Carmen Sevilla, el mito españolísimo que dijo «no» a Hollywood

Carmen Sevilla era tan guapa que nadie en la España de los 50 y de los 60 se podía resistir. Empezó con doce años a bailar en los espectáculos de Estrellita Castro. Carmen siempre bailaba y siempre bailó en sus actuaciones y películas: la Rita Hayworth española. La oportunidad de Juan de Orduña en el cine le valió para coprotagonizar películas con grandes estrellas de la canción y de la pantalla del momento como Jorge Negrete y Luis Mariano.

De lo pintoresco de Cuentos de la Alhambra, Violetas Imperiales o La Fierecilla Domada pasó a la seriedad de La Venganza, de Juan Antonio Bardem, la primera película española nominada al Oscar. «Las tres Marías» fue el nombre que les pusieron a Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita Rico tras protagonizar El Balcón de la Luna en 1962. Como el sobrenombre extendido a lo largo del tiempo, Carmen era un tesoro español que rechazó un gran contrato en Hollywood.

En la meca del cine, no obstante, protagonizó Rey de Reyes, de Nicholas Ray, en el papel de María Magdalena, y apareció en distintas coproducciones europeas y americanas junto a Charlton Heston o Paulette Godard. En 1965 cantó y bailó en el programa de Ed Sullivan, donde también se dieron a conocer Elvis o Los Beatles. La Transición y el destape de los 70 obligó a la sevillana a cambiar a un registro que le llevó a obtener el premio a la mejor actriz del Círculo de Escritores Cinematográficos por El Techo de Cristal, de Eloy de la Iglesia.

Una carrera cinematográfica que acabó a finales de los 70 y tomó el tren de la televisión (en el que siempre viajó) a principios de la década siguiente. La Viuda Blanca fue su estreno en Argentina, una telenovela que solo tuvo continuidad casi quince años después en España con Ada Madrina, en la época en que ya era una estrella como presentadora desde los tiempos de Telecupón, en Telecinco, donde su naturalidad y sus constantes equivocaciones se convirtieron en un éxito.

Después de su etapa en Telecinco, pasó por Antena 3 y luego por distintas cadenas autonómicas hasta su llegada a TVE donde sustituyó a José Manuel Parada en Cine de Barrio. Hizo programas especiales, presentó las campanadas de fin de año y se convirtió en un imán para toda clase de marcas publicitarias hasta el final de la primera década de los dos mil, cuando ingresó en una residencia, enferma de Alzheimer, pero siempre guapa, donde ha muerto sin poder reconocer a nadie como en un despiste, esta vez eterno, de pícara molinera.