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Patricia Neal y Roald Dahl

Patricia Neal y Roald Dahl

La editorial de Roald Dahl da marcha atrás en su revisión 'woke': volverá a su versión sin censura

La editorial Puffin ha rectificado tras recibir una tormenta de críticas por la reescritura políticamente correcta de los cuentos, que pretendía sustituir términos por sus versiones «no hirientes»

Gordo, fea, bestial, enano... Los cuentos de Roald Dahl no van a perder sus adjetivos en aras de una corrección política que amenaza con invadir hasta el último rincón de la literatura. Así lo ha confirmado la editorial Puffin, del grupo Penguin Random House, encargada de publicar sus famosas historias.

El anuncio de una «reescritura políticamente correcta» de clásicos como Matilda, Los Gremlins o Charlie y la fábrica de chocolate desató un aluvión de críticas contra la supuesta «censura» de los originales, razón por la que volverán a editar 16 títulos en versión original dentro de su Colección Clásica.

Los principales temas «sensibles» aludían a cuestiones como el género y la raza, pero también a otros menos habituales como el peso (Augustus Gloop vuelve a ser «enormemente gordo» y no simplemente «enorme») o la salud mental (Mrs. Twit recupera su descripción como «terriblemente fea y bestial»). Sin embargo, ambas versiones, la revisada y la original, estarán disponibles.

«Hemos tenido en cuenta el debate cultural que se ha producido y la gente podrá elegir su versión preferida de los cuentos de Dahl», ha escrito el editor Tom Weldon, de Penguin Randon House, en una carta dirigida a los trabajadores de le editorial. «A veces, las decisiones pueden ser desafiantes e incómodas, y esta ha sido una de ellas».

Según revelan los tabloides británicos, la idea de revisar al estilo woke los cuentos de Roald Dahl partió precisamente de su nieto Luke Kelly cuando estaba al frente te de la Roald Dahl Story Company (RSDC). La revisión de los textos empezó en secreto en el 2020 y culminó en abril del 2022, con la venta de la compañía por el equivalente de 417 millones de euros a Netflix.

La llamada de Palacio

Tras los ríos de tinta, a favor pero predominantemente en contra de los cambios, incluso la Reina consorte de Inglaterra, Camilla Parker Bowles, se sumó a las críticas a la censura: «Por favor, sean fieles a su vocación, y que no lo impidan quienes desean restringir su libertad de expresión o poner límites a su imaginación».

También decenas de escritores han decidido dar su opinión sobre el fenómeno de «revisar» a los clásicos. Salman Rushdie, quien recientemente ha perdido un ojo tras sufrir un atentado precisamente por ejercer su libertad de expresión, fue duro en su crítica: «Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda: Puffin Books y sus herederos deberían estar avergonzados», expresó, haciendo referencia a los comentarios antisemitas del escritor, que en 1983 afirmó que «hay un rasgo en el carácter de los judíos que provoca aversión. Siempre hay una razón por la que un 'anti-algo' acaba surgiendo. Incluso un canalla como Hitler no los eligió sin razón».

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