Una gran mansión colonial de color rojo y blanco, brillante y rosada, dotada de alegres y coloridos tonos, así era la casa de Daisy Buchanan, el gran amor de Jay Gatsby, que representaba el modelo de mujer flapper: las mujeres jóvenes de la alta sociedad que vivían las libertades de los años 20 delimitado por un entorno social de élite muy estricto.