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La postal

'La postal', la novela basada en una carta real que bucea en la historia de cuatro víctimas del Holocausto

La escritora francesa Anne Berest ahonda en la historia de sus familiares, que sufrieron la persecución por ser judíos a lo largo de la primera mitad siglo XX

Primero de Rusia, después del régimen nazi. La familia materna de la escritora francesa Anne Berest no dejó de huir durante la primera mitad del siglo XX hasta acabar en Francia, donde supuestamente las garras del antisemitismo no alcanzarían a los desdichados judíos. La idea de la novela La postal surgió cuando, en 2003, la madre de Anne Berest encontró una postal sin firmar en el jardín de su casa con cuatro nombres inscritos: el de los abuelos maternos de la escritora y los tíos de su madre.

La postal de Anne Berest

En un primer momento reinó el desconcierto entre la familia. Además de los cuatro nombres, el sello que venía en el pequeño papel se encontraba bocabajo, un código que utilizaba la resistencia en la Segunda Guerra Mundial para advertir que el contenido de la carta era falso, y con la foto de la ópera de Garnier, lugar donde se reunían los nazis para escuchar música durante la ocupación de Francia.

La familia recibió con desconcierto esta entrega y les produjo una cierta sensación de angustia. La escritora pensó, en ese momento, que alguien quería decirles que «vosotros seréis los próximos». Con las aguas más calmadas, Anne comenzaría a indagar sobre el misterio sobre quien fue el mensajero de la enigmática postal. Gracias a la ayuda de un detective privado y de su madre comenzó una minuciosa investigación sobre los orígenes de la familia Rabinovitch.

Una historia de continua huida

«Una investigación muy dolorosa», confiesa la escritora que sigue los pasos de sus bisabuelos en el libro. Desde que se conocieron en 1919 en Moscú, su posterior huida del imperio socialista a Letonia, su retirada a Palestina alejándose de la situación en Europa y su destino final en Francia.

Una historia que trata sobre la huida, sobre la destrucción de la identidad judía y sobre una herida que aún no está cerrada en el país galo. Un destino trágico que se cristalizó en Francia, cuando los nazis deportaron a sus familiares a Auschwitz. Una pregunta que siempre rondó por la cabeza de la escritora hasta que escribió la obra fue: «¿por qué no siguieron huyendo?»

La única superviviente de la familia fue la propia abuela de Berest que se alejó todo lo posible de cualquier contacto con la religión judía. Una distancia que se ha hecho más corta cuando su nieta se acercó a sus orígenes religiosos.

Una de las claves para la elaboración de esta obra fueron las largas charlas que tuvo con su madre a quien le dedica una de las dos partes de la obra; la otra es para su abuela. Si la investigación fue complicada emocionalmente, plasmar la historia en palabras fue realmente desoladora, reconoció.

«En clase no gustan los judíos»

La historia de Ephraïm, Emma, Noémi y Jacques es un granito de arena que contribuye a la redención de la historia francesa con este episodio. Una etapa de la que se intentaron olvidar los franceses cree la escritora, que comenzó su andadura por la literatura el día en el que su hija le preguntó si eran judíos, a lo que contestó afirmativamente. La niña lo lamentó respondiendo que «en clase no gustan los judíos».

«La sociedad gala tiene muchos prejuicios respectos a los judíos», explica la autora. Parece que quieren mantener ocultos en un cajón los lazos con el Tercer Reich, algo que ella también había estado haciendo inconscientemente al olvidar el episodio de la postal. Casi dos décadas después y tras un camino lleno de espinas, el éxito de esta novela ha hecho un poco de justicia con los cuatro desconocidos nombres que aparecieron en la carta.