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Diego Ruiz Mata, en una de sus expediciones arqueológicasEditorial Almuzara

Entrevista con el autor de 'tartesos y tartesios'

Ruiz Mata: «Los rostros de las esculturas de Turuñuelo son más cercanos al mundo etrusco y griego que al tartésico»

El autor de Tartesos y tartesios (Almuzara) explica cómo nació y murió en Huelva una cultura híbrida de población autóctona y viajantes fenicios, en torno a la extracción minera y producción de metal, y aclara si el yacimiento de Las Casas del Turuñuelo (Badajoz) es tartésico o no debe catalogarse con esta denominación

El doctor Diego Ruiz Mata es arqueólogo y catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cádiz. Estudió en la Universidad de Sevilla y se doctoró en la Universidad Autónoma de Madrid, con una tesis centrada en las cerámicas indígenas tartésicas. Su interés en el mundo tartesio lo ha llevado a dirigir un buen número de excavaciones en poblados protohistóricos de Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz, así como a un centenar de publicaciones académicas.

Entre 1979 y 2003 estuvo a cargo de relevantes excavaciones en la ciudad fenicia de Gadir y su entorno del Castillo de Doña Blanca. En la actualidad, trabaja en varios libros sobre los resultados de esas excavaciones y en los datos que aportan otras fuentes. En espera de que publique una obra sobre una bodega del siglo III a.C. «completamente única en el mundo», charlamos con él sobre Tartesos y tartesios (Almuzara), recién salido del horno. Un volumen de más de 800 páginas, de las cuales 90 corresponde a bibliografía, muy oportuno tras el descubrimiento del yacimiento de Las Casas del Turuñuelo (Badajoz).

El libro 'Tartesos y tartesios', de Diego Ruiz Mata (Editorial Almuzara)

–Tartesos. ¿Ciudad, imperio, leyenda?

–Tartesos es un término que aparece en fuentes latinas tardías, como en Avieno y su Ora Maritima (s. IV d.C.). El griego Herodoto (s. V a.C.) relata los viajes de samios y foceos en época del rey Argantonio de Tartesos. Es una fuente más cercana a la decadencia de Tartesos, que había acontecido a finales del siglo VI a.C. La ciudad que responde a la veracidad de estos viajes es Huelva, donde se han hallado los testimonios arqueológicos más significativos. Además, estos viajes llegaron a un punto conectado con las ricas minas Riotinto y aledañas, donde se advierten trabajos extractivos de plata en esta época y muy anterior. Desembarcaron en un puerto en la ciudad de Huelva, de cierta extensión, como denotan los restos excavados de viviendas y estructuras de tipos fenicios. En este contexto se halla la necrópolis de La Joya, algunas de cuyas tumbas debieron de corresponder a personajes de élite. Resumiendo mucho, la ciudad de Huelva ofrece lo que nos describe Herodoto y la arqueología con sus datos empíricos.

–¿Qué hay más en Tartesos: lo fenicio o lo autóctono?

–Se pregunta aquí en realidad qué es Tartesos. Tartesos es el resultado de un proceso de interacción, aculturación, e integración –lo cual incluye aspectos religiosos–, entre fenicios e indígenas, en la Bahía de Cádiz, Bajo Guadalquivir y Huelva, que controlaba el metal, lo cual incluye la plata y el oro. La actividad minera de Tartesos estaba determinaba por las posibilidades extractivas onubenses, de su llamada «faja pirítica». También cerca de Sevilla estaba la zona minera de Aznalcóllar. Y, aparte de minas, se han hallado centros productores de metal. Los viajes comerciales fenicios tenían el objetivo de permanencia y en torno a ciudades. No debieron de ser muchos los que viajaban en los barcos; mientras que sí se requería, para un complejo urbano, productivo y comercial, una mano de obra suficiente para la transformación que supuso este proceso. Fenicios y autóctonos construyeron Tartesos. Puede decirse que no hay fenicios sin autóctonos y no hay Tartesos sin ambos.

En azul claro, área de influencia de la cultura tartésica

–Heródoto nos habla de un rey Argantonio que vivió 120 años. ¿Hubo un Argantonio en verdad, o varios al menos?

–Ignoro si hubo un rey tartésico con este nombre, transmitido por Heródoto. Lo que parece cierto es que hubo un poder personal en el desarrollo político de la ciudad, un cambio sustantivo de la sociedad tribal autóctona debido al surgimiento de un Estado complejo, organizado en torno a un monarca o de función similar. He mencionado la necrópolis como expresión de esta nueva situación política que llamamos Tartesos, de influjos fenicios.

–En la Tarsis bíblica y la referencia de Avieno, ¿qué ayuda nos aportan las fuentes antiguas? ¿Qué realidad se trasluce tras esos testimonios o referencias?

