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Mosaico restaurado que muestra a los Padres de la Iglesia en la iglesia de Santa Sofía de KievPublic Domain

«Justicia» y «Derecho» en los Padres de la Iglesia

El padre Sagalés nos abre un mundo, el de los Padres de la Iglesia que, como bien advierte desde el principio, consiste en una literatura «muy alejada de nuestras coordenadas modernas de pensar»

Hay libros que uno comienza y no termina, suelen ser pocos. Otros, que los lee y se olvida pronto de que los ha leído. Por fortuna existen otros libros a los que uno gusta de volver a leer porque guarda en la memoria lo que ha disfrutado leyéndolos. Y este es el caso de «Justicia» y «Derecho» en los Padres de la Iglesia que CEU Ediciones ha tenido a bien editar como primera publicación de la Serie Minor del Centro de Estudios, Formación y Análisis Social (CEFAS). Y lo primero con que nos hace disfrutar esta en aparente pequeña y modesta obra de apenas cien páginas es de su erudición, la riqueza de su contenido y la profundidad de su planteamiento. El autor, el cisterciense Llorenç Sagalés Cisquella, conoce como pocos la obra de los Padres de la Iglesia, pero no sólo los conoce bien, sino que los conoce, y esto es lo más importante, por connaturalidad, empáticamente. Un modo de acercarse al objeto, por simpatía, sin el cual, dice, «no hay auténtico conocimiento». Y junto a los Padres de la Iglesia, griegos y latinos, desfilan en apretada síntesis los clásicos griegos y romanos sobre un trasfondo extraordinariamente rico y sugerente de la sabiduría presente en el Antiguo Testamento en lo que a las ideas de justicia y derecho se refiere. «Los Padres de la Iglesia –nos advierte Sagalés– no sólo reciben la herencia bíblica. También se sienten los legítimos herederos de toda apertura a Dios al mundo (tal como se dio en Homero y Aristóteles), de toda dependencia del hombre y de su abandono a Dios (como se dio en los trágicos), de todo amoroso remontarse hasta Dios y de toda preferencia del Absoluto (Platón, estoicos), de todo retorno de la criatura al Uno (Plotino), de toda valerosa y abnegada peregrinación en el tiempo hacia una ciudad futura (Virgilio). Existe un solo Dios, buscado por los griegos como el desconocido (Hch 17, 22-23) y revelado después por gracia a los cristianos». Y de ahí que a lo largo de sus páginas desfilen los términos hebreos sedek, sedaka y mispat, junto a sus equivalentes griegos, Themis, Dike y Nomos, sin olvidar la idea de caritas. Mostrada la, en alguna medida inagotable riqueza de todos estos términos, nos guiará del modo más sugerente hacia las ideas de Iustitia y Ius romanos, tan poderosamente presentes en los Padres latinos.

En un castellano sobrio al tiempo que pulcro y bien cuidado, el P. Sagalés nos abre un mundo, el de los Padres de la Iglesia que, como bien advierte desde el principio, consiste en una literatura «muy alejada de nuestras coordenadas modernas de pensar». A lo que debe añadirse, además, el carácter poco sistemático de nuestros autores, en perfecta consonancia de la que sería, a su juicio, la mayor dificultad con que un lector moderno se enfrenta a la hora de acercarse a sus escritos. Sucede, en efecto, que con los Padres de la Iglesia el lector de nuestros días se hallará ante un modo de pensar rico en paradojas, trenzado de unas concordantia oppositorum que impide la ilusión de poder alcanzar una síntesis perfecta y cerrada del mismo. ¿Cómo se podría expresar de otro modo la perfecta consonancia existente en el Dios amor, propio de la fe en Jesucristo, entre su absoluta misericordia y la inexorable aplicación de su justicia por la que se da a cada uno según sus obras? Los Padres muestran así el carácter insondable de un Dios semper maior, y de una justicia y misericordias divinas que escapa siempre a nuestras categorías y conceptos. En suma, estamos ante una obra para leer y releer, pero sobre todo ante una obra para meditar.