Jóvenes, familias y autobuses de Cuenca en la Fiesta de la Resurrección: «Había que estar aquí»
Más de 60.000 acudieron a Cibeles y mucha gente se quedó también a las puertas, desbordando todas las expectativas que calculaban 40.000 asistentes
Si a alguien le apetecía pasear por el centro de Madrid en la tarde de este caluroso sábado de primavera, no era el mejor día. Desde la puerta de Alcalá hasta la entrada de la Gran Vía y medio Recoletos hasta el Paseo del Prado estaba cortado y un gran escenario presidía la fachada del palacio de Correos. Sobre él, unas líneas: «Muerte, ¿dónde está tu victoria?».
Cerca de 40.000 personas se esperaba que fueran hasta allí para un gran concierto y la realidad desbordó todas las previsiones. Más de 60.000 acudieron a Cibeles y mucha gente se quedó también a las puertas.
La gente miraba hacia el escenario desde el Banco de España. Ni el sol de la tarde dando de lleno sobre la gran tarima hizo que Nachter, el presentador de la gala, se viniese abajo. Hizo reír al público y no permitió que, cuando caía el sol y el cansancio se comenzaba a notar, nadie se desanimase.
No había dicho ni una palabra y el público ya silbaba, con ganas de cantar y bailar. El primero de los artistas que se subió al escenario fue Grilex. En sus letras se esconde un mensaje de profunda fe. Si pedía que le repitiesen, todo el mundo repetía. Que si eran abrazos, pues abrazos, y sino saltos, gritos y bailes.
En la plaza había gente de todas las edades. Familias enteras, grupos de amigos –unos jóvenes y otros no tanto–... todos se dejaron caer por la Fiesta de la Resurrección. También algún turista distraído, que quedó atrapado entre el público, donde también se dejaron ver Jaime Mayor Oreja, María San Gil o Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas. Ni el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ni Rocío Monasterio se quisieron perder la fiesta.
Como no podía en cuerpo presente, el Papa Francisco quiso enviar una carta que se leyó al principio. «Canten y caminen», decía el Santo Padre a todos los asistentes. Y así fue.
Todavía no había caído el sol cuando Hakuna salió al escenario. El fenómeno musical católico fue aclamado por el público, que se sabía todas las canciones y pedía un bis tras otro. Un padre con un bebé colgado en una bolsa de canguro saltaba y cantaba mientras a su pequeño se le movía la cabeza, medio asustado y medio risueño. «La misericordia está en este lugar», dice una letra del numeroso grupo y todos los asistentes lo repetían con la fuerza de una oración.
«Había que estar aquí», afirma María Garro, una joven de 26 años que acudió como parte de un grupo de quince personas, todas igual o más jóvenes que ella. En un momento en el que España está mal visto rezar el rosario o las muestras de fe por la calle, Garro y sus amigas Ana y María Gausí, dicen que ir contracorriente es lo fácil cuando se va de camino a Dios.
El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, estaba entre bambalinas. Salió ante las 40.000 personas que había en la Fiesta de la Resurrección, y en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, bendijo a todos los presentes.
Ya no había quien hiciese decaer a los presentes cuando apareció el cantante de las estrellas, Juan Peña. Con el parachururu de No dudaría cantada por Juan Peña y su banda, que al terminar su actuación pidió entre los aplausos que «seamos buenas personas, como lo fue Jesús de Nazaret». Recibió una gran ovación cuando expresó que su personaje favorito de la Biblia era Juan Bautista, «el más fiel a Jesús».
Al caer la noche llegaron Andy y Lucas, que a ritmo flamenco han conquistaron al público. Las luces y los focos se movían al ritmo de la música, en luz morada, como toda la cartelería de la Fiesta de la Resurrección. Ya no todos cantaban, como con Hakuna, pero todos bailaban al son de su música y aplaudían enloquecidos después de cada tema.
Las hermanas Clara y Raquel vinieron desde Cuenca en un autobús junto a otras 55 personas para asistir a la Fiesta de la Resurrección. En cuanto se enteraron de que la celebración iba a tener lugar, organizaron el transporte para no perdérselo. «Esto hay que apoyarlo, para que se haga más veces». Viajaron con jóvenes que conocían más a Grilex que a Juan Peña, pero para ellas dos Carlos Baute y Andy y Lucas ha sido como un viaje de juventud.
La Fiesta de la Resurrección, organizada por la Asociación Católica de Propagandistas, acabó con la actuación de Carlos Baute. El punto final de una gala que desafortunadamente hubo gente que se tuvo que perder. El aforo estaba completo en la plaza de Cibeles, con un público incansable que dejó la voz y los pies para celebrar que Cristo venció a la muerte.