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Pedro Sánchez en el Senado el pasado 31 de eneroGTRES

La exquisitez de los gustos literarios de Pedro Sánchez y el contraste con la vulgaridad de sus tuits

En 2020 el presidente del Gobierno hizo pública una lista de lecturas preferidas entre las que se encontraban Cervantes, Shakespeare o Calderón

Escritores como Jorge Volpi, Patricio Pron o Javier Cercas fueron citados en 2020 por el presidente del Gobierno como algunos de sus últimos favoritos. Novelistas y novelas contemporáneas a las que se sumaban clásicos inmortales como El Quijote de Cervantes o El Lobo Estepario de Hermann Hesse, y citas no concretas, nada más y nada menos, que a Lope de Vega, Shakespeare y Calderón.

A un hombre, en este caso, con semejantes gustos literarios (libros que fueron habituales en la adolescencia, según confesión propia) se le presupone una cultura aceptable, que suele tener su mayor reflejo, la prueba del algodón, en la expresión escrita.

Una persona que ha leído El Quijote (dos veces) y conoce la obra de Lope de Vega, Shakespeare o Calderón, entre otros, es muy difícil, por no decir imposible, que su desempeño ortográfico, gramatical y sintáctico sea tan deficiente como Sánchez ha demostrado en una infinidad de tuits que corroboran la sospecha de que quizá, ante las escandalosas pruebas, el gusto del presidente por la lectura de Cervantes sea otra mentira más de las que construyen su personaje:

Sirva como ejemplo este tuit de 2009, fecha en la que el Representante Gubernamental de España (que ya debía de haber leído dos veces El Quijote) desconocía el uso de los signos de interrogación iniciales y de las tildes en «quedé» y «batería», además de mostrar una sintaxis mejorable. Es posible que fuera un caso concreto de escritura rápida ante la extraña urgencia en el siglo XXI de haberse quedado sin batería en el coche, pero este otro tuit confirma que la posible excepción es la norma aumentada:

Ni signo de interrogación inicial, ni mayúscula al principio, ni mayúscula después de la interrogación, ni coma después de «hola», entre otros errores de parvulario, como ni siquiera poner las tildes correspondientes en su propio nombre. La lista es larga, larguísima:

Casi interminable en un caos ortográfico, sintáctico y gramatical de proporciones gigantescas e increíbles para un hombre que afirma que entre sus lecturas favoritas está El Quijote (leído dos veces), Hesse, Calderón, Shakespeare y otros, al mismo tiempo que se muestra orgulloso, al publicarlo, del ya hoy mítico tuit que decía: