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El poeta y escritor Andrés TrapielloEFE

Páginas inspiradas | 'Éramos otros' de Andrés Trapiello

La muerte de Miguel Delibes y la precisa diferencia entre lo humanísimo y lo macabro

Éramos otros hace el número 24 de la serie de volúmenes de su diario titulado Salón de pasos perdidos. Este y el anterior ya los publica bajo el sello Ediciones del Arrabal, un proyecto editorial familiar.

Compartimos hoy este apunte al leer la noticia de la muerte de Miguel Delibes, y la precisa diferencia que hace entre lo humanísimo y lo macabro:

Los periódicos cuentan que tuvieron que bajarlo desde el octavo piso, ya muerto, en una silla de ruedas. Podrían haberse ahorrado ese detalle. Pero si se piensa bien, lo macabro que resulta en principio, no lo es tanto. En realidad ha sucedido como en cualquiera de sus novelas.

Y él en ella resolvía esos pasos con una gran humanidad, a lo Cervantes, a lo Galdós, a lo Baroja. Jamás a lo esperpéntico. La vida está hecha de esas cosas, un ascensor estrecho en el que no coge el ataúd, que seguramente tampoco puede bajarse por la escalera, demasiado angosta y con esquinas insalvables. Cela no se privó de hacer el mamarracho contando el entierro de Baroja con ese mismo inconveniente de la escalera, y a los dos días dando una conferencia («a estas horas los gusanos estarán comiéndose las partes blandas de don Pío», vaya un espantajo). ¿Qué iban a bajarlo? ¿Con una garlocha por el balcón, metido en una artesa? Al final, si hay buen juicio al frente, se impone la naturalidad, y la naturalidad nunca es macabra, es solo eso, humanísima. De haber estado yo allí, amigo, te habría ayudado a bajar en la silla de ruedas uno a uno esos peldaños, incluso iría, mientras, hablando contigo, contándote cosas, esas cosas nimias de las que se habla en las escaleras, o parecidas a las que hablamos tantas veces en la salta de tu casa.