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El director del Instituto Cervantes, Luis García MonteroEFE

Luis García Montero, el poeta de izquierdas que se metió en política para acabar como gestor público elegido a dedo

Como director del Instituto Cervantes a instancias del Gobierno de Pedro Sánchez, el escritor culmina, de momento, su «otra» carrera iniciada en la militancia ideológica

Luis García Montero es el director del Instituto Cervantes por nombramiento directo del gobierno de Pedro Sánchez. Solo en lo público, raro en lo privado, un poeta puede ser nombrado gestor de una institución que requiere mayores conocimientos y talentos que el academicismo, la inspiración o la métrica. Otro «talento» conocido del viudo de la escritora Almudena Grandes son sus querencias políticas de izquierda.

Rafael Alberti fue el objeto de su tesina en el doctorado de Filosofía y Letras. Profesor asociado en su alma máter, la Universidad de Granada, pronto empezó a cosechar los primeros éxitos con sus versos. Tan afiliado al PCE como a Alberti desde su juventud, también adoptó desde el principio las nuevas siglas de Izquierda Unida. Poesía y política, versos y comunismo o el seguimiento extemporáneo de la crisis existencial del ídolo de El Puerto de Santa María que viajó de la fe católica a la religión comunista.

La militancia que eclipsa al poeta

Autor prolífico, no solo de poesía (aunque mayormente), también de ensayo y de novela y como articulista, su obra es tan sobresaliente como eclipsada por su protagonismo político. Postnovísimo, como le llamó Luis Antonio de Villena, va sumando premios (el Nacional de Literatura o el Nacional de la Crítica) y prestigio que le consolidan en la silenciosa intelectualidad que contrasta y se ve superada por esa suerte de aleta de tiburón que le muestra en la superficie: la abierta distinción militante que eclipsa públicamente al hombre de letras funcional. Los libros, la radio y los premios que le acompañan en el camino y que no parecen ser suficientes para llenar al artista que busca su completitud en la lista de Izquierda Unida a las elecciones europeas de 2004.

Un paso definitivo en su trayectoria por la implicación real en la vida política, tan definitivo como la anterior renuncia a su cátedra en la Universidad de Granada tras su enfrentamiento con un profesor, con denuncias y jueces de por medio. La política como muleta que volvió a utilizar en 2012 como cargo de la Izquierda Abierta de Gaspar Llamazares, periplo y época que culminó con su candidatura (y su fracaso) a presidir la Comunidad de Madrid por Izquierda Unida en 2015.

Las grietas del Instituto Cervantes

Pese a la exposición aliteraria, o precisamente por ella, no ha parado de publicar: columnas, antologías de sus artículos, poemas, adaptaciones de obras. Una combinación artístico-política que le colocó en 2018 por méritos de izquierda y de oportunidad (y el dedo de Pedro Sánchez) en el Instituto Cervantes, la organización cuya inmaculada imagen se resquebraja bajo su dirección en las oscuras interioridades reveladas por los trabajadores ante las que el imposible poeta-gestor no puede responder, impedido por la burocracia que le es sorprendentemente ajena y curiosamente reveladora de que su posición es el último de sus premios más allá de su excelente poesía.