Emilio de Justo pone diez minutos de verdad en una tarde sin emoción
Manzanares pasó por Las Ventas y a Roca Rey le llamaron novillero quienes se desesperaron por la poca presencia y fuerzas escasas de su lote
No parecía ventosa la tarde después de la tormenta, pero ondeaban a ratos las banderas, aunque como propulsadas por la banda y la alegría de Las Ventas en San Isidro. Salió Frasquito trotón y con la barbilla alta y enseguida lo cogió Manzanares para tres lances bien puestos, con una media para empezar. Y para seguir se fue directo al caballo por dos veces, el peto ensangrentado en los puyazos excesivos que se vieron en el toro despatarrado al volver, como aquel caballo inflado del que escribió Faulkner o como el que se despanzurraba luego de que lo montara Obélix.
Ya no ondeaban las banderas, tiempo mágico de toros, que no el tiempo mágico de Manzanares con la derecha, fuera y sin acoplar, aunque luego lo metió en su izquierda dos o tres veces, al toro dulce, para gozo de algunos tendidos, que no de otros. Se le caía a la cuarta mano por emoción, o váyase a saber, que había que controlar y no lo hacía el alicantino al que se le marchó el de Valdefresno vivo a pesar de matarle bien arriba y con decisión. Muerte bella y honrosa la del animal que estropeó la falta de acierto del puntillero que hasta llegó a levantarle después de muerto.
Langosto avisó de salida por el izquierdo. Y luego se recorrió todos los capotes de la plaza hasta el caballo por el lado que no era. Flojito, flojito (el toro) lo llevó De Justo y el presidente, ¡aleluya!, lo mandó al corral a ver si había suerte con Cigarro, que al final no salió, tras deliberación, sino Panderito, raro de hechuras y de color, negro zaíno en el busto y en los cuartos traseros, colorao el resto y bragado y suelto (mal sujeto), sobre todo, lo cual no le importó en el quite a Roca Rey, cuyas dos primeras chicuelinas vieron el cuerno masajearle por fuera la cadera al peruano.
A pesar de la mala lidia Panderito humilló en la primera tanda. Luego le dejó Emilio el espacio que no necesitaba, el ínterin en que se fue parando porque no se dio prisa el matador en sacarle los posos de embestida que tenía y que se le secaron. Buena estocada al animal noble que se levantó resistiéndose a arrodillarse. Miau, le gritaban al tercero. Un toro tan pequeño que hasta no acertó el varilarguero a picarle como no acertaba el Sr. Miyagi con la mosca y los palillos.
¡Novillero!, le gritó uno, despectivo, a Roca Rey, justo antes de la tanda buena, y luego otra más, bien ligada por la derecha. Lo intentó con la izquierda y hubo susto. Pero estuvo firme e inteligente con la muñeca con la que se lo llevó mucho más lejos de lo que podía llegar por momentos el pequeñín peligroso al que probaba el limeño. El desplante verdadero y la emoción rocareyana en las manoletinas con rectificación in situ para regusto del tendido más amable que fueron poca cosa en medida de sustancia, no exentas del justo valor.
Buenos puyazos y pares que no sirvieron para la muleta del descastado cuarto, parado, aculado en la nada de los medios. Lo mató a la segunda Manzanares al escorzo, a la bella escultura que se quedó por segundos antes de doblar. Ahora sí, Cigarro, apareció en el ruedo astillando el burladero del 1, primero, y luego haciendo volar por los aires el del 6. Lo cogió después genuflexo De Justo al que volvía y buscaba. Parecía sentirse Emilio con él, gustándose con el capote recogido. La lidia mala. Palmas a las banderillas bien puestas. Por silbar se silbaba hasta el brindis, porque no encontraba el torero al brindado.
Estuvo cumbre De Justo al inicio y en la continuación. Primero doblado para agarrarlo, ¡y cómo!, porque luego ya no lo soltó, bien puesto en la salida, ligando la humillación bonita a pesar del arranque feo a trompicones. Tres tandas le sacó, más la de salida, con la derecha, verdaderas, moviendo un pie solo. Con la izquierda no parecía ir, hasta que lo cogió de una en una, plantado y parando. Así, con tiento, lento y con largura consiguió ligar la última al natural para matarlo a la segunda de estocada hasta el final que no sirvió para la oreja pedida como para concederse como no se concedió el miércoles a Espada.
Otro torito, Campito, apareció para terminar. Presencia y fuerzas escasas en los de El Puerto, aunque tenía pases que no estaba Roca Rey para darlos. Lo mató de estocada precisa para terminar con silencio una tarde de silencios salvo por la muleta de De Justo en su segundo que puso la única emoción de la tarde que acabó fría y con las banderas ondeando hacia arriba, pese a como estaban al principio.
FICHA DEL FESTEJO:
- Plaza de toros de Las Ventas. Decimocuarta de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. No hay billetes. Tres toros de La Ventana del Puerto, dos de El Puerto de San Lorenzo (2º y 5º) y uno de Valdefresno.
- José María Manzanares (ciruela y oro): ovación y silencio.
- Emilio de Justo (grana y oro): silencio y ovación tras aviso.
- Roca Rey (negro y oro): palmas tras aviso y silencio.