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Los siniestros intentos de «descolonizar» las matemáticas

Los dígitos 0123456789 que utilizamos hoy en día se escribieron por primera vez en la India y se inspiraron en las matemáticas chinas

Los matemáticos de las universidades británicas han recibido la petición de que «descolonicen» sus planes de estudios. El pasado otoño la Agencia de Garantía de Calidad de la Educación Superior (QAA), una organización independiente que revisa los programas universitarios, lanzó una consulta en la que instaba a las universidades a abrazar una «visión descolonizada» de las matemáticas.

Cuando se trabaja en una universidad es fácil poner los ojos en blanco y seguirles el juego. Pero como académico en el área de las matemáticas, sentí que era mi deber enfrentarme a esta propuesta acientífica. Es por ello que he publicado una carta abierta a la QAA en la que critico su consulta y a la que diversos profesores y matemáticos que pertenecen a grupos étnicamente minoritarios se han sumado con sus firmas.

El hecho es que el colonialismo es irrelevante para la validez de las matemáticas. La civilización maya ya hacía matemáticas sofisticadas en América mucho antes de que Cristóbal Colón llegara al continente.

Entonces, ¿de dónde viene la idea de «descolonizar» las matemáticas? La teoría académica de la descolonización afirma que, además de colonizar físicamente el mundo, los europeos lo han dominado promoviendo el «paradigma europeo del conocimiento racional».

Lo irónico es que esta afirmación parece ella misma ser racista. No hay nada particularmente europeo en el conocimiento racional. Las matemáticas siempre han sido una actividad asombrosamente internacional. Los dígitos 0123456789 que utilizamos hoy en día se escribieron por primera vez en la India y se inspiraron en las matemáticas chinas. Los matemáticos persas y árabes los popularizaron y llegaron a Europa a través de la conquista árabe del sur de España. Por cierto, la conquista de España por los árabes fue una forma de colonialismo, pero no del tipo que les interesa.

Quienes se adhieren al decolonialismo no creen que estén siendo racistas. Esto se debe a que, por extraño que parezca, no creen que el conocimiento racional sea superior a otros tipos de conocimiento. En esta visión del mundo no es insultante sugerir que los no europeos prefieren «otras formas de saber» a la racionalidad y la ciencia.

La propia QAA no explica qué significa exactamente «descolonizar». Es de suponer que eso se debe a que se imaginan que es una palabra de moda que significa ser antirracista y no son conscientes de su carga filosófica. Dan el siguiente ejemplo de cómo deberíamos descolonizar las matemáticas:

«Los estudiantes deben ser conscientes de las cuestiones problemáticas en el desarrollo del contenido [matemático] que se les enseña, por ejemplo, algunos pioneros de la estadística apoyaron la eugenesia, o algunos matemáticos tenían conexiones con el comercio de esclavos, el racismo o el nazismo».

El problema es que no nos piden que nos centremos en ningún otro aspecto de la historia de las matemáticas. ¿Qué hay de la matemática alemana Emmy Noether, que fue perseguida por los nazis, o del papel de Alan Turing en su derrota? Las orientaciones de la QAA conducirían a una perspectiva sesgada de la historia vista enteramente a través de la lente del decolonialismo. La historia de las matemáticas no es una parte esencial de una licenciatura en matemáticas, pero si vamos a enseñarla, debería enseñarse como es debido. Eso significaría enseñar a nuestros estudiantes a pensar como historiadores y a criticar teorías como el decolonialismo en lugar de aceptarlas simplemente como un hecho.

No dudo de que la QAA nos pide que adoptemos la teoría de la descolonialismo con las mejores intenciones. Hay verdaderos problemas raciales que las matemáticas deben abordar. Por ejemplo, no tenemos tantos profesores de matemáticas negros como deberíamos. Pero no he visto ni una sola prueba de que esto se deba a que no hablamos de los matemáticos nazis con la suficiente frecuencia.

La incorporación de la descolonización a las matemáticas es la característica más objetable de las nuevas propuestas, pero es sintomática de una tendencia más general de la QAA a dictar lo que debemos enseñar. El documento de referencia de la QAA que define el plan de estudios común de matemáticas ha aumentado su extensión en un 50% en sólo tres años, pero no debido a ningún cambio radical en la naturaleza de las matemáticas. Sin embargo se ha decidido introducir la enseñanza de la diversidad, la educación sostenible y el espíritu emprendedor en todos los cursos universitarios. Pero al exigir que todas las asignaturas incluyan estos temas, la QAA está homogeneizando la enseñanza universitaria y disminuyendo la verdadera diversidad de pensamiento.

Este planteamiento de arriba abajo es antitético al enfoque académico que debería ser el sello distintivo de la enseñanza superior. Tenemos investigadores brillantes deseosos de enseñar a estudiantes apasionados por la materia. Es una oportunidad perdida hacer que matemáticos brillantes enseñen política racial, un tema alejado de sus áreas de especialización e interés. En la práctica, lo más probable es que las propuestas de la QAA lleven a las universidades a desarrollar cursos de talla única para todas las disciplinas. Dado que esos cursos deben atender a todos los estudiantes posibles, es probable que esto conduzca a un embrutecimiento de la educación.

Algunas universidades ya han puesto en marcha este tipo de cursos sobre diversidad diseñados de forma centralizada, lo que ha puesto de manifiesto un riesgo adicional. Estos cursos son objetivos atractivos para los activistas que desean incrustar sus puntos de vista en el plan de estudios. Por ejemplo, uno de los cursos sobre diversidad de la universidad de Kent exige a todos los estudiantes que afirmen que «el sexo es, de hecho, una forma de identidad diversa y multiexpresiva, y un espectro completo...».

Ya no podemos dar por sentado que las matemáticas, la ciencia y la estadística serán inmunes a este tipo de activismo. En Nueva Zelanda, el programa escolar de química y biología se ha descolonizado y ahora invoca el concepto de mauri, o fuerza vital, para dar a la teoría atómica una nueva dimensión espiritual. Esto se debe a una instrucción según el cual el conocimiento maorí debe tener el mismo estatus que otras formas de conocimiento, incluida la ciencia. Los activistas han puesto también la estadística en el punto de mira. Una revisión académica de los libros de texto de estadística escolar «con un marco teórico de teoría queer y de matemáticas críticas» señala con desaprobación que «el embarazo se utiliza con frecuencia en problemas relacionados con mujeres». La Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido ya ha sucumbido a estas ideas, proponiendo que se permita a los encuestados autoidentificar su sexo en el censo de 2021.

La solución pasa sin duda por volver a los principios básicos de libertad académica y gobierno que han definido históricamente nuestra noción de universidad. El plan de estudios no debe ser dictado por gobiernos u otras entidades. Tampoco debe estar controlado por activistas estudiantiles ni por gestores universitarios. Deben determinarlo los académicos basándose en su experiencia investigadora y sus conocimientos intelectuales. El plan de estudios de ciencias debe estar pensado científicamente, el de filosofía debe seguir cuestionando la naturaleza del conocimiento y los matemáticos deben poder enseñar matemáticas sin interferencias políticas.