Disney ya no es solo 'woke' sino 'Elemental'
La última película de Pixar no alcanza la naturaleza habitual que parece extraviada, y sí el afán de mostrar la ideología de género
El pulso creativo le tiembla a la antes firme y todopoderosa filial de Disney, Pixar. Como si los caminos de lo woke hubieran abierto sendas de alejamiento y extravío del verdadero talento que está, pero no. Es posible que un ojo poco clínico, pongamos el ojo de un niño, no advierta lo que falta, lo que no está y antes sí. Pixar siempre ha hecho películas para niños y para adultos. Los niños se emocionaban como niños-adultos y los adultos se emocionaban como adultos-niños.
Lo hacían al mismo tiempo, en dos planos vitales unidos por el genio de unos creadores únicos, nuevos, que inventaron un género fílmico de animación: Pixar. Pixar era diferente. Un sinónimo de clarividencia en los pequeños detalles. Con la sensibilidad tan valiosa como el mérito técnico. Maravillas como Toy Story o Coco casi marcaron una época, lo que va de una a otra, de absoluta gloria artística.
Esencia del pasado y de la modernidad
La Edad de Oro de la animación, una vez superados los tiempos de las primeras joyas de la Disney original y sus clásicos de los que la propia compañía ahora reniega públicamente, avisando a sus clientes de «contenidos inapropiados». John Lassetter y los suyos llegaron para crear un nuevo mundo cinematográfico donde estaba la esencia del pasado y la esencia de la modernidad, logrando el equilibrio perfecto que parece que la aparición de lo woke ha empujado al precipicio.
Y sin que se note demasiado, que es como empiezan las grandes decadencias, hasta que cuando el gran público se empieza a dar cuenta ya es demasiado tarde. Todo parece que está bien en Elemental, empezando por la originalidad de su idea, pero en ningún momento arranca la moto de la Pixar de siempre como arranca la moto de la furiosa Candela, como si la inspiración estuviese seca de tanto llorar Nilo, el protagonista.
Tedio e ideología
Solo hay momentos y no linealidad. Una obra que se sostiene en gestos y en una idea desaprovechada. Lo que no han desaprovechado es la oportunidad de lo woke, que en su efímera puntualidad intrascendente muestra la alevosía de su inclusión. Elemental cansa y encima «wokea» de tapadillo. Es difícil que una película de animación canse a los niños, y lo hace (más a los adultos) y, no ya difícil sino grave, que al tedio se le sume la ideología para inocentes: la aluminosis que Disney parece haber contagiado a su tesoro: Pixar.