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El rabino Jonathan SacksAFP

Páginas inspiradas | Jonathan Sacks: el pan de la libertad

Tendiendo la mano a los demás, ayudando a los necesitados y acompañando a los que están solos, llevamos la libertad al mundo, y con la libertad, a Dios

El que fuera rabino general de Inglaterra, Jonathan Sacks, ha publicado recientemente unos comentarios al seder de pesaj, la pascua judía. En el comienzo del ritual, al compartir el pan del matza, describe estas precisas claves sobre la libertad.

Estamos ante una curiosa invitación: «Este es el pan de la opresión que nuestros padres comieron en Egipto. Dejad que todos los que tienen hambre vengan y coman». ¿La hospitalidad es ofrecer a los hambrientos el sabor del sufrimiento? Estamos ante un profundo conocimiento de la naturaleza de la esclavitud y la libertad. El matza representa dos cosas: es la comida de los esclavos y también es el pan que los israelitas comieron cuando dejaron Egipto en libertad. Lo que transforma el pan de la opresión en el pan de la libertad es el deseo de compartirlo con otros.

Primo Levi sobrevivió a Auschwitz. En su libro Si esto es un hombre describe su experiencia allí. Según Levi el peor momento fue cuando los nazis abandonaron el campo en enero de 1945 huyendo del avance ruso. Todos los prisioneros que podían andar fueron obligados a las brutales «marchas de la muerte». En el campo se quedaron durante diez días solo aquellos que no podían moverse, con apenas unos restos de comida. Levi cuenta como se esforzó en encender un fuego y dar un poco de calor a sus compañeros. Muchos de ellos murieron:

«Cuando reparamos una ventana y la calefacción empezó a dar calor, todos comenzamos a sentir cierto relax. En ese momento, Towarowski (un franco-polaco de veintitrés con tifus) propuso a los demás dar una rebanada de pan a los tres que habíamos estado trabajando. Todos estaban de acuerdo. Apenas unos días antes eso habría sido inconcebible. La ley del Lager decía: come tu propio pan, y si puedes, el de tu vecino, yno dejes sitio a la gratitud. La ley del lager había terminado.

Fue el primer gesto de humanidad que ocurrió entre nosotros. Y creo que ese momento fue el comienzo del cambio de prisioneros a hombres de nuevo».

Compartir comida es el primer acto por el que los esclavos se vuelven a ser hombres libres. Aquellos que temen al mañana no ofrecen su pan a los demás. Pero los que quieren compartir su comida con los extraños muestra capacidad de camaradería y fe, las dos claves para que la esperanza nazca.

Así es como comenzamos el seder, invitando a los demás a participar. El pan compartido ya no será nunca el pan de la opresión.

Tendiendo la mano a los demás, ayudando a los necesitados y acompañando a los que están solos, llevamos la libertad al mundo, y con la libertad, a Dios.