En el año 2017 un vecino de la comunidad se decidió a restaurar la imagen de la Virgen, un original del siglo XVIII. Adolfo, un feligrés que había sido copista y pintor, reinterpretó la obra y convirtió los ocres en verdes chillones, los marrones en amarillos y las sombras directamente las borró. Las siluetas, antaño difuminadas en el espacio, pasaron a cuerpos de posturas imposibles, deformes, coloreadas fuera de las líneas en tonalidades estridentes. A pesar de todo, el cambio más llamativo lo sufrieron los personajes.