Fundado en 1910

Reunión del Grupo de Puebla con la presencia del expresidente Zapatero y la vicepresidenta Yolanda DíazEFE

El revisionismo constitucional de la izquierda iberoamericana

El debilitamiento institucional se ha ido acelerando en los últimos años promovido por los movimientos de izquierda y grupos como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla

En los últimos años estamos viendo cómo la izquierda iberoamericana propone, como parte de su estrategia para desmontar las instituciones democráticas de los países de la región, un revisionismo constitucional que busca alterar las bases de los sistemas democráticos de los países de la región.

Vamos a retroceder unas décadas. La mayoría de los países de la región, principalmente el cono sur del continente, abandonó en los años 80 las dictaduras militares que habían marcado su devenir político e iniciaron una transición hacia la democracia. Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Perú o Chile, son algunos de ellos.

Esta transición vino propiciada principalmente por cuatro razones: el sentir de la sociedad que demandaba una vuelta a la democracia; las violaciones de derechos humanos cometidos por los gobiernos militares; la crisis económica que experimentaron las economías de los países iberoamericanos; y la presión internacional.

El resultado fue un proceso de transición a la democracia ejemplar en la mayoría de los países que supuso en algunos casos reformas constitucionales o una nueva constitución que garantizara el funcionamiento de las instituciones democráticas. Esta «gran» transición fue posible gracias a las profundas convicciones democráticas de la sociedad y de sus líderes políticos, a la voluntad de consenso de los partidos tradicionales y al liderazgo de políticos como Tancredo Neves y José Sarney en Brasil, Raúl Alfonsín en Argentina, Julio María Sanguinetti en Uruguay o Patricio Aylwin en Chile.

Estas transiciones democráticas han promovido en las últimas décadas el respeto a los derechos humanos, el crecimiento económico, la apertura internacional y la consolidación de la democracia. Sin embargo, aunque podríamos calificar el proceso como muy positivo, hay aspectos muy importantes que no han sido resueltos como la desigualdad económica. Esta realidad hace que esta región sea la más desigual del mundo, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Una desigualdad que ha aumentado a raíz de la pandemia.

La irrupción de la izquierda

Desde principios de este siglo estamos asistiendo a un debilitamiento y deconstrucción de las instituciones democráticas fruto de las promesas incumplidas de carácter político, social y económico, la debilidad de los partidos políticos, la desigualdad o la corrupción, entre otros. Este debilitamiento institucional se ha ido acelerando en los últimos años promovido por los movimientos de izquierda y grupos como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.

La estrategia de la izquierda pasa por socavar la democracia liberal que tanto ha costado implantar en la región, mediante el cuestionamiento permanente de los partidos políticos tradicionales, el parlamento, la separación de poderes y la constitución. El pretexto de la izquierda es profundizar en la democracia de estos países mediante el gobierno asambleario, la reforma constitucional, la justicia social y el indigenismo. Todo ello, justificado por la explosión social alentada por grupos violentos de extrema izquierda que no representan el sentir de la mayoría de los ciudadanos de la región. Ejemplo de ello es lo ocurrido en Chile, Ecuador o Perú.

La estrategia de la izquierda se basa en establecer nuevos regímenes políticos mediante la reforma de la constitución a través de asambleas constituyentes, ninguneando así al parlamento elegido democráticamente que es donde reside la soberanía nacional. La izquierda también introduce, a través de este sistema, la ideología de género, el intervencionismo del Estado, el proteccionismo y el indigenismo. En el caso de Chile, la propuesta de revisionismo constitucional fue rechazada con un 62 % por la población de forma clara y contundente al no reflejar los anhelos políticos, económicos y sociales de la sociedad chilena.

Las reformas constitucionales mediante la convocatoria de asambleas constituyentes es hoy en día una de las formas más utilizadas para acabar con las constituciones liberales y deconstruir así las instituciones democráticas, pero no es la única. Otra forma es la reforma electoral, como en el caso de México donde la iniciativa de reforma contempla 18 modificaciones de la Constitución que afectan al sistema electoral, al Instituto Nacional Electoral (INE), a la elección de consejeros del INE o a la financiación electoral, entre otras. El rechazo por parte de la sociedad fue mayoritario, tal es así que se celebró una de las mayores manifestaciones que se recuerdan en la capital, forzando al presidente López Obrador a reformar la propuesta inicial.

Como reflexión final, la izquierda en Iberoamérica tiene como parte de su estrategia el revisionismo constitucional que busca destruir las instituciones democráticas que tanto esfuerzo costó edificar en los años 80. Un esfuerzo que ha propiciado las décadas más prosperas de la región en el plano económico, social y político y que ahora se ven amenazadas. No hay que ir muy lejos para ver los resultados de este revisionismo legislativo; ahí tenemos los ejemplos de Venezuela y Nicaragua.