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El cantante británico Robbie Williams actúa durante la primera jornada del festival MAD COOL que se celebra este jueves en MadridEFE

Mad Cool comienza en Villaverde con desajustes logísticos pero con altura musical

Comienza una nueva edición de Mad Cool, la primera en su nueva ubicación al sur de la ciudad de Madrid, en Villaverde. Y comienza sin cumplir expectativas. Un recinto mucho más pequeño, falta de organización y escenarios enfrentados, produciendo la mezcla constante de sonidos, han provocado que el festival madrileño comience con la indignación de muchos de sus asistentes.

Los alrededores del polígono permanecían ayer cortados al tráfico. Los taxis paraban a la altura de la salida 7 de la M-45 tras más de media hora de atasco y hubo que recorrer a pie, por el arcén, los últimos kilómetros al acceso. No había un solo agente de movilidad indicando la forma de acceder al recinto, y los organizadores, con sus chalecos amarillos, ignoraban la mitad de las preguntas de los caminantes.

Largas colas para recoger las pulseras, largas colas para acreditarse y un laberinto para encontrar la entrada adecuada. ¿El resultado? Llegar al final de The Offspring, una apuesta noventera que al menos demuestra que Mad Cool conoce lo que quiere su público, que no suele bajar de los 30 años.

Después daba comienzo, a escasos metros, en el escenario 3, The 1975. La banda británica de pop rock ha demostrado sus influencias, del new wave de Talking Heads a Michael Jackson, Oasis y David Bowie, para delicia de un público que, sin embargo, se agolpaba en un recinto extremadamente justo de aforo. Delimitado por unos extraños containers blancos, el escenario 3 (el de la Comunidad de Madrid) era incapaz de contener la convocatoria que congrega el grupo de brit rock.

El plato fuerte de la noche para el público más indie llegaba entonces con Sigur Rós. A pesar de que acaban de lanzar un nuevo disco, Atta, los de Islandia se limitaron a su repertorio más tradicional (evitando sin embargo Vaka y Hoppípolla): Von, Ekki Múkk o Starálfur transportaron a los asistentes (con mayoría de público extranjero) a las verdes praderas nórdicas y a sus auroras boreales.

La banda islandesa Sigur Rós actúa durante la primera jornada del festival MAD COOL que se celebra hoy jueves en MadridEFE

Y mientras Jónsi et al hacían las delicias de sus seguidores (y eso que hace menos de un año que los disfrutamos en el WiZink Center), Lizzo congregaba a su legión de seguidores en el escenario principal. Pura energía y positivismo, la cantante y rapera estadounidense y sus hits como «Juice» o «About Danm Time» pusieron a los festivaleros a bailar, conquistando a boomers, millenials y Gen-Z por igual.

La cantante estadounidense Lizzo actúa durante la primera jornada del festival MAD COOL que se celebra hoy jueves en MadridEFE

«Estas son canciones de amor. Amor a una misma. Amor a la familia. Amor a los amigos. Amor sexy...», empezó el largo mensaje resumido en un lema: «El amor es lo que necesita el mundo para ser un lugar mejor».

Robbie Williams: más charla que música

«Sois unos jodidos fenómenos. ¿Me habéis echado de menos? Yo a vosotros sí». Robbie Williams ha sido cabeza de cartel de esta jornada inaugural, y muy pagado de sí mismo, ha demostrado sin embargo que sigue teniendo lo que hace falta para situarse en lo alto de un escenario.

Con maquillaje de ojos, un extraño mullet y completamente vestido de plata (tank top de lentejuelas y pantalones estilo papel de aluminio), el británico se ha pasado sin embargo la mitad del concierto hablando, contando anécdotas o charlando con gente del público. Incluso se ha permitido ligar con alguna que otra mujer y soltar un chascarrillo carente de gracia: «Últimamente sólo me fijo en las de 23, como Leonardo DiCaprio».

Ha entonado el himno americano, ha hablado de su adicción a la cocaína y al sexo, se ha atrevido con el «Don’t look back in anger» de Oasis y nos ha llevado de vuelta a los 90 y a sus excesos, un poco pasado de rosca. «My name is Robbie fucking Williams», se ha presentado, "¡Gritad mi nombre!”, ha dicho en el estribillo de su canción 'Let Me Entertain You', casi al comienzo de su concierto.

Sus grandes himnos sonaron, y una mayoría de asistentes británicos (parecen seguirle a donde quiera que vaya) se abrazaron cantando «Ángels», «I love my life», «I just wanna feel» o «Candy». A la vez, hablar con algunos de ellos significaba entender que a pesar de ser el más multitudinario festival español (con 60.000 asistentes), quedan muchas cosas por mejorar.

La noche se cerró a las 2 de la madrugada con dos grandes artistas entre los que era difícil escoger. Franz Ferdinand deslumbró con temas icónicos como 'Ulysses', 'No You Girls' o 'Take Me Out': un trueno que rompe cada escenario que pisa, puro british fire. A la vez, Lil Nas X puso el broche de oro a una noche brillante en lo musical: «Old Town Road» nos llevó a todos por esa carretera «hasta que no pudimos más». Y peregrinación de vuelta al centro de la ciudad.