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Jacobo Fitz-James Stuart con su hija Cayetana el día de la boda de estaEFE

La vida sin película de Jacobo Fitz-James Stuart, el duque de Alba que se burló de Franco

Se cumplen 70 años de la muerte del Grande de España, padre de Cayetana, amigo íntimo de Alfonso XIII, del pintor John Singer Sargent y personaje extraordinario

está por hacerse una película (los libros ya se han escrito, incluidas sus propias memorias) de este duque legendario, el padre de su única hija, Cayetana («Tanuca» la llamaba él), la que fue la duquesa de Alba de nuestro tiempo (también mítica). Su amigo Gabriel Maura, hijo del político Antonio Maura, le llamaba el «tragalibros» por su modo frenético de leer. La cultura fue una de las grandes obsesiones y placeres, una guía existencial, del noble de nobles (tenía más títulos que los reyes) cuyas inquietudes, además, alcanzaron a casi todos los ámbitos imposibles de llegar para el hombre «normal» que él en absoluto fue.

«Don Quijote vestido con traje inglés»

Podría decirse que esa película tendría dos partes diferenciadas un poco a lo Doctor Zhivago: la vida de los Zhivago antes y después de la revolución rusa, en este caso de la Gran Guerra, donde todo cambió para el mundo, incluido el suyo. Él sobrevivió en el frente, donde estuvo en distintas ocasiones, pero muchos de sus amigos de los años felices no. Superó una tuberculosis con la que no pudo años después su única mujer, muerta a los 34 años, Rosario de Silva y Gurtubay, madre de Cayetana, lo que le sumió en una profunda tristeza.

A Jacobo Fitz-James Stuart le llamaba su amigo sir Shane Leslie «un don Quijote vestido con traje inglés», una descripción que contiene una afilada enjundia, más allá de la acertada explicación estética. Amigos los tuvo de todas las formas entre la nobleza y los más elevados círculos culturales y políticos. Desde el rey Alfonso XIII, una suerte de hermano, la tenista Lilí Álvarez (finalista española en Wimbledon) o el pintor John Singer Sargent.

Jacobo Fitz-James Stuart, duque de AlbaGTRES

Miembro de la Asamblea Nacional Consultiva durante la dictadura de Primo de Rivera, ministro y embajador en Londres a partir de 1939 por orden de Franco, cuyo levantamiento en el 36 apoyó, senador, director y presidente de la Real Academia de la Historia y hasta subcampeón olímpico de polo en Amberes, fue coleccionando cargos, distinciones, cuadros, amantes y aventuras históricas como la del Manifiesto de Lausana por el que Juan de Borbón, padre del Rey Juan Carlos, pidió a Franco en 1945 que promoviera una transición moderada hacia una monarquía constitucional (lo que se produjo finalmente tras la muerte del Caudillo), pidiendo, además, la renuncia de los monárquicos más destacados a los cargos que ostentaban bajo el régimen del dictador.

«¡Viva el Rey!»

Fue entonces cuando Jacobo Fitz-James abandonó la embajada en Londres e inició un desafecto sobrio, pero notable (en Londres siempre estuvo alejado y cada vez más descontento con el Gobierno), como prueba el hecho de que se negó a que su hija y la de Franco se presentasen juntas en sociedad. «Siempre ha habido clases», cuentan que dijo para explicarlo. Aquello, la renuncia de todos sus cargos y los desprecios públicos, le ocasionaron problemas como la retirada del pasaporte, pero se «vengó» en la boda de su hija, donde en el brindis los invitados, por instrucciones precisas, gritaron: «¡Viva el Rey!». El hombre que causó sensación ofreciendo cenas a base de jamón y aceitunas españolas en Inglaterra murió en Suiza a los 74 años hace 70, sin que nadie todavía haya hecho una película sobre él.