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El escritor y académico Arturo Pérez-ReverteGTRES

Pérez-Reverte, el adalid del «sólo» en la gran batalla de este jueves en la RAE

El académico anunció la semana pasada en Twitter que el próximo Pleno de la institución sería «tormentoso»

¿Tormenta o simplemente discusión? Pocas veces un Pleno de la Real Academia de la Lengua había suscitado semejante interés de gran combate. La tilde del «sólo» como el acento gráfico que provoca pasiones, bandos y batallas con Arturo Pérez-Reverte en la piel de su Alatriste o de su Teseo Lombardo o de su Ginés Falcó: de tilde en tilde o de adverbio en adverbio como de aventura en aventura.

Este jueves hay sesión ordinaria del Pleno de la RAE y la contienda anunciada por su letra «T» comenzará con la secular antífona: «Veni, Sancte Spiritus, reple tuorum corda/ idelium et tui amoris in eis ignem accende./ Emitte Spiritum tuum et creabuntur./ Et renovabis faciem terrae» (Ven, Espíritu Santo, llena los corazones tuyos/ enciende el fuego de los fieles y de tu amor en ellos./ Envía tu Espíritu y serán creados./ Y renovarás la faz de la tierra). A lo que seguirá el Oremus:

Actiones nostras quaesumus, Domine,/ aspirando prae veni et adjuvando/ prosequere, ut cuncta nostra oratio et/ operatio a Te semper incipiat et, per Te/ coepta, finiatur. Per Christum Dominum/ nostrum. Amen. (Te pedimos, Señor, que nuestras acciones/ aspiren a preceder y ayudar/ a continuar, para que toda nuestra oración y/ actividad comience siempre por Ti y, habiendo comenzado/ por Ti, termine. Por Cristo nuestro Señor. Amén).

Una tilde en apuros

La salutación ceremoniosa, casi duelística tras la publicidad tuitera y quevedesca del académico más famoso y peleador, tras lo que acontecerá un quizá desilusionante y poco romántico orden del día fijado, cuyos debates (o justas, llegados hasta aquí) dirigirá el presidente, «otorgando y retirando el uso de la palabra», según el Reglamento de la institución, durante una sola hora (la duración habitual) o quizá más en esta ocasión por el fragor de la lucha. Y luego votaciones, actas y diccionarios, en su caso, en la tempestad ortográfica de sugerencias y enmiendas como carga de mosquete.

La tilde del «sólo» casi como una dama en apuros que se apresta a defender su más popular adalid quien, pase lo que pase este jueves en la sede de la Academia, le habrá proporcionado a la lengua española la mayor atención pública, novelística e incluso deportiva en más de una década, antes (y después, sobre todo después) de la oración final: «Benedicamus Patrem et Filium cum/ Sancto Spiritu./ Laudemus et superexaltemus eum in saecula./ Agimus tibi gratias, omnipotens Deus,/ pro universis beneficiis tuis, qui vivis et/ regnas in saecula saeculorum. Amen». (Bendigamos al Padre y al Hijo/ por el Espíritu Santo/ Alabemos y exaltemos por siempre./ Te damos gracias, Dios todopoderoso,/ para todos tus beneficios, tú que vives y/ reinas por los siglos de los siglos. Amén).