–Las fuentes nos informan de la existencia de un topónimo existente en Occidente, pero de modo escaso y sin detalles para su definición histórica. La asimilación muy posible de la Tarsis bíblica y la Tartessos griega despertó desde antiguo el interés por el conocimiento de esta ciudad. El pico y la pala, es decir la arqueología, han trabajado desde la década de los años sesenta en los elementos dormidos en asentamientos claves dentro de la bahía gaditana, el Bajo Guadalquivir hasta más arriba de Sevilla y Huelva en su zona llana y región minera. Las fuentes insinúan la existencia de una cultura occidental importante, invitan a su búsqueda, y la arqueología, con sus métodos, ha ido exhumando la realidad de unas referencias que sugieren y no detallan. Esta realidad histórica es la que he tratado transmitir en el libro.

–¿Schulten fue un pionero, alguien que rescata un tema histórico, o un continuador de la leyenda?

–Schulten fue un motivador importante en el tema de Tartesos. No sabía nada de Tartesos, salvo lo que las fuentes indicaban, pero impulsó el interés de los eruditos hispanos. Creo que ese fue su mérito, despertar el interés.

–¿Qué relación hay entre Tarsis y la Atlántida?

–Aquí hay que ser contundente. No hay ninguna relación. Tartesos es una realidad histórica que la arqueología muestra. Y la Atlántida una referencia de Platón en una situación histórica que requería para su solución de un ejemplo que nunca existió. Y ha sido tan hermosa, que el hombre ha deseado siempre convertirla en realidad, a pesar de ser un sueño, un mito que sólo existió en la mente de Platón.

No hay ninguna relación entre Tartesos, que fue una realidad histórica, y la Atlántida, que es un mito

–¿Sería Tarsis algo comparable, en el otro extremo del mar, a Troya?

–En cierto modo, sí. Es lo que debió de pensar Schulten. Eran los tiempos de los descubrimientos de muchas tradiciones míticas con un fondo de realidad transformada. Existió Troya, en efecto, pero quizás con otra historia y otros personajes. Tartesos ha carecido de un Homero que la describiera con tanto detalle. Pero se la ha buscado al modo de Heinrich Schliemann en Troya.

–¿Qué diferencia a Tarsis de Gadir?

–Hay diferencias y concomitancias. Las que existían en el paisaje entre la Bahía gaditana y Huelva y el espacio. Gadir es una fundación fenicia en torno al 800 a.C. o muy poco antes. Tartesos es un espacio amplio orientalizado con centro nuclear en Huelva. Ambos términos son la expresión de dos realidades de origen fenicio y de componentes fenicios e indígenas. Como he dicho antes, no hubiera habido Gadir sin elementos productivos que conllevaron las fundaciones y sin indígenas. Sucede lo mismo en Tartesos.

–¿Cómo desaparece Tartesos?

–Tartesos había surgido gracias a los fenicios, que disponían de un proyecto colonizador en Occidente, tras el conocimiento de sus posibilidades mineras, demográficas, comerciales y agropecuarias, entre las que debió de desatacar el aceite y el vino, por ejemplo. Y desaparece por acontecimientos internos y externos y, según el caso onubense, por la incapacidad técnica de seguir obteniendo la plata tartésica, que fue una base sustantiva de su riqueza. Es una explicación muy simple que requiere ejemplos. Pero Tartesos pervivió en muchos aspectos en fases posteriores desde fines del siglo VI a.C., dando lugar a una fase que llamamos turdetana.

El conjunto de piezas de oro hallado en La Aliseda (Cáceres) permite apreciar con claridad el influjo fenicio en el ámbito de Tartesos

–Tenemos muy reciente un destacado hallazgo en Casas del Turuñuelo (Badajoz), de mano del CSIC. ¿Qué importancia tiene este yacimiento? ¿Hasta dónde se extendió aquella cultura?

–El yacimiento tiene una extraordinaria importancia por el modelo que vemos en el asentamiento. Se ha relacionado con Tartesos y su final. Francamente, yo no veo ninguna relación esencial ni en la cultura ni en el tiempo. El Turuñuelo responde a un modelo no urbano, muy distinto al tartésico y al turdetano que le siguió. Dos modos muy diferentes sociales y políticos. No le veo relación esencial, como tampoco en Cancho Roano, que es otro asentamiento religioso similar, u otros menos excavados. Entre un modo de vida en ciudades y otro en torno a un centro religioso, como es el caso del Turuñuelo, las diferencias son esenciales y no circunstanciales. El Turuñuelo, para ser grande, no requiere de Tartesos. Es otra cosa que vive por sí misma. Y las cabezas halladas en estos pasados días creo que confirman que no hay relaciones, pues estos rostros son rostros más cercanos al mundo etrusco y griego que al tartésico, como otras muchas esculturas conocidas de los siglos V y IV a.C.