¿cómo describiría la situación actual?

–Actualmente se ha pasado del diálogo al monólogo: no hay consenso, sino imposición. Hoy en día lo que se dan son ideas sueltas, tratados donde cada uno dibuja su idea. Es el resultado de una aglomeración de sistemas que se contraponen. En definitiva, no hay proyecto común, ni búsqueda de lo veraz, correspondiente o útil al ser humano, lo que impera es un poshumanismo que realmente es la negación del ser humano.

Una propuesta desde Cervantes y otros clásicos, reza el subtítulo del libro. Cervantes no habrá sido elegido al azar... ¿Qué nos quiere decir el gran autor ?

–Cervantes nos muestra que el hombre es polifónico, no se centra en una cosa. Habla del amor, de la justicia, de la prudencia, de la sensatez. El hombre no es simplemente una pieza o un súbdito del Estado o un consumidor, sino que es el protagonista. Hoy en día hay mucho colectivismo, por el Estado, por el mercado, y demás grupos. El humanismo en cambio se centra en la persona concreta, todo debe subordinarse a él. Y partiendo de él se organiza la familia, la sociedad, y el Estado.

–¿Y cuáles son los «otros clásicos» que propone?

–Destacan especialmente Antígona de Sófocles y Hamlet de Shakespeare, obras en las que el poder es desafiado: se muestran el poder y el abuso de poder ya sea causado por una legislación injusta o un hacerse con él de manera fraudulenta, dinámicas que son atemporales, lo que demuestra que la tradición no es inválida, porque obras del siglo siglo V a.C. y del XVII muestran ideas para hoy.

La lucha por la verdad

El autor termina destacando que a pesar de la situación contemporánea, el humanismo, como siempre, sería capaz de aportar grandes soluciones: «Lo importante es que siempre haya gente que luche por la verdad», concluyendo que no estamos solos ya que «al final, David vence a Goliat».