Entrevista
Verónica Ormachea: «Pablo Neruda era un machista»
AVerónica Ormachea la editorial Sial Pigmalión le concedió el premio «Escriduende» a la mejor autora iberoamericana en la reciente Feria del Libro de Madrid. Miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y autora de, entre otros, Entierro sin muerte: el secuestro de Doria Medina por el MRTA, Los ingenuos o Los infames, explica a El Debate los entresijos de su última obra.
–¿Se puede considerar este libro la segunda parte de las memorias de Neruda?
–Según mi amigo Darío Villanueva, el prologuista del libro, mi novela es una ampliación literaria de la autobiografía de Neruda. No creo que sea la segunda parte ya que el libro de éste, fue escrito desde una óptica sesgada, ofreció la imagen que quería dar de sí mismo. Además es una obra con rasgos poéticos.
¿Cómo se entiende que abandonara a su hija enferma y salvara a dos mil republicanos y los llevara a Chile?
Mi novela histórica Neruda y su laberinto pasional tiene una mirada objetiva de su vida. Sus luces y sombras, que son muy marcadas. ¿Cómo se entiende que abandonara a su hija enferma y salvara a dos mil republicanos y los llevara a Chile?
–¿Cómo puede distinguir el lector entre ficción y realidad? ¿Un ejemplo de invención que pueda hacer historia?
–Esta bioficción está enmarcada en un contexto histórico. Todos los hechos y escenarios ocurrieron. Los rasgos ficcionales son una atribución del novelista y el lector las puede interpretar como quiera.
Un ejemplo de invención que pueda hacer historia es El Quijote, el libro más leído en el idioma español.
–Investigaciones recientes y la familia aseguran que Neruda podría haber sido envenenado. ¿Está de acuerdo?
–Es una polémica que aún no ha sido esclarecida. No sé si pudo haber sido envenenado. Neruda estaba enfermo con cáncer y según los médicos, murió de eso.
Escribir un poema a Stalin, es una vergüenza. ¿Qué podía inspirar un sujeto de esa calaña?
–En el libro se presenta un Neruda arrepentido de su afinidad con Stalin. ¿Se arrepintió el poeta en algún momento de sus vínculos con la URSS?
–Probablemente sí, por todo lo que ocurría en la entonces Unión Soviética que se fue develando. Escribir un poema a Stalin es una vergüenza. ¿Qué podía inspirar un sujeto de esa calaña?
–Neruda hombre, en sus páginas, es un individuo sin reparo ante «unas faldas». ¿Lo calificarían hoy de adicto al sexo?
–Probablemente. Sí puedo asegurar que era adicto al amor cuyas situaciones amorosas le inspiraban a escribir.
–Sus pasiones no distinguen con edades. Parecería que justifica su relación con una menor.
–Se enamoró a los 60 años de la sobrina de su mujer que era muy joven. También de Delia del Carril o «La Hormiguita», que era veinte años mayor que él.
–Su esposa también sale como una mujer resignada que hace «la vista gorda».
–Cuando su mujer, Matilde Urrutia, lo encuentra en amores con su sobrina, la echa a ella y a su hija de la casa, pero después vuelve con él y lo acompaña como embajador de Chile en París y hasta sus últimos momentos de vida.
–¿Qué hubiera dicho Neruda si ella hubiera tenido un romance? ¿Era una machista?
–Probablemente Neruda hubiese echado el grito al cielo. Era machista.
–¿Cómo se le ocurrió este libro, se inspiró en otros, en cuáles? En cierto modo, me recordó a Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez.
–Conocía los versos de Neruda. Los leíamos cuando jóvenes al extremo que los sabíamos de memoria, al igual que los de Machado.
Me di cuenta de que no se había escrito una novela histórica sobre Neruda y decidí escribirla. Me inspiré en mis anteriores novelas históricas que son Los ingenuos libro sobre los avatares que sufre una familia cuando la revolución en Bolivia y Los infames que trata de la vida de Moritz Hochschild que salvó en silencio a miles de judíos y los llevó a Bolivia. La novela histórica es la que más me gusta escribir y leer.
–En definitiva, ¿usted qué opina de Neruda?
–Gran poeta. Considero su primera etapa como la mejor. Pero con una vida atribulada y con claroscuros aunque hay que separar unas cosas de otras.