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El diestro Julián López «El Juli» abre la puerta grande de Las Ventas en su última tarde vistiendo de lucesEFE

El Juli se despide de Madrid simple y hermosamente por la Puerta Grande

Segunda oreja generosa, compensación a la no concedida en el primero al gran torero madrileño, que cuajó en su segundo toro una faena inteligente de menos a más con varios momentos cumbre

El primero de Uceda en Madrid era un tipazo, por la pinta, que salió despacio como John Wayne alejándose al final de The Searchers. Luego se fue alejando más, por dentro de las líneas para meterse sin celo en el peto. Había que verlo mansear, pero había que verlo también en la muleta del de Usera que brindó a El Juli para darle emoción a la emoción que tuvo un inicio de trincheras preciosas con la talla del torero.

Lo cuidaba demasiado Uceda, pero lo pescó dos tandas, antes ya avisaba de despeñarse, después en el abismo por donde se esperaba verlo caer. Un abismo como el del hueco del árbol de Alicia en el País de las Maravillas: Uceda en los Derechazos de las Maravillas. La estocada directa, pero caída, cerró con la brevedad casi precisa la buena faena al buen toro como para salir al tercio con cariño y justicia taurina madrileña.

Otro tipazo para El Juli, de tabaco y oro, quien se lo llevó hasta los medios clavado a la verónica y luego lo remató dos y tres veces porque no se quería ir del toreo. Y tanto no se quería ir que lo acercó por chicuelinas al picador y luego le hizo el quite por tijerillas tan bonitas, algunas, como para llorar ante la realidad de verlas agotarse. Brindó a Ayuso El Juli y la plaza se meció del regusto. Estaba para salirse el de Velilla y se salía, pero sin romper el toro que medio se caía, aunque no le dejó Julián, sacándole petróleo de la tierra seca. Se tiró El Juli (Air Juli) en el espadazo algo trasero, un poco caído también, que produjo la hermosa muerte del toro erizado como un gato.

«El Juli» brinda la faena de su penúltimo toro a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz AyusoEFE

Quisieron los tendidos darle una oreja al héroe que no otorgó el presidente haciendo caso omiso de un «reglamento» que hubiera parecido excesivo aplicarlo. El de Tomás Rufo metía la cabeza con intención. Derribó al caballo y luego se vio su calidad en la despaciosidad con la que le toreó Rufo con el capote, apenas tres pases en cámara lenta, como si fuera el detalle de la transmisión y no el directo.

Continuó la variedad en el brindis, en los medios. Había toro, pero tenía que encontrarlo Rufo. Pasaban las tandas y los pases y el torazo se perdía, como el torero. Lo mejor que hizo fue estoquearle a la primera. Pero se le había desvanecido el animal como en un sueño del que despertó con cuatro descabellos y un aviso al límite.

El diestro Julián López «El Juli» durante la faena al primero su lote en MadridEFE

Se dolió el cuarto, de El Puerto, en varas. Desde el 7 se fue el picador hasta el 1 para hacer la suerte, que se hizo también por el 3 con el segundo picador. Cortaba el toro en banderillas, pero le esperó el del oficio con valor y gracia en el tercer par. No quería nada el toro. Detrás de él se fue Uceda sin lograr pararle hasta que tomó la espada y en el 6 le atrapó luego de una vuelta al mundo que había sido más bien En el Camino de Kerouac.

Y llegó el último toro de El Juli en Madrid. Suelto, se fue el solo a por él para dejar ver sus carencias. Y además brindó al público. Lo iba a preparar para exprimirse. Y se vio en la primera tanda. Quería ir de menos a más, como si no hubiera nada, pero lo había. Lo sabía el maestro, que después de unas medias alturas le bajó la mano con sabiduría. El remate con la izquierda en el cambio de mano fue esplendoroso. Esa muñeca empezó a funcionar y otra vez en los cambios de mano halló El Juli El Dorado de su última faena que culminó con espadazo.

La oreja era segura y justa, pero el público iba a pedir las dos. Se resistió el presidente, pero las concedió. No fue rotundo el colofón, pero fue bonito pese al exceso que no fue tal, sino el homenaje merecido a un torero de época que se despedía en plenitud como llegó, al menos con los trofeos, después de aquella vez, hace un cuarto de siglo solo (y en solitario), de novillero.

«El Juli» corta las dos orejas al quinto de la tarde, y se asegura abrir la puerta grande de Las VentaEFE

Se iba a ir Rufo con una tanda inicial de rodillas que casi fue todo, pese a lo que parecía. Era complicado porque ya no podía haber más que Juli y nadie quería nada más que Juli, pero le sacó algo Tomás, con un público favorable que le concedió una oreja en la tarde otoñal. Corrida ganadera sobresaliente y notable en los toreros, salvo en El Juli, que se despidió simple y hermosamente, soñado broche a la altura del mito en loor de multitudes, por la Puerta Grande de Madrid.

Ficha del festejo

  • Plaza de toros de Las Ventas. Primera de la Feria de Otoño. Corrida de toros. No hay billetes.
  • Toros de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto (segundo y tercero).
  • Uceda Leal (malva y plata): ovación y silencio.
  • El Juli (tabaco y oro): ovación tras petición y dos orejas.
  • Tomás Rufo (nazareno y oro): silencio tras aviso y oreja.