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Gabriel García Márquez fotografiado por Vasco Szinetar en su serie 'Frente al Espejo'

Cuando García Márquez se puso en contra de la cultura 'woke' antes de que esta existiera

En una entrevista inédita de 1994, el Nobel colombiano dijo que «Lo malo es cuando se trata de utilizar la música como un fusil porque siempre sale mal, ni dispara ni sirve para bailar»

Dijo Gabriel García Márquez en una entrevista inédita grabada en 1994 que «lo del arte comprometido es una invención europea, es académica completamente». Y añadía: «Todo arte popular auténtico lleva por supuesto un compromiso y hasta ahí es válido. Lo malo es cuando se trata de utilizar la música como un fusil porque siempre sale mal, ni dispara ni sirve para bailar».

De este modo el Premio Nobel de Literatura en 1982 marcó los límites que casi 30 años después se han sobrepasado precisamente en la cultura utilizada como un arma, que es como decía el autor que no había que utilizarla nunca. La subcultura «woke» es el gran ariete medieval con el que la nueva ideología trata de echar abajo la puerta del palacio de la cultura occidental.

La subcultura que se basa en un medievo disfrazado para derribar el Renacimiento que se opone casi ya a duras penas a su invasión. Precisamente de una invasión hablaba el escritor suramericano: «Hay una invasión cultural de América Latina en Estados Unidos que no estaba planificada, de una eficacia tal que está cambiando realmente la cultura norteamericana».

Gabriel García Márquez fotografiado por Richard Avedon

Era el descubrimiento de los estadounidenses, gracias a la emigración, de la aportación cultural latinoamericana, que contribuía y contribuye a crear su nación, del mismo modo que contribuyeron a crearla con la emigración los irlandeses, los italianos, los holandeses y tantas otras nacionalidades a lo largo de su historia.

Decía García Márquez que «Les estamos cambiando la música, les estamos cambiando el modo de vivir, de comer, les estamos cambiando la vida» afirmaba, y no se equivocaba para bien, orgulloso del valor y la influencia de su propia cultura, introducida en otra múltiple y mayormente anglosajona.

Pero en lo que quizá se equivocaba o, mejor dicho, no podía imaginar, para mal, aunque lo advirtió, es que aquella «invasión cultural» natural la iban a convertir en una «invasión cultural» artificial que es lo «woke», donde en la cultura se introducen sin reparos las cuestiones raciales o la ideología de género de forma masiva y extemporánea.

La misma que censura a los autores clásicos y transforma sus obras en función de las «nuevas sensibilidades», el «arte comprometido» como falacia o invención violentada, la invención «académica» convertida en social. La nueva doctrina que hace de la música ese fusil, como dijo un clarividente García Márquez, que «ni dispara, ni sirve para bailar».