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Momento de la intervención de Gregorio Luri en Thinkglao

Gregorio Luri: «Dios te ha creado inacabado, para que tú te pudieras acabar»

Con el patrocinio académico de Fundación Tatiana, Luri acude a Madrid a un Thinkglao y comenta: «Dormir solo es una bobada; lo esencial del amor es el 'y'; 'tú y yo', la conjunción copulativa, nunca mejor dicho»

Final de agosto y un centenar y medio de jóvenes abarrotan un local cercano al Santiago Bernabéu, a la calle Padre Damián y a uno de los olivares –huerto de los olivos– que aún quedan en Madrid. Acuden a un Thinkglao, quizá para cumplir con aquello que se decía de los seguidores de Chesterton: que, entre otras cosas, les gustaba la buena doctrina, el jaleo, lo ordinario y las cervezas. Precisamente este local lleno causa asombro en el invitado, Gregorio Luri. De él dicen los filósofos que es un pedagogo, y los pedagogos que es un filósofo, pero, a fin de cuentas, es un maestro. Así es como Enric Chenoll –a quien le ha correspondido iniciar y coordinar este Thinkglao– presenta a Luri ante estos jóvenes, la mayoría sentados por el suelo birra en ristre. Porque, según Chenoll, el Thinkglao consiste en un rato compartido de bebida y de pensar. En estos últimos años, y con la ayuda de la Fundación Tatiana, han organizado una veintena de actividades, están presentes en casi diez ciudades y en septiembre tienen planeados ocho eventos.

«Un amor seguro y un trabajo alegre»

Luri recuerda que, en el Banquete de Platón –o sea, el Symposion, el «beber juntos»–, el personaje más atinado es el que aparece borracho –«in vino veritas»– y, en vez de hablar del amor teórico, habla de la persona a la que ama. Por eso, Luri invita a mantener dos utopías; la primera, la que consiste en «un amor seguro y un trabajo alegre»; la segunda, la que predicaba Chesterton y que aboga por «el matrimonio, la risa y la cerveza». En su opinión, el candidato electoral que «no sabe hacer política con la cerveza» es alguien que desconoce la «copertenencia».

Entrando en materia, y en los apenas veinte minutos de su charla inicial, Luri ha señalado que los seres humanos «siendo tan poca cosa, tenemos acceso a verdades eternas». Y ha formulado esta pregunta: «El logos que es capaz de fabricar la bomba atómica ¿es la misma razón que puede decidir sobre su uso?». ¿Qué relación hay entre la ciencia fría y la dignidad humana? Porque, según Luri, uno de los problemas de nuestro tiempo es «el cansancio que el ser humano siente de sí mismo», inmerso en esa idea de dejar de ser humano para ser transhumano o posthumano. Este navarro afincado en Barcelona explica que abunda hoy el «el miedo del hombre hacia sí mismo, la decepción con el hombre». Y señala que, tanto en América del Norte como en Europa, se está «educando a los niños en el miedo», y por eso «el 80% de los jóvenes viven con temor a un peligro inminente de catástrofe económica o ambiental». Se ha perdido la confianza en el Progreso, y, a la vez, «se percibe el límite como una impugnación de la felicidad».

Gregorio Luri en Thinkglao

Sin embargo, y a lo largo del coloquio con este centenar y medio de jóvenes, Luri recomienda «serenidad frente a histerismo», y la recuperación del humanismo, que es la fe en la persona y en la capacidad de «proyectar ilusiones», de mostrar una imagen sugestiva de la humanidad. Para ello, hace falta quedarse con «los buenos recuerdos» y aspirar a «nuestra mejor versión». Ello conduce a la dignidad y al valor del reconocimiento por parte del otro. Y añade que «el diálogo lo gana el que pierde», porque el que sale derrotado argumentalmente adquiere la oportunidad de aprender algo y mejorar.

Prosiguiendo durante el turno de preguntas, Luri ha vuelto a indagar en la cuestión del logos; citando al evangelista Juan, ha recordado que «en el principio estaba el Logos», pues en Dios se une la razón y el amor. Dios «ve en el rostro del otro una luz que no hay en la ley natural». Continuando con la primera epístola de san Juan, da las pautas del humanismo de raíz cristiana: quien ama está en la luz, y quien aborrece a su hermano se halla en tinieblas. En este sentido, apostilla que el «el cristianismo es una religión rara, porque se basa en que Cristo dignifica lo humano». Lo cual sale al paso de esa afirmación que aparece en la obra de Nietzsche y que sostiene que el hombre no es más que una breve anécdota en la historia del cosmos, cuando un mono se mostró orgulloso de sí mismo.

La belleza es tener a mi primer hijo recién nacido en mis brazos

En otro momento, Luri dice: «Dios te ha creado inacabado, para que tú te pudieras acabar», y aquí la clave estriba en que «amar es conocer a alguien y quererlo». «A una persona solo la conoces bien cuando la amas», asegura. No obstante, ese amor implica «estar a la altura de su imagen más alta» –ver al otro en su mejor versión y animarlo a alcanzarla–, lo que supone un «juego dual» de aspiración, desafío y aceptación.

Cuando uno de los jóvenes asistentes le ha preguntado a Luri si es posible dormir con alguien todos los días y quererse igual que el primer día, él ha dicho que sí, que cada día más. E insiste: «dormir solo es una bobada, y lo esencial del amor es el 'y'; 'tú y yo', porque lo importante es la conjunción copulativa, nunca mejor dicho». Habla del matrimonio como una vida con altibajos, y en la cual resulta fundamental la fidelidad, pues supone «superar el tiempo y acercarse a lo eterno». Asimismo, la fidelidad «se complementa con el perdón». Confiesa que, a veces, cuando su mujer está cerca de su despacho, lo interrumpe y le cuesta concentrarse en su escritura. Pero, «si mi mujer no está en casa, no sé escribir», admite.

La verdad eterna

Cuando le plantean la cuestión «¿Qué es la belleza?», replica: «Para mí, la belleza es tener a mi primer hijo recién nacido en mis brazos». Rememora la fascinación de aquel nacimiento: «entran dos en el hospital, y salen tres». De modo que reconoce que no tiene «ni idea de qué es la belleza, si armonía o proporción», si acaso, un «chisporroteo leve de infinitud», como la flor del cerezo. Algo que nos pone en «contacto con lo que está más allá del tiempo». Y lo característico del ser humano es que tiene capacidad de conocer y comunicar la verdad eterna, si bien permanecen «interrogantes que siempre sorprenden».

Al cabo de una hora de tertulia, llega el turno de la cena: medio centenar de pizzas y todos esos jóvenes mezclándose y charlando. Eso es un Thinkglao, una actividad que, tal como sus organizadores la definen, es un «proyecto que nació durante la pandemia aprovechando el tiempo libre en nuestras casas para realizar directos» con un ponente que abordara cuestiones que ayudaran a «pararse a pensar». Todo ello, regado con vino o cerveza y acompañado de sonrisas y comida.