Fundado en 1910

El puente de los suspiros en Cambridge

Las universidades del grupo Russell, como Oxford y Cambridge, eliminan la palabra «hombre»

La selecta asociación, formada por 24 prestigiosas instituciones académicas británicas, apunta ahora a la prohibición del lenguaje coloquial en sus campus

Las universidades británicas del prestigioso grupo Russell, al que pertenecen Oxford, Cambridge o el King's College de Londres apuntan ahora al lenguaje coloquial. El motivo es que los ínclitos directores académicos consideran que los modos de hablar cotidianos pueden contribuir a estigmatizar a ciertos colectivos.

El ejemplo más claro es el de «humanidad» («mankind»), que quieren sustituir por «humankind». El «hombre» separado de la «humanidad». Según el DRAE, «humano» es «Dicho de un ser: Que tiene naturaleza de hombre (‖ ser racional). U. t. c. s., frec. m. pl. para referirse al conjunto de los hombres». ¿y qué es el «hombre» según el diccionario?: «1. m. Ser animado racional, varón o mujer», en su primera acepción.

Ni «punto ciego», ni «anciano»

Del mismo modo, «mano de obra» («manforce»), quieren cambiarlo por «workforce». Es el «hombre» esencial, el ser, un estigma para los templos del saber. La palabra en el delirante punto de mira. «Personal» («manning») ahora debe ser «stationed», que antes definía a «las tropas», un retorcimiento del lenguaje para apartar al «hombre» como concepto, como raíz del ser humano.

La caprichosa cruzada woke que pretende pasar por encima de su propia ridiculez. Existe hasta un manual de estilo donde se refieren a estas «normas», como la de evitar las «etiquetas generacionales» (boomers, millennials...), porque «pueden reforzar los estereotipos negativos, y los términos no se entienden fácilmente, especialmente por algunas audiencias internacionales».

Esto sucede concretamente en la Universidad de Bristol. En la Universidad de Nottingham, ambas pertenecientes al grupo Russell, consideran que están «fuera de lugar» expresiones como «punto ciego», «hacer oídos sordos» o «hacer la vista gorda» porque «asocian deficiencias con cosas negativas». Tampoco se puede decir «anciano», «jubilado» o «pensionista», lo cual recuerda a la sátira genial de los Monty Phyton y la prohibición de decir «Jehová», por la que el propio profeta es lapidado.

También piden que no se diga «sin discapacidad» («non-disabled») para decir «able-bodied» en el colmo de la susceptibilidad promovida que no termina de alcanzar su límite. El antepenúltimo el hallado, nunca mejor dicho, en un curso de Arqueología de la Universidad de York, donde se advertía a los alumnos, mediante un cartel, de que podían ver restos humanos.

Algo así como inscribirse en un curso de informática en el que advirtiesen de que van a ver ordenadores: el absurdo que no acabó ahí sino en la frase montyphytoniana: «Se alentará a los estudiantes a repensar y mejorar los mensajes que los arqueólogos transmiten al público académico y general». Es decir, que hasta los arqueólogos hablan incorrectamente y muestran restos humanos sin consideración.

Harry Potter, libro señalado

El penúltimo de los «éxitos» del grupo Russell, concretamente en la Universidad de Chester, es la advertencia de contenido a los estudiantes que leen el primer libro de Harry Potter por «conversaciones difíciles sobre género, raza, sexualidad, clase e identidad», que remiten, más que al contenido, a la famosa polémica de la autora, J.K. Rowling (que nada tiene que ver con sus historias), respecto a las políticas transgénero y a la persecución ideológica de que es objeto